P¨ªo XII
P¨ªo XII ha sido el Papa de nuestra vida, aunque por nuestra vida hayan pasado tantos Papas. Y esto por dos razones: porque fue el Papa de nuestra infancia y pubertad (largo reinado), y porque ¨¦l era como m¨¢s Papa que todos los Papas que han venido despu¨¦s, en el sentido de que ten¨ªa m¨¢s aureola (y no digo m¨¢s carisma porque entonces no se dec¨ªa). P¨ªo XII fue el ¨²ltimo Papa antiguo, que no se mov¨ªa del Vaticano como Dios no se mueve del cielo. Estos Papas zascandiles de ahora representan demasiado su papel de Papas, dicho sea para mi gusto personal, con todo respeto y desde un punto de vista, digamos, profesional, period¨ªstico, y no, naturalmente, cat¨®lico, que, para eso, Papas tiene la Santa Madre Iglesia. Estos, repito, hacen de Papas, y lo hacen muy bien. P¨ªo XII era el Papa. Todav¨ªa alcanz¨® P¨ªo XII la ¨²ltima punta de nuestra fe confusa e infantil, de modo que lleg¨® a reinar un poco en nosotros, en nuestras almas de postguerra y barro santo. A Isidorito, un suponer, un ni?o de San Pedro Latarce, que era el que mejor daba el catecismo en la escuela, y que se pasaba las noches en su pueblo estudiando a los padres Ripalda y Vilari?o, se le aparec¨ªa luego el Papa, cuando sal¨ªa al corral¨®n a mear, antes de irse a dormir:-?Y qu¨¦ te dice don P¨ªo XII, Isidorito?
-Que conf¨ªe en la victoria de Hitler, por el bien de la cristiandad. Que rece por Hitler.
-Pero dice Radio Espa?a Independiente que Hitler mata muchos jud¨ªos.
-Claro. Jud¨ªos malos. Los que mataron a Cristo.
-?Es que tambi¨¦n hay jud¨ªos buenos?
Isidorito, que era el te¨®logo del recreo, dudaba un momento:
-S¨ª, pero pocos.
-?,Y tu padre qu¨¦ te dice, Isidorito?
-Que no salga a mear al corral a esas horas.
Los dem¨¢s Papas dicen que encarnan a Cristo. P¨ªo XII era como si encarnase ¨¦l s¨®lo las tres personas de la Sant¨ªsima Trinidad, cuando abr¨ªa los brazos como un crucificado de flashes, como un crucificado /fusilado, y levantaba al cielo la cabeza de ave (al Esp¨ªritu Santo se le suele representar como una paloma, quiz¨¢ como concesi¨®n a P¨ªo XII). Ahora hemos comprendido, los ni?os de la guerra (mundial) por qu¨¦ la Iglesia no ha beatificado a P¨ªo XII, ni indicios. Bueno, yo lo comprend¨ª en Estocolmo, en el estudio de Peter Weiss (que hac¨ªa un abstracto mal¨ªsimo), adonde me hab¨ªa llevado su ex suegro (Weiss ya estaba casado con otra, pero manten¨ªa buenas relaciones con aquel se?or alto, elegante, con barba blanca y corta: son suecos).
Alguien me ley¨® su comedia (1) sobre P¨ªo XII, que luego conocer¨ªa el mundo entero, y aunque la Iglesia cogi¨® un cabreo celestial con aquella funci¨®n, cuya tesis y documentos fueron negados, parece que la Iglesia, infinitamente sabia, dando por perdida la causa de P¨ªo XII en la tierra, no quiso perderla tambi¨¦n en el cielo:
-P¨ªo XII estaba con Hitler-, me dijo Peter Weiss, innecesariamente, despu¨¦s de haberse le¨ªdo la funci¨®n.
-Ya me lo dec¨ªa a m¨ª Isidor¨ªn.
-?Qui¨¦n?
