El Madrid gana por vez primera en Tel Aviv

ENVIADO ESPECIAL"Una vez m¨¢s hemos hecho historia". Es ¨¦sta una frase acu?a da en el banquillo madridista, en tono entre festivo e ir¨®nico. Pero tiene su parte de rigor. Tras m¨¢s de una d¨¦cada de visitas a Tel Aviv con regreso cariacontecido, el pabell¨®n del Maccabi hab¨ªa cosechado fama de inexpugnable. Pero, ayer, gan¨® el Real Madrid en condiciones claras de inferioridad. Eso es historia. Una defensa magistral en la se gunda parte, una selecci¨®n de tiro de manual (80%) y un partidazo de Robinson, llevaron al espectador local a una carencia de expresiones bien completa: aplausos iniciales, murmullos, v¨ªtores (el equipo se despega), euforia (descanso), silencio (el rival aguanta) y pitos. Finalmente, desfil¨® el p¨²blico hacia el exterior, inmutable ante una se cuencia de triples de Berkowitz.
La inteligencia y la entrega que emplearon los jugadores madridistas en el segundo tiempo marca el valor real de un equipo consciente de poseer un esp¨ªritu de elite. Afrontar con serenidad, pero a la vez con garra, lo que se esperaba como cruel protocolo de una derrota anunciada, para convertirlo en victoria, es algo que escapa al mero planteamiento t¨¢ctico. Lolo Sainz sabe que cuenta con un valor inmaterial en sus jugadores, no cuantiable en las estad¨ªsticas, pero que es, en definitiva, el que a?ade una nota dife rencial. A partir de ah¨ª un equipo aprende a ser campe¨®n, unos jugadores adquieren el sentido de saber estar entre los mejores y de c¨®mo se puede llegar a ello. La segunda parte ten¨ªa visos de protocolo, no s¨®lo porque el Maccabi llevaba ligera ventaja en el descanso (53-47) sino por todo lo que hab¨ªa sucedido an tes. Dispuestos los israel¨ªes en defensa zonal 2-3 por temor a no dominar convenientemente el rebote, se trabajaron en ataque la destrucci¨®n de lo que ellos pen saban que era la principal circunstancia que les. situaba en desventaja: el segundo p¨ªvot. Ellos calculaban igualar a Magee con Robinson, pero sab¨ªan que Romay superaba a Lassof. Sin embargo, Romay, en diez minutos, se sentaba con cuatro personales. Adem¨¢s, Rull¨¢n, nueve minutos despu¨¦s, sufr¨ªa la misma suerte.
Ya al irse Romay, el Maccabi se puso en defensa individual para rematar la faena. Se sent¨ªan m¨¢s seguros. S¨®lo fallaron dos cosas: que Jamchi y Berkowitz, los dos lanzadores, eran bien defendidos y que Robinson hab¨ªa alcanzado un nivel inesperado, con una extraordinaria secuencia de siete aciertos consecutivos a canasta.
Lleg¨® el momento crucial. Corbal¨¢n jugaba despacio, con sangre fr¨ªa, sacando provecho del tremendo respeto que le infunde a Aroesti, un base local que ha de presenciar c¨®mo 10.000 espectadores ovacionan la presentaci¨®n de Corbal¨¢n, por encima, incluso, de su propia salida en cancha. El Real Madrid buscaba control del pase, apoyo en la flexibilidad de Robinson, tiro hiperselectivo y acciones muy claras. En defensa, todo lo contrario: furia, marcar oliendo el aliento del rival, cerrar el pase a Magee y morir por el rebote. El Real Madrid ten¨ªa que desarrollