El Papa recuerda la presencia del "maligno", en su homil¨ªa final
JUAN ARIAS, Juan Pablo II presidi¨® ayer, en la bas¨ªlica de San Pedro, una imponente ceremonia durante la que concelebr¨® la misa con los 150 padres sinodales. En la homil¨ªa, el Papa record¨® de nuevo la presencia del "maligno" en el mundo. En la bas¨ªlica, todo luc¨ªa como un ascua. Se mezclaban los colores blanco y oro de las casullas del Papa y de los celebrantes con el rojo sangre de algunos cardenales, el violeta de los monse?ores y el verde de las plantas en torno al altar de la confesi¨®n, convertido en un jard¨ªn. Todo, grandioso e ¨ªntimo a la vez. Todo, interior y recogido, el esp¨ªritu que ha caracterizado este s¨ªnodo, que ha vuelto al concepto de Iglesia misterio, olvid¨¢ndose de la Iglesia como pueblo de Dios.
Fuera, el tiempo romano era de un gris plomo que amenazaba lluvia o nieve. La plaza de San Pedro, vac¨ªa, sin pueblo. La procesi¨®n de los padres sinodales vestidos de ceremonia, que hace dos semanas -el d¨ªa de la apertura- hab¨ªa salido del port¨®n de bronce para recorrer la plaza a trav¨¦s de las columnas de Bernini antes de entrar en la bas¨ªlica, fue eliminada; y todo se celebr¨® de puertas adentro.Durante su homil¨ªa, Juan Pablo Il record¨® al demonio afirmando que el concilio "profesa en toda su plenitud y profundidad el misterio de la redenci¨®n"; y que toda la iglesia "se apoya sobre el fundamento de este misterio, con el que vence", dijo, "la fuerza del maligno". La liturgia era la de la Inmaculada Concepci¨®n, y el papa Wojtyla record¨® que la Iglesia mira hoy "a trav¨¦s del prisma de su tipo virginal y a la vez materno". Y a?adi¨® que la verdadera Iglesia de Cristo sufre de la "enemistad" del demonio pero que "por gracia de Dios no le teme".
Por lo que se refiere al s¨ªnodo, las ¨²ltimas palabras del discurso de Juan Pablo II en la bas¨ªlica de San Pedro han sido reveladoras de c¨®mo el papa Wojtyla ha visto lo que ha ocurrido en Roma en estos 15 d¨ªas de examen de conciencia del concilio, que hab¨ªa sido, en expresi¨®n de un cardenal brasile?o, "la experiencia m¨¢s apasionante de la Iglesia de nuestro siglo".
Juan Pablo II dijo ayer textualmente: "Al final del segundo milenio la Iglesia desea vivamente ser la Iglesia del mundo contempor¨¢neo; desea con todas sus fuerzas servir de tal manera que la vida humana sobre la tierra sea cada vez m¨¢s digna del hombre". A?adi¨® enseguida lo que ha sido el gran pero de este s¨ªnodo al concilio de Juan XXXIII y de Pablo VI, tras haberlo cubierto antes de piropos como se cubre de flores una tumba: "Pero al mismo tiempo", se lee en el texto del Papa, "la Iglesia es consciente de que puede realizar este misterio solamente en la medida en que es, en Cristo, sacramento de la uni¨®n ¨ªntima con Dios, y por ello es tambi¨¦n sacramento de la unidad de todo el g¨¦nero humano".
"Pueblo de Dios"
Tampoco ayer, como en los documentos de este s¨ªnodo, figur¨® ni una sola vez en el discurso del Papa la expresi¨®n m¨¢s novedosa del concilio; la Iglesia vista como pueblo de Dios".
La homil¨ªa de de San Pedro fue de alg¨²n modo completada con otra que, con motivo de la fiesta de la Inmaculada, pronunci¨® por la tarde el mismo Juan Pablo II en la bas¨ªlica romana de Santa Mar¨ªa la Mayor, de la cual es can¨®nigo el Rey de Espa?a como privilegio por el oro regalado por los espa?oles, tra¨ªdo de las conquistas para adornar su artesonado.
Antes, el papa Wojtyla hab¨ªa puesto un ramo de flores, como es costumbre cada a?o, ante la estatua de la Inmaculada en la castiza plaza de Espa?a, frente a la Embajada espa?ola ante el Vaticano. Este a?o Juan Pablo II se encontr¨® all¨ª con una novedad. Despu¨¦s de 10 a?os, no fue ya recibido por un alcalde comunista, sino por uno democristiano y cat¨®lico, mientras que, al rev¨¦s, por primera vez, el embajador de Espa?a que le estrech¨® la mano no es un cat¨®lico, sino un no creyente. El Papa pidi¨® a la Virgen ante ellos que "rompa las cadenas de los oprimidos, d¨¦ luz a los ciegos, arroje el pecado de los hombres y d¨¦ la paz al mundo".
En Santa Mar¨ªa la Mayor se refiri¨® otra vez del s¨ªnodo, afirmando que confiaba el concilio "en las manos de la Imaculada"; y agreg¨® que, "unidos a la Inmaculada, la potencia de la cruz y de la resurrecci¨®n de Cristo, se revelar¨¢ m¨¢s fuerte que los males que hay en el mando provienen del mundo y de fuera de ¨¦ste".
Record¨®, por en¨¦sima vez en la misma jornada, que "la Iglesia es misterio y sacramento". Acab¨® pidiendo en tono de oraci¨®n a la Virgen que llame a la unidad y a la`comuni¨®n de la Iglesia "a los que se han alejado o la han roto con la rebeli¨®n, la desobediencia y el pecado". Y, alzando los ojos a la imagen de Mar¨ªa de la bas¨ªlica, concluy¨®: "T¨², que has estado preservada de toda mancha desde tu concepci¨®n, defiende a tus hijos en la lucha contra el poder de las tinieblas y contra las insidias del error y de la mentira".
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