El socialismo y la Espa?a vertebrada
Las claves de lo que se ha venido denominando la transici¨®n espa?ola hay que buscarlas en primer lugar en aquellos obst¨¢culos seculares que se alzaban ante el devenir hist¨®rico del pa¨ªs.Se buscaba en primer lugar construir un Estado moderno, rematar la revoluci¨®n burguesa siempre iniciada y que topaba con disfunciones estructurales. Se hacen diversos intentos, pero son siempre esfuerzos individuales, elitistas o de grupo, que no calan en el conjunto de la sociedad espa?ola, que no alcanzan el nivel de conciencia colectiva. Es como si los arbitristas o los hombres de la Ilustraci¨®n se perpetuaran, ya en pleno siglo XIX, y en el XX, en un vano empe?o academicista, generoso y torpe, por asentar unos h¨¢bitos, por decretar unosideales, sin tener en cuenta el poder de unas estructuras arcaicas pero bien arraigadas en el entramado social de la naci¨®n. Entre otras razones, la modernizaci¨®n del Estado, cuya misma forma de Gobierno mon¨¢rquico o republicano es cuestionada por unos y por otros, no se llevar¨¢ a cabo por persistir una dial¨¦ctica de hostilidad y desconfianza entre los principales actores del reparto, entre los detentadores reales del poder pol¨ªtico y las capas liberalizadoras, entre las oligarqu¨ªas retardatarias y una burgues¨ªa reacia a asumir su propio papel, entre gran parte de la Iglesia y los intelectuales, entre el poder din¨¢stico y las fuerzas sociales en ascenso, entre un pasado en descomposici¨®n cuyos zarpazos son a¨²n temibles y un presente, combativo y ut¨®pico, que a¨²n no acierta a abrirse camino. Son las famosas dos Espa?as, o sise prefiere una Espa?a contradictoria que a¨²n no hab¨ªa encontrado su s¨ªntesis definitiva.
Los viejos males que han producido ese estado de cosas han ido desapareciendo (como el final de la quijotesca empresa colonial), pero su desaparici¨®n, acompa?ada de frustraciones, crea nuevos traumas que dificultan la adecuaci¨®n del pa¨ªs a la necesaria modernidad y europeizaci¨®n. Es cierto que la Generaci¨®n del 98 y la Instituci¨®n Libre de Ense?anza representan importantes eslabones en los intentos contempor¨¢neos de modernizar Espa?a. Pero surgen al mismo tiempo cirujanos de hierro y ap¨®stoles del irredentismo. Y con su mejor voluntad, los intelectuales de la II Rep¨²blica fracasan en su didactismo ilusionado, y se ven desbordados por una cruenta guerra civil que no es sino la tr¨¢gica culminaci¨®n de dos siglos de incomprensiones y escaramuzas irresueltas.
Falta igualmente, durante ese largo tiempo de balbuceos, un efectivo asentamiento del papel del Estado dentro de la sociedad. La acci¨®n pol¨ªtica se hace lenta, burocr¨¢tica y omn¨ªmoda ante una sociedad a su vez carente de recursos para espolearla.
Los gobernantes, caciques surgidos de una farsa electoral hip¨®crita y castiza, regentan sus ministerios con un desinter¨¦s feudal, como antes lo hicieran con sus bufetes de abogado, sus c¨¢tedras o sus fincas. Las regiones renacientes, en lo cultural y en lo pol¨ªtico, se enfrentan con la incomprensi¨®n y la desconfianza de Madrid.
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