Sobre 'los nov¨ªsimos' y sus postrimer¨ªas
Me llegan ecos de un debate veraniego santanderino sobre los nov¨ªsimos, tanto en su sentido estricto, los nueve poetas reunidos por Castellet en Los nueve nov¨ªsimos, o en su sentido general: la poes¨ªa espa?ola m¨¢s joven. Me ocurre lo mismo que al cerdo de Alexis el Griego. Le han cortado los atributos viriles, se los est¨¢n comiendo Alexis y sus compinches y siente la tentaci¨®n irresistible de irrumpir en el comedor. He tenido siempre la sensaci¨®n de que los nueve poetas reunidos por Castellet hemos pagado un duro precio por aquella selecci¨®n, mejor dicho, todos menos uno, Pedro Gimferrer, t¨¢citamente considerado y considerable como inmortal desde la adolescencia. Ah¨ª es nada, Castellet, de un colectivo de 10.000 poetas j¨®venes, o los que fueran, seleccionaba nueve, con lo que sembraba 9.991 agravios, multiplicados por los agravios compartidos de los amigos, amigas, novios, novias, amantes, maridos, esposas, madres, padres, t¨ªos, t¨ªas, abuelos, abuelas de los 9.991 no escogidos. La selecci¨®n de Castellet fue, adem¨¢s, interpretada como la propuesta de un grupo coherente y de una tendencia; muy pocos se tomaron la molestia de deslindar las radicalmente diferentes po¨¦ticas que coexist¨ªan en aquel libro, y hasta un notable tratadista me clasific¨® como poeta veneciano, junto a Giniferrer, por el simple hecho de que yo en un poema, en un solo poema, hablaba de algo m¨¢s o menos veneciano. Dec¨ªa que un verdugo, y me estaba refiriendo a Franco, se miraba en las venecianas aguas de un espejo roto. Consto, pues, como poeta veneciano en una antolog¨ªa po¨¦tica para estudiantes universitarios.Peores cosas me han dicho. Pero lo que me resulta dif¨ªcil de aceptar es la tesis, por alguno o alguna sostenida en Santander, de que la propuesta de Castellet fue "una operaci¨®n comercial". Mal est¨¢ el saber literario en este pa¨ªs, mucho peor que la literatura, y prueba de ello es que alguien pueda considerar comercial la operaci¨®n de lanzar un grupo de poetas o una propuesta po¨¦tica. Cualquier editor de poes¨ªa sabe que eso no es comercio, que eso no es negocio, y s¨®lo la obsesi¨®n persecutoria de la literatura que se vende puede permitir el desliz analfabeto que nos ocupa. Los nov¨ªsimos, la antolog¨ªa de Castellet, fue la fotograf¨ªa de una parte de la entonces joven poes¨ªa espa?ola: captaba un fragmento y un momento y ten¨ªa el valor de muestra de una evoluci¨®n est¨¦tica, perfectamente situable dentro de la l¨®gica interna de nuestra literatura contempor¨¢nea. Como toda literatura, la nuestra es siempre hija de su propia tradici¨®n y de la informaci¨®n posible recibida de otras culturas literarias, pero nosotros, adem¨¢s, entre 1939 y 1978, hemos de considerar el importante valor a?adido de la represi¨®n franquista. Es ese valor a?adido el que peculiariza la poes¨ªa social o el realismo novelesco de los cincuenta, como peculiariza la poes¨ªa de la experiencia o de la vivencia, e incluso peculiariza la reacci¨®n est¨¦tica de los nov¨ªsimos.
Porque algo nos un¨ªa. Haber asimilado la relativizaci¨®n del sujeto po¨¦tico, ya practicada por los Valente, Biedina, Barral, Ferrater, Gonz¨¢lez, Crespo, Goytisolo y compa?¨ªa; haber comprendido la relativizaci¨®n de la funci¨®n social-hist¨®rica de la literatura; valorar la exigencia de lo literario y rechazar la justificaci¨®n de las buenas intenciones ideol¨®gicas; partir de un nivel de informaci¨®n cultural superior en relaci¨®n a las promociones de la posguerra, en parte gracias al esfuerzo hecho por las promociones de la posguerra. Pocas cosas m¨¢s compart¨ªamos radicalmente, y si alguien se toma la molestia de releernos comprobar¨¢ que cada poeta es un caso, comprobaci¨®n que se obtendr¨ªa tambi¨¦n si se leyera a los 9.991 poetas que Castellet no seleccion¨®. Otra cosa es que, como efecto ¨²ltimo del bandazo antisocial, la literatura espa?ola viviera durante buena parte de los a?os setenta bajo la dictadura de una literatura ensimismada y se privilegiara la tendencia po¨¦tica m¨¢s ensimismada, me resisto a llamarla esteticista, derivable de los nov¨ªsimos. Basta comprobar al d¨ªa por d¨®nde va la apuesta de nuestra cr¨ªtica de urgencia y de nuestra cr¨ªtica acad¨¦mica para deducir que est¨¢n construyendo un neoacademicismo literario, consagrador de esa literatura ensimismada que, en mi opini¨®n, se puede convertir en arqueolog¨ªa inmediata, nov¨ªsima o posnov¨ªsima. Como es natural, la poes¨ªa espa?ola no termin¨® en los nueve nov¨ªsimos seleccionados ni en los 10.000 nov¨ªsimos potenciales. Nov¨ªsimos los hay siempre, en la medida en que envejece la promoci¨®n anterior, e incluso esta hermosura de nov¨ªsimos de hoy y de ma?ana dejar¨¢n de serlo dentro de 10 a?os, por mucho que busquen la piedra filosofal de la eterna posmodemidad. Por eso reclamo que, en nuestra condici¨®n de seniors, se nos lea tal como somos, ya no como nov¨ªsimos, o se nos cite con propiedad documentada. Por ejemplo, no hace mucho en las p¨¢ginas de este diario un, por otra parte, excelente escritor, publicaba el r¨¦quiem 1.000 o 2.000 de Los nov¨ªsimos y se esforzaba en demostrar que casi todos los poetas seleccionados por Castellet ya no ¨¦ramos poetas, ¨¦ramos novelistas, o cr¨ªticos, o profesores, o jurados de premios literarios. Le falla la memoria o el archivo al ilustre articulista; en casi todos los nueve casos, y en lo que a m¨ª respecta, cuando Castellet me meti¨® en su selecci¨®n nacional s¨®lo hab¨ªa publicado dos libros de poemas y en la actualidad he publicado cinco, el ¨²ltimo, y excelente, en 1982, con el t¨ªtulo de Praga. Cinco libros son muchos libros, demasiados dir¨ªa yo, y creo merecer la etiqueta de poeta que no ha dejado en mal lugar la opci¨®n de Castellet: es decir, ser uno de los 10.000 mejores poetas espa?oles a fines de la d¨¦cada de los sesenta. Respeto, pues, a la edad y a la obra que ya nos aqueja, y paciencia temperada en las promociones actualmente nov¨ªsimas que pronto dejar¨¢n de serlo, porque, y lo s¨¦ por propia experiencia, a todo puerco le llega su San Mart¨ªn.
Aunque tal vez conseguir¨ªamos la paz y la objetividad cr¨ªtica por el simple hecho de que se callaran de una vez los parientes y allegados de los 9.991 agraviados. En cuanto a ¨¦stos, consiguieron rehacer sus vidas y algunos de ellos son espl¨¦ndidos poetas en ejercicio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.