El Estudiantes resolvi¨®, en ¨²ltima instancia
Dada la idiosincrasia de los rivales, cuyo car¨¢cter estalla en ocasiones en la m¨¢s rotunda anarqu¨ªa, cualquier cosa pod¨ªa pasar. Que ganara el Estudiantes, como as¨ª sucedi¨® - y que lo hiciera con el m¨¦rito de cosechar 27 tantos en la segunda parte, que ya es poco, de los cuales 10 vinieron de tiros libres, que ya dice bastante. Gan¨® en plena par¨¢lisis ofensiva. Y el Cajamadrid perdi¨®, aunque resultara que mejor¨® su juego en la reanudaci¨®n. Nada se puede entender cuando estos dos equipos se enfrentan.Lo m¨¢s rec¨®ndito del juego de ambos conjuntos sali¨® a relucir ayer por unos instantes; lo m¨¢s oculto, lo que no debe verse. Ambos jugaron con el subsconsciente, que les obliga a hacer, en ocasiones, justamente lo contrario de lo l¨®gico; lo que les hace suponer que, entre dos puntos, la distancia m¨¢s corta es una elipse, una par¨¢bola, una curva sesgada... Y, aun as¨ª, el juego fue emocionante porque hubo igualdad durante 40 minutos; pero, conforme pasaban, aparec¨ªa el subsconsciente.
Y, as¨ª, el Estudiantes domin¨® en la primera parte, con ventaja de hasta 10 puntos, gracias a la excelente punter¨ªa de sus norteamericanos, que, entre ambos, cosecharon 40 de los 50 puntos totales en ese per¨ªodo. El Cajamadrid, debati¨¦ndose entre poner o no poner la zona, sin dominar el rebote, no pudo asentar su juego.
Pero, en la reanudaci¨®n, Russell y Pinone sumaron ocho puntos y de su debacle lleg¨® la del equipo. Mientras tanto, el Cajamadrid llegaba a sus mejores momentos, con la entrada de Orenga, y parec¨ªa a punto de encarrilar el partido. No lo hizo porque le perdi¨® su idiosincrasia, la de perder balones, tirar al tunt¨²n, fallar los contraataques, olvidar el juego de conjunto y seleccionar mal los tiros. As¨ª, a falta de 30 segundos, con el 76-77 definitivo, Fede Ramiro, el base, tuvo la genial idea de lanzar por tres puntos cuando faltaban casi 25 de posesi¨®n de la pelota. ?Para qu¨¦ gastar m¨¢s' tiempo!. El bal¨®n no toc¨® el aro. Y el Estudiantes, medio paral¨ªtico como estaba, hizo lo mejor: paralizar el juego y aguantar, aguantar. Fue lo m¨¢s clarividente.
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