Un grupo rotundo y visceral

Los m¨²sicos olvidan a veces que es imposible mantener el m¨¢ximo nivel de atenci¨®n durante un largo per¨ªodo de tiempo. Un discurso, por profundo y perfecto que sea en su contenido, necesita ser puntuado, estructurado.En la m¨²sica improvisada, el problema se hace m¨¢s agudo: la previsi¨®n del solista es s¨®lo general -cuando existe-, y no hay que perder de vista que la m¨²sica, entre otras cosas, se hace para ser escuchada. No hablo de endulzar o, como se dice ahora, comercializar la m¨²sica, sino de que la percepci¨®n se atiene a unas leyes que no se pueden pasar por alto.

El cuarteto de George Adams y Don Pullen que ha actuado en el Festival de Jazz de Madrid es un grupo rotundo, fuerte, visceral, intenso, que puede llegar a ser agotador. Elvin Jones es un improvisador que puede estar horas y horas haciendo cosas distintas, y se ensimisma tanto que se olvida de dejar un momento de respiro al que escucha. Un concierto con ese programa puede resultar, y result¨®, un poco excesivo, aunque mucha gente no estar¨¢ de acuerdo: les envidio su capacidad de concentrarse.

George Adams y Don Pullen nos visitaron no hace mucho con la misma formaci¨®n -Cameron Brown al contrabajo y Dannie Richmond a la bater¨ªa-, aunque bajo el nombre de The Last Mingus Band (no confundir con, la Mingus Dinasty del pr¨®ximo domingo).

En esta ocasi¨®n todos estaban en plena forma, incluyendo a Cameron Brown, mucho m¨¢s due?o de s¨ª mismo que entonces, cuando parec¨ªa que el contrabajo era quien le sosten¨ªa a ¨¦l, y no al rev¨¦s.

A diferencia de Mingus, su maestro, el grupo no se preocupa excesivamente por la construcci¨®n de los temas -gran parte de los firmados por Pullen son triviales por completo- y s¨ª de la improvisaci¨®n, definida por el prisma que he comentado y cuyo acierto s¨®lo se puede concretar en relaci¨®n al gusto personal de cada uno, porque de lo que no cabe duda es de tocan con una solidez y una imaginaci¨®n casi brutal.

Particularmente expresivo resulta Adams, de quien adem¨¢s es necesario se?alar su calidad y, univocidad en el sonido. S¨®lo Adams tiene ese timbre compacto y definido que parece trabajado con un compresor porque su efectividad es la misma en todas las regiones, desde los graves profundos hasta los armonicos m¨¢s aflautados.

Hay que decir que en un festival en el que los bater¨ªas no han figurado en primer plano, pero en el que su calidad ha sido manifiesta noche tras noche, la sesi¨®n de las bater¨ªas maestras resultaba particularmente atrevida y atractiva.

Atractivo

El atractivo se diluy¨® parcialmente en la longitud del concierto, y el atrevimiento estaba en el cartel, no en la escena. Las tres bater¨ªas a la vez s¨®lo se unieron en un blues (?menudo compromiso!) en el que -a excepci¨®n de unos pocos minutos en los que consiguieron entenderse los tres a la vez- sobraban, por lo menos, dos bater¨ªas.Eso s¨ª, Roy Haynes es incre¨ªble, Elvin Jones tiene un sentido del metro excepcional (es el ¨²nico que conozco capaz de hacer el¨¢stico el comp¨¢s de un conjunto instrumental, salvaguardando la unidad del todo, y su Jazz Machine se adapta a ¨¦l como un guante), y Joe Chambers es tan parco en la bater¨ªa como en el piano. Es una pena que no se pusieran de acuerdo m¨¢s que en el programa.