Montserrat Caball¨¦, la 'div¨ªsima'
Volvi¨® la diva en su plenitud y el superlativo se impone: Montserrat Caball¨¦ es una div¨ªsima o, como dir¨ªa Celibidache en su espa?ol nunca aprendido del todo, una divis¨ªsima. Tal calificativo lo merece en grado extremo quien es capaz de un par de horas de m¨²sica tan alta como la escuchada el martes en el Teatro Real, en conmemoraci¨®n de Haendel, en el recital que presidi¨®, entusiasmada, la reina Sof¨ªa, a beneficio de la Fundaci¨®n que lleva su nombre.Los divos y div¨ªsimos est¨¢n sujetos a todo tipo de especulaciones y leyendas: unas veces alimentadas por ellos mismos o por sus creadores de imagen; otras, nacidas en el seno de la meloman¨ªa fans y multitudinaria. Lo cierto es que los seguidores de la l¨ªrica, llevan el "estado de cuentas" de sus favoritos con detallismo anal¨ªtico: "est¨¢ peor de voz, est¨¢ mejor, tiene m¨¢s brillantes los agudos, ha ganado en graves". As¨ª hasta el infinito.
Obras de Haendel y Rossini
Concierto en favor de la Fundaci¨®n Reina Soria. Montserrat Caball¨¦, soprano. Miguel Zanetti, Piano. Teatro Real. 3 de diciembre.
Cuando el concepto de int¨¦rprete y hasta el mismo t¨¦rmino de diva se hace depender de la categor¨ªa musical, por encima incluso de los privilegios vocales, que nuestros abuelos denominaban canoros, se da el gran espect¨¢culo: el que trasciende de la mera virtuosidad para ingresar en estancias verdaderamente culturales, el que eleva a una artista, Montserrat Caball¨¦, en este caso, desde su condici¨®n de diva a la de div¨ªsima.
Haendel el oratorista y el operista sonaron en la voz de Caball¨¦ de modo portentoso. La capacidad de pentagramas como los de Teodora, Jeft¨¦, Joshua o Rinaldo para actualizarse, que en esto consiste la capacidad de perduraci¨®n de una expresi¨®n musical, es infinita, y la Caball¨¦ lo demostr¨® en medio del desbordado aplauso de los 2.000 asistentes al Teatro Real.
Frase a frase, matiz a matiz, a trav¨¦s de una conmovedora l¨ªnea de continuidad agitada/ serenada por la preciosa din¨¢mica de Montserrat, con sus legendarios mezzo pianos y pianisimos, la perfecci¨®n a¨¦rea de sus runs, p¨¢ginas como la hermosa aria da capo Leb wohl, de Jeft¨¦, o la tensa, la tensa Lascia ch'io pianga (Rinaldo), o la espectacular, italianizante y emblem¨¢tica Oh, had i jubals lyre, se alzaron como un casi milagro, pues ciertas consecuciones carecen de entera explicaci¨®n racional.
La belleza de la materia vocal de Caball¨¦ es tan legendaria como su misma condici¨®n de artista. A trav¨¦s de un color entre belliniano y ressiniano, seguimos cinco ejemplos maestros del compositor de P¨¦saro. Estuvo ausente el creador del g¨¦nero bufo para triunfar el menos atendido de la gran ¨®pera seria que en arias como la de Maometto II nos sit¨²a en pleno operismo verdiano: por la estructura de la vocalidad y por la asunci¨®n en los pentagramas de lo teatral que signific¨® la superaci¨®n del paralelismo m¨²sica-drama. El genio ressiniano fundi¨® en una sola personalidad el tri¨¢ngulo formado por ¨¦l mismo con Bellini y Donizetti, la herencia barroca y hasta beethoveniana, la espiritualidad de la ¨®pera c¨®mica e incluso, d¨ªgase lo que se diga, la diferenciaci¨®n frente al Mozart m¨¢s aparente cercano.
Montserrat Caball¨¦ se constituy¨®, ante nosotros, en su concierto del Teatro Real, en una de esas int¨¦rpretes geniales de Rossini que cuentan en la historia de la m¨²sica porque, aun fieles al esp¨ªritu y el texto, a?aden algo importante: lo necesario para que escuchemos esos pentagramas como reci¨¦n nacidos. Colabor¨®, dentro de su peculiar tono de eficacia, el pianista Miguel Zanetti y Montserrat se vio materialmente vitoreada. No hay mejor resumen cr¨ªtico para la noche del martes que el que encierran las cinco letras de una sola palabra: ?bravo!
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