-S¨ª, hombre, Peter. Isidor¨ªn, el de San Pedro Latarce, el que sab¨ªa tanto catecismo.
P¨ªo XII ten¨ªa una m¨¢quina de afeitar el¨¦ctrica y blanca, y ten¨ªa a sor Pasqualina (hay dudas sobre la ortograf¨ªa de esta monja, o mejor, de su nombre: muri¨® no hace tanto). Cuando P¨ªo XII se puso malo de muerte, la Prensa internacional, y por p¨¢lido reflejo la espa?ola (finales de los cincuenta), empez¨® a dar detalles fisiol¨®gicos y no muy aperitivos de c¨®mo se muere un Papa, hasta que alguien salt¨® aqu¨ª en Madrid diciendo que basta, que un respeto, que los Papas no mueren, sino que asuntan. Desde entonces han muerto varios Papas en mi vida, pero ya no he visto diagn¨®stico m¨¦dico ni seguimiento period¨ªstico de la enfermedad. A lo mejor es que presto menos atenci¨®n al tema.
En seguida vino Juan XXIII. Si P¨ªo XII parec¨ªa encarnar a las Tres Personas en Una, Juan XXIII, siendo mucho m¨¢s gordo, s¨®lo se encarnaba a s¨ª mismo, y esto le hac¨ªa como m¨¢s real, de manera que se entendi¨® bien con Kruschev (2), que tambi¨¦n era gordo, y con Kennedy, que no era tan gordo, pero se entend¨ªa con todo el mundo. Juan XXIII fue el primer Papa que empez¨® a viajar, desde los del Renacimiento, porque los gordos es que no se saben estar quietos. Al nacionalcatolicismo espa?ol no le gustaba nada Juan XXIII, y dec¨ªan en sus logias blancas que era la reencarnaci¨®n de Le¨®n XIII, pero m¨¢s entrado en carnes. Una reencarnaci¨®n suculenta. Cuando muri¨®, en las logias blancas y en las canciller¨ªas beatas o¨ªrnos decir que Dios hab¨ªa hecho un milagro:
-Estaba acabando con la Iglesia.
A m¨ª no me parec¨ªa ning¨²n milagro matar a un gordo, que siempre est¨¢n expuestos. Y es cuando vino Pablo VI, que aqu¨ª el rojer¨ªo lo celebr¨® con una gran tortilla de patata, porque, cuando cardenal, este se?or hab¨ªa sido como muy antifranquista. Luego se vio con Pablo VI, como se hab¨ªa visto o se ver¨ªa con Eisenhower, De Gaulle y hasta con los rusos, que le iban cogiendo aprecio a Franco, con el trato, y una vez m¨¢s pas¨® el peligro. De excomulgarle, nada. ?C¨®mo se va a excomulgar a un se?or que va a misa bajo palio? Ser¨ªa un sinsentido. Pablo VI viaj¨® a la India y por ah¨ª, y Pem¨¢n se fue tras ¨¦l, de cronista. No parec¨ªa que a Pem¨¢n le gustase mucho el turismo apost¨®lico de aquel que un amigo m¨ªo llamaba "Pastor Zascandilus". Pablo VI fue el pastor intelectual que devolvi¨® el reba?o cat¨®lico al redil tradicional, desactivando silenciosamente el Vaticano II, mientras hac¨ªa como si lo perpetuaba. Hombre inteligent¨ªsimo, gran pol¨ªtico, volvi¨® a intelectualizar la Iglesia, a la que Juan XXIII hab¨ªa prestado una tierna violencia de humanidad que la Iglesia no ten¨ªa desde los falsos Papas. Muerto Pablo VI, vino Juan Pablo I, que dur¨® un d¨ªa o as¨ª: me lo dec¨ªa Bergam¨ªn cenando en casa de una amiga del doctor Barros:
-Le han dormido en el Se?or.
