El juez
Anoche so?¨¦ con el juez Lerga. No fue una pesadilla, ni mucho menos una dormida on¨ªrico-monetaria. Fue el t¨ªpico sue?o seco y realista de la segunda hora. Ve¨ªa yo al peque?o y fr¨¢gil juez Lerga en mitad de una nube de periodistas, luchando por abrirse paso hasta su autom¨®vil en medio de la espesa jungla de micr¨®fonos, c¨¢maras, fogonazos y bol¨ªgrafos. Es la primera vez que tengo un sue?o judicial y no s¨¦ lo que hubiera diagnosticado Freud de esta extra?a aparici¨®n nocturna. Sospecho que la culpa la tienen los chicos del cuarto poder. Desde hace un tiempo, la nube de periodistas se ha trasladado de los h¨¦roes del ejecutivo y el legislativo a las figuras del tercer poder. Los grandes titulares ya no tienen como materia prima informativa a ministros y parlamentarios, cada d¨ªa m¨¢s aburridos y redundantes, sino a jueces, magistrados, fiscales y abogados. Y, claro, lo que la nube cubre con su manto amplificador tiene bastantes posibilidades de ser luego reproducido en sue?os. No descarto la torcida interpretaci¨®n freudiana, pero me parece bastante l¨®gico que se me aparezca en sue?os el juez Lerga con paraguas negro y pinta de Woody Allen.Es m¨¢s, estoy convencido de que so?ar con jueces es s¨ªntoma de normalidad hist¨®rica. Gracias a estos procesos sensacionalistas que han logrado desbancar de las primeras planas a ministros enamorados, obispos respondones y militares feroces, los hombres del tercer poder han perdido, por fin, su absurda condici¨®n sagrada de entes invisibles, intangibles e indiscutibles. Esa secuencia en las escaleras del ya familiar edificio de los delitos monetarios, con el juez Lerga ametrallado despiadadamente por los utensilios del cuarto poder, manoseado por los curiosos, incluso interpelado por los palazonistas y los ruizmate¨ªstas, es todo un logro de la sociedad civil. La nube informativa que rodea a los hasta ahora intocables miembros del tercer poder no es, como se dice, un obst¨¢culo para el ejercicio de su alta misi¨®n, sino la mejor garant¨ªa contra los errores y los abusos judiciales. Cuando la gente est¨¢ mirando es m¨¢s dif¨ªcil equivocarse. Y si los jueces se sienten so?ados, entonces podemos dormir tranquilos.
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