El ordenador y el desorden
EL SIMO cumple desde hace 25 a?os una excelente funci¨®n de muestra del material de lo que en t¨¦rminos generales se llama oficina. Pero basta decir esto para entender que la feria incluye, a su vez, el desorden, el consumismo y la perplejidad ante la invasi¨®n de la inform¨¢tica como cumbre de las formas tecnol¨®gicas. Azafatas elegidas por su sonrisa y su juventud como un encubrimiento de la facilidad y la fluidez del medio son incapaces de responder a las preguntas m¨¢s elementales y se limitan a tender hacia el visitante at¨®nito un folletito en un raro castellano, versi¨®n atolondrada de un original en ingl¨¦s. Mientras tanto, empleados reciclados urgentemente se atoran con las teclas o no aciertan a poner en funcionamiento el aparato reci¨¦n recibido. Muchas veces tienen raz¨®n para no saberlo: al material, mal importado, le faltan algunos elementos b¨¢sicos, "que deben de estar en un paquete todav¨ªa sin abrir", o, simplemente, la ¨²ltima innovaci¨®n llega m¨¢s all¨¢ del adiestramiento. Pocos especialistas en cada caseta son, en fin, capaces de explicar en un lenguaje de pr¨¢ctica diaria el producto que exhiben.?Qu¨¦ aparato, qu¨¦ m¨¢quina de ¨²ltima aparici¨®n es conveniente elegir? El empresario que desea informatizarse se encuentra en el SIMO ante una enorme variedad de ordenadores que parecen sensiblemente iguales, pero cuyas marcas los hacen incompatibles entre s¨ª, hasta el punto de que la adquisici¨®n de un ordenador puede atarle a una f¨¢brica para toda la vida, y si la f¨¢brica, por alguna raz¨®n, falla se encontrar¨¢ en las manos con un material muerto. M¨¢s a¨²n, lo que ha adquirido hoy por algo nuevo -y nuevo, en tanto que ha llegado a Espa?a- puede revelarse viejo el a?o que viene, conocida la celeridad de las innovaciones.
La multitud que acude cada d¨ªa al SIMO es, por otra parte, enormemente variada. Se mezclan desde los profesionales que quieren ver c¨®mo funciona la competencia respecto a los escolares, en cuyas manos puede estar el futuro de la inform¨¢tica en Espa?a, hasta los curiosos que piensan encontrarse con robots de pel¨ªcula o las maravillas del mundo moderno. Demasiados intereses, ilusiones y esperanzas, dispares entre s¨ª, como para ser atendidos por los empleados de cada marca. La idea de que en el futuro haya un cuerpo de especialistas neutrales que sean capaces de escuchar las necesidades de los visitantes, aconsejarles en lo que necesitan, explicarles seriamente los precios y la forma en que ¨¦stos pueden repercutir en su empresa y encaminarlos hacia las opciones posibles puede ser idealista, pero, a la vez, parece la ¨²nica v¨ªa posible para una racionalizaci¨®n de la introducci¨®n de esta forma electr¨®nica en Espa?a y de sus auxiliares, a menos que queramos una vez m¨¢s enfrentarnos con la improvisaci¨®n y el despilfarro.
El consumo masivo de los productos inform¨¢ticos dif¨ªcilmente se sustrae de las irracionalidades que acompa?an al mercado. Introducci¨®n forzada, prematura o acompa?ada de falta de preparaci¨®n de los ordenadores en la ense?anza; infrautilizaci¨®n de los ordenadores dom¨¦sticos, adquiridos m¨¢s como un gadget m¨¢s de la nueva privacidad; implantaci¨®n sin estrategias de sistemas inform¨¢ticos en la gesti¨®n, con la creaci¨®n de incompatibilidades para futuras ampliaciones de las redes o de la potencia, o con servidumbre respecto a l¨ªneas de productos o programas. Todos estos hechos suelen acompa?ar con frecuencia las comprensibles, aunque a veces desproporcionadas, ansias de abrir y saturar mercados por parte de las empresas de comercializaci¨®n.
Frente a ello, un sal¨®n como el SIMO debiera ser m¨¢s un factor de orden, pedagog¨ªa y est¨ªmulo racional, de cara a los profesionales -pero tambi¨¦n de cara a los profanos-, que no un alborotado zoco de aparatos. La difusi¨®n de una cultura inform¨¢tica que permita a los ciudadanos espa?oles escapar del gap intelectual en que se encontrar¨¢n muchos pa¨ªses dentro de pocos a?os, el est¨ªmulo a la creaci¨®n de una industria espa?ola, principalmente en el terreno del software -los programas-, terreno en el que s¨®lo se requiere inteligencia y esfuerzo de investigaci¨®n, dependen tambi¨¦n de que manifestaciones como el SIMO aparezcan ante los consumidores como esfuerzos coherentes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.