La nueva Castellana
Despojada del superlativo que le otorgaba al omnipresente general su patronazgo, la recuperada Castellana opone al colosalismo sin alma de los Nuevos Ministerios los cuerpos gloriosamente reconstituidos de los travestidos que a espaldas de do?a Isabel la Cat¨®lica, en los parterres del Museo de Ciencias Naturales, retozan libremente al caer la noche, para esc¨¢ndalo de los escasos habitantes de la zona.Poco a poco van ganando estas aves nocturnas de colorido plumaje y aire vivaz el and¨¦n opuesto a los Nuevos Ministerios, saliendo al encuentro de los veh¨ªculos con su ambigua oferta. Incluso en los d¨ªas m¨¢s crudos del invierno permanecen en sus puestos y exhiben sus bustos de silicona y los encajes de su lencer¨ªa ¨ªntima en el heroico acecho.
La desolaci¨®n nocturna de esta zona en sus dos aceras favorece estas maniobras clandestinas pero los travestidos a¨²n no se han atrevido a inmiscuirse bajo los severos soportales, que ahora vigilan adem¨¢s dos cicl¨®peas esculturas de Pepe Noja, dos pr¨®ceres republicanos que ocupan el lugar que les pertenece, a pocos metros del ecuestre bronce de un caudillo pedestre, anclado a las puertas de una de sus m¨¢s s¨®lidas construcciones.
Los planos, de antes de la guerra, que se deb¨ªan a Zuazo, fueron respetados por los arquitectos del nuevo r¨¦gimen, pero con una variante decisiva que sustituy¨® el menestral ladrillo previsto por el recio granito que los vencedores utilizaban con profusi¨®n para significar su vocaci¨®n de prevalecer en el tiempo y en el espacio.
Pero m¨¢s que obra fara¨®nica, los Nuevos Ministerios parecen una escenograf¨ªa de Orson Welles para el proceso de Kafka, un edificio de oficinas moscovita o un palacio fascista dedicado a la diosa Burocracia.
Paisaje de Chirico
S¨®lo la uniforme sucesi¨®n de arcadas que da al paseo de la Castellana puede ofrecer cierta armon¨ªa, morbosa e inquietante como un paisaje de Chirico, siempre que el observador posea ciertas facultades alucinatorias y el entorno aparezca solitario y silencioso. La confluencia de la Castellana con Raimundo Fern¨¢ndez Villaverde ofrece en horas diurnas un ajetreo febril por la concurrencia de unos grandes almacenes y del tejido subterr¨¢neo de los centros comerciales de Azca, que en la noche alumbra los reclamos de bingos, pubs y cabar¨¦s en los s¨®tanos de las metalizadas torres.
En el vientre de esta urbanizaci¨®n fluyen los autom¨®viles que se entrecruzan en varios niveles; en la superficie, Picasso recibe el homenaje de unos jardines cosmopolitas, casi n¨®rdicos si no fuera por el enrevesamiento de pasadizos, rampas y glorietas an¨®nimas.
Crecen como hongos de orgulloso tallo los edificios acristalados hasta las alturas, muchos de ellos sin nombre todav¨ªa, diseminados azarosamente en esta Babel que hace frontera con Orense y se corta ante un colorista mural de Joan Mir¨® que cubre el frontispicio horizontal del Palacio de Congresos. Mir¨® y Per¨®n se dan la mano por un azar del nomencl¨¢tor urbano ante el estadio de don Santiago Bernab¨¦u, a¨²n m¨¢s impersonal con el revoco que le pusieron para el Mundial 82, cuando las tribus m¨¢s diversas del globo acampaban con banderas y pendones en sus contornos, aderezados para la ocasi¨®n con nuevos bancos, parterres y jardineras, con aire de urbanizaci¨®n playera improvisada.
Este bunker que se alza m¨¢s arriba, erizado de garitas, es ahora Ministerio de Defensa, tras haber sido ocupado por el de Informaci¨®n y Turismo y luego por el de Cultura y Deportes. Albergue multiusos, depositario durante largas d¨¦cadas de las zah¨²rdas de la censura y de las poltronas de los mentores de la vaca gorda del turismo, este plomizo bloque interrumpe por su parte trasera el alegre corredor de Capit¨¢n Haya, que acompa?a en paralelo a la Castellana con sus establecimientos nocturnos en los que ejecutivos de provincias, pol¨ªticos en tr¨¢nsito y noct¨¢mbulos profesionales beben de las feraces ubres de la noche top-less, night-club, masaje sauna.
Estamos ya a la altura del Cuzco, en cuyos contornos posee Afrodita innumerables lugares de culto; Alberto Alc¨®cer y Capit¨¢n Haya acompa?an al virtuoso Doctor Fleming, al que veneran de anta?o las profesionales de este barrio, que no hace mucho se llamara de Corca por habitar en ¨¦l paisanos del general McArthur.
La dulce presencia norteamericana se localiza en Helen's, una pasteler¨ªa especializada en brownies y tartas con genuino sabor a Disneylandia.
Muere la Castellana ante el mascar¨®n de proa del monumento a Calvo Sotelo, barco imposible, anclado y bien anclado en la plaza de Castilla, con la contumacia caracter¨ªstica de los monumentos del g¨¦nero.
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