El hambre y la paz
LA ACTUAL conferencia de la FAO (siglas en ingl¨¦s de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura), que se est¨¢ celebrando en Roma, tiene un relieve particular. Su acto coincide con el 40? aniversario de su fundaci¨®n en Quebec, y con ello se presta a hacer un balance de su historia.La FAO fue la primera organizaci¨®n especializada que se constituy¨® dentro del sistema de la ONU, y su nacimiento parti¨® de un principio que estaba ya formulado en la Carta del Atl¨¢ntico, firmada por Churchill y Roosevelt durante la guerra contra Hitler. En ella se recog¨ªa la tesis de que el establecimiento de una paz duradera no ser¨ªa posible si a la vez no se protegiera contra el hambre a todos los habitantes de la Tierra. Con esa inspiraci¨®n se trataba de coordinar los esfuerzos de los diferentes Estados para elevar la producci¨®n agr¨ªcola, y en particular la de alimentos.
Por su propio car¨¢cter, la FAO es uno de los centros principales de confrontaci¨®n entre los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, muchos de ellos atenazados por terribles situaciones de miseria, y los pa¨ªses industrialmente avanzados, con medios financieros y t¨¦cnicos para ayudar a superar las cat¨¢strofes que la desnutrici¨®n sigue provocando en amplias esferas del mundo. En el momento en que se celebran las conferencias mundiales, cada dos a?os, con la publicidad que suponen, esa confrontaci¨®n Norte-Sur alcanza los momentos de m¨¢xima tensi¨®n. Este a?o, el discurso del presidente de Per¨², Alan Garc¨ªa, ha despertado tanto la entusi¨¢stica aprobaci¨®n del Tercer Mundo como cierto disgusto en algunas delegaciones occidentales, especialmente en la de EE UU. El joven presidente peruano puso de relieve la injusticia radical de la deuda que pesa sobre tantos pa¨ªses subdesarrollados, y dijo que esa deuda "est¨¢ originada por el intercambio desigual, acrecentada por las tasas de intereses y agravada por el proteccionismo, que disminuye el precio de nuestros productos y bloquea su comercio".
El repetido reproche que ciertos medios occidentales hacen a las organizaciones especializadas de la ONU, acus¨¢ndolas de estar sometidas a una politizaci¨®n excesiva y artificial, tiene sin duda justificaci¨®n cuando las mismas discusiones de la Asamblea General de la ONU se repiten sin cuento en otras sedes. Pero eso no ha ocurrido en la FAO. El tema de la deuda tiene una relaci¨®n directa con el problema del desarrollo agr¨ªcola, y el debate provocado por Alan Garc¨ªa entra de lleno en la funci¨®n propia del organismo.
Felizmente, los temores que pod¨ªan existir de que EE UU repitiese en la FAO una actitud parecida a la que adopt¨® al retirarse de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Educaci¨®n, la Ciencia y la Cultura (Unesco) no se han cumplido. En 1984 hubo ciertas voces en el Congreso de EE UU pidiendo esa retirada, a causa sobre todo de los excesos de la burocratizaci¨®n. Ahora, el director general de la FAO, el liban¨¦s Edouard Sauma, ha presentado un presupuesto con un aumento limitado -poco m¨¢s del 1%-, destinado a cubrir las necesidades apremiantes y disminuyendo, simult¨¢neamente, los gastos burocr¨¢ticos. Estados Unidos, por su parte, se ha limitado a cr¨ªticas puntuales, y su permanencia en la organizaci¨®n no se discute.
Pero lo esencial de la FAO no son los debates p¨²blicos, por ¨²tiles que puedan ser en ciertos momentos. Una red important¨ªsima de planes est¨¢ en marcha para disminuir ¨¢reas est¨¦riles, elevar niveles baj¨ªsimos de productividad, extender la irrigaci¨®n, acabar con plagas destructivas, fomentar industrias locales para la comercializaci¨®n de productos agrarios etc¨¦tera. En particular, la FAO pretende realizar un esfuerzo especial de para a ?frica, y, de hecho, la mitad de su presupuesto est¨¢ dedicada a aquel continente. Tales son las realidades que hacen necesaria la pervivencia de la FAO, y todo indica que en el futuro ser¨¢ preciso que las organizaciones especializadas de la ONU asuman, en cuestiones como alimentaci¨®n, sanidad etc¨¦tera, un papel mucho m¨¢s vasto, ante una evoluci¨®n que va a exigir cada vez m¨¢s concepciones, planes y realizaciones mundiales. En esos programas y trabajos concretos, como son los de la FAO, Espa?a puede desempe?ar un papel valioso y espec¨ªfico, tanto por su presencia en la CEE como por sus v¨ªnculos culturales e hist¨®ricas con amplias zonas del Tercer Mundo.
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