Gigantismo de cat¨¢logo

Junto con Pale rider, Silverado es una pel¨ªcula destinada a probar las posibilidades de resucitar el western como g¨¦nero, maniobra coincidente con otras tambi¨¦n empe?adas en volver a poner en marcha las viejas formas de diversi¨®n en vista de que las modernas, tan ensimismadas en sus reflexiones ling¨¹¨ªsticas, han devenido aburridas o minoritarias.Es en este contexto, precedido de una evoluci¨®n hacia la mala conciencia que comienza con el baziniano superwestern y sigue con la parodia y la desmitificaci¨®n para llegar a planteamientos crepusculares (de Ra¨ªces profundas a La balada de Cable Hogue, pasando por Cat Ballou y Peque?o gran hombre, es un posible resumen del camino recorrido), cuando aparece este nuevo empe?o por hacer montar a caballo a los actores, ponerles las pistolas al cinto y lanzarlos a recorrer enormes llanuras. En Pale rider la opci¨®n ha consistido en contar una historieta de Lucky Luke fotografi¨¢ndola a la manera de Ingman Bergman; en Silverado la f¨®rmula es la mera acumulaci¨®n, algo as¨ª como un elogio del cat¨¢logo.

No hace falta repetir toda la argumentaci¨®n de Bazin para comprender lo dif¨ªcil que hoy resulta dar vida a la ¨¦pica del enfrentamiento entre barbarie y civilizaci¨®n, a veces atravesada por la furia de la venganza, siempre glosando el individualismo de un h¨¦roe volcado hacia dentro, al que nada preocupan el triunfo social o la moral burguesa. Es m¨¢s, cualquier tema cl¨¢sico del g¨¦nero que quiera desarrollarse en la actualidad se enfrenta inmediatamente con la existencia de un realismo hist¨®rico e iconogr¨¢fico, de manera que el mito pierde fuerza en manos de la verdad, y s¨®lo abrazando los estereotipos del comic -que exigen miles de cad¨¢veres y un sadismo desprovisto de malicia- es posible rodar westerns, tal y como lo probaron espa?oles e italianos en tierras de Almer¨ªa y como a¨²n ahora quiere demostrar Clint Eastwood a trav¨¦s de versiones sofisticadas del llamado spaghetti western.

Revisar la historia

Por eso, porque es dif¨ªcil, Lawrence Kasdan ha optado por entresacar un poco de varios t¨ªtulos claves: la aventura de los carromatos y el personaje femenino proceden de Caravana de mujeres, las secuencias de combates multitudinarios est¨¢n extra¨ªdas de Los siete magn¨ªficos, el duelo final tiene resonancias de Solo ante el peligro, aunque tampoco nos olvidamos de El pistolero. Los conflictos familiares y la historia del hijo que quiere vengar al padre asesinado tambi¨¦n tienen precedentes ilustres, aunque no es tan claro como en Pale rider, donde la referencia a Ra¨ªces profundas era obvia.Que para fabricar un filme de algo m¨¢s de dos horas sea preciso revisar toda la historia del western para saquearla, sin otro prop¨®sito que beneficiarse de su poder de fascinaci¨®n, no es demasiado estimulante y marca los l¨ªmites del actual gusto por el revival, siempre circunscrito a los aspectos m¨¢s superficiales, de moda, de un per¨ªodo. Claro que Silverado es un filme muy bien hecho, con un gui¨®n trabajado, que engarza varias historias, un decorado impresionante -el mayor jam¨¢s construido para un western- y algunas secuencias que est¨¢n a la altura del modelo, al igual que la m¨²sica, un pastiche de varios temas c¨¦lebres; pero todo el gigantismo del proyecto -"en eso s¨ª se contradice el esp¨ªritu del viejo western- se basa en cimientos que tienen m¨¢s que ver con la especulaci¨®n sociol¨®gica que con una real necesidad de contar. La perfecci¨®n t¨¦cnica en un filme americano de gran presupuesto no es nunca novedad, aunque en ella se base una buena parte de la fuerza hipn¨®tica del producto. En Silverado esa perfecci¨®n funciona hasta que se empieza a echar en falta ese plus de humanidad y autenticidad que define a las grandes cintas del g¨¦nero, capaces de individualizar a sus h¨¦roes y sacarlos del cat¨¢logo.