Cristales rotos de Espa?a
He le¨ªdo, entre estupefacto y regocijado, el relato Cristales rotos en Espa?a, de Hans Magnus Enzensberger.Aunque halagado por el retrato que hace de mi persona, no puedo menos que dirigirme a sus lectores para evitar que acepten en literalidad su relato.
El se?or Enzensberger ha aplicado a mi persona la exposici¨®n referida al movimiento nacionalista en su proceso hist¨®rico. Porque mal pude yo hacer espionaje para los aliados durante la II Guerra Mundial a mis siete a?os, ni ayudar a pasar una frontera que todav¨ªa no me hab¨ªa tocado cruzar nunca.
Lo del fusil de mi bisabuelo es otra bonita leyenda. As¨ª como los cubiertos de plata del "exquisito" restaurante Machinventa, de Bilbao. En cuanto al tema de los ayatollahs isl¨¢micos, las ideas que me atribuye no corresponden a las que tengo de esos se?ores. Alg¨²n cable de alguna otra entrevista se le ha debido cruzar al se?or Enzensberger, cosa explicable, ya que no tom¨® una sola nota durante la conversaci¨®n que tuvimos.
En todo caso, considero que Hans Magnus Enzensberger posee una imaginaci¨®n m¨¢s mediterr¨¢nea que germ¨¢nica. Y si nos hubiera podido ustedyer a ambos en el almuerzo en cuesti¨®n hubiera podido deducir que el jesuita parec¨ªa ¨¦l, y no yo, dadas sus formas exquisitas y sus modales suntuosos.
Me he permitido enviarle esta nota no s¨®lo porque el art¨ªculo en cuesti¨®n ha aparecido en su diario, sino porque el se?or Enzensberger vino a m¨ª por intermedio de su peri¨®dico.-
Abogado.
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