La democracia en Colombia

Cuesta creer que el presidente Betancur haya ordenado o consentido el sanguinario desalojo del edificio donde funciona la Corte Suprema de Justicia, tomado por decenas de guerrilleros, con los magistrados como rehenes. La vocaci¨®n pacifista que se le atribuye al mandatario colombiano ha quedado, con este suceso, desvirtuada, y evidenciada su falta de coraje ante la prepotencia criminal de las fuerzas armadas. ?stas, como disc¨ªpulas que son de los norteamericanos y ¨¦mulas de la brutalidad israel¨ª, no desaprovecharon la ocasi¨®n que les sirvi¨® el M-19, una organizaci¨®n cuyas actuaciones, desde la muerte de Bateman, parecen inducidas por la desesperaci¨®n. Por que fue, ciertamente, una oportunidad de oro para que los militares se lucieran. La Corte Suprema es acaso la ¨²nica instituci¨®n oficial con su prestigio moral intacto. Las personas que la integran, de la calidad y honradez intelectuales del sacrificado Alfonso Reyes, han merecido siempre la antipat¨ªa de los altos mandos por su condena a la violaci¨®n de los derechos humanos. El M-19, seg¨²n lo ha proclamado, se propon¨ªa que la corte hiciese un pronunciamiento sobre el incumplimiento de los acuerdos de paz por parte del Gobierno. Fatal ingenuidad la de pensar que el Ej¨¦rcito tendr¨ªa escr¨²pulos para respetar la vida de los magistrados de la m¨¢s alta corporac¨ª¨®n civil.Los socialdem¨®cratas europeos

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deben, a pesar de todo, sentirse complacidos, porque ello transcutri¨® dentro de la legalidad de una naci¨®n democr¨¢tica; no importa que esa democracia est¨¦ cimentada en el hambre de la mitad de la poblaci¨®n y se encuentre administrada por una gigante y corrupta burocracia que es tambi¨¦n la clientela electoral de los partidos en el poder; que gracias a ella los grupos financieros y las multinacionales saqueen los recursos del pa¨ªs y que, en su defensa, se aplasten con sa?a todas las manifestaciones de protesta.

Los colombianos rendimos homenaje a los que ofrendaron sus vidas en la b¨²squeda de una patria mejor.- Rodrigo G¨®mez.