Y se sabe que el cat¨®lico Bergam¨ªn mataba a un Papa por una frase (3). Y Juan Pablo II, el Papa que vino del socialismo, el Wojtyla que vino de ese cielo de segunda que es el fr¨ªo y la nieve. Tambi¨¦n nos ha salido muy viajero y hasta han querido matarle. Hoy, un jefe de Estado que no haya tenido varios atentados, no es nadie. De Kennedy para ac¨¢, el plomo de los atentados es la m¨¢s alta condecoraci¨®n, la reificaci¨®n de unos personajes en los que el agnosticismo colectivo (pol¨ªtico/religioso) apenas cree. A otros, con m¨¢s suerte, les sale un c¨¢ncer a tiempo, les explota un Watergate. Si no ocurre nada de esto, lo mejor es montarse un atentado tercermundista o esperar pacientemente a que el Tercer Mundo nos apunte su telerrifle. Juan Pablo II ha hecho descender el papado de la teolog¨ªa al periodismo. Ha cambiado la paloma que soltaba siempre P¨ªo XII por una botella de cocacola, aunque ¨¦l tambi¨¦n suelta palomas, pero son palomas que hablan en polaco: bellas, pero ininteligibles, como el teatro de Kantor. En estos momentos, el Vaticano es noticia o no es nada. Por eso a?oramos a P¨ªo XII, el Papa de nuestra vida, de nuestras vidas, el hombre en quien todav¨ªa vimos a la Sant¨ªsima Trinidad retrat¨¢ndose, porque nos restaba una tierna y ¨²ltima punta de fe. All¨ª, en el estudio sueco de Peter Waiss, entre su mala pintura abstracta (incrustaba ruedecitas de reloj en el lienzo, o sea, hac¨ªa pop), me habr¨ªa gustado tener a Isidor¨ªn, el de San Pedro de Latarce, el ni?o de mi colegio que mejor daba el catecismo, para que rebatiese el testimonio teatral e hist¨®rico del gran escritor alem¨¢n. Pero Isidor¨ªn se volvi¨® a San Pedro Latarce a envejecer y seguir leyendo el catecismo, mientras las gallinas le pon¨ªan huevos en los huevos. La Iglesia no es que se haya abierto al mundo, con los viajes de los Papas, sino que ha vuelto al m¨¢s descarado proselitismo, despu¨¦s de haber renunciado a ¨¦l formalmente. S¨®lo que antes era un proselitismo parroquial y ahora es planetario (y aldeano a lo McLuhan). Con P¨ªo XII, el Papa gracias al cual uno puede decir que le ha visto la cara a Dios, termina una era de la Iglesia.
Termina la Iglesia teologal, ritual e inm¨®vil, y comienza la Iglesia reportaj¨ªstica, marchosa, meticona y televisual. Han cambiado la teolog¨ªa por la telegenia. Pero no tiene uno doctorado de la Santa Madre Iglesia, ni de ninguna otra Iglesia, holding, secta o partido, logia o cosa, para hacer la cr¨ªtica hist¨®rica del papado. S¨®lo quer¨ªamos aqu¨ª dejar santo y se?a de un Papa que, por las se?as, parece que no fue santo, contra lo que nos dec¨ªan a diario nuestros maestros de escuela y lo que nos dec¨ªan los domingos en la catequesis. Yo he visto a la Sant¨ªsima Trinidad con faldas, y eso se lo debo a P¨ªo XII. S¨¦ que decir esto puede costarme alg¨²n disgusto. Isidor¨ªn, ni?o teol¨®gico que hoy ser¨¢s un viejo como yo, pero con gallinas: ¨¦chame una mano.
Notas: 1. El vicario. 2. Se hab¨ªan conocido en un c¨®ctel, en Roma. 3. Bergam¨ªn jugaba a un Unamuno con m¨¢s ingenio, pero s¨®lo con m¨¢s ingenio.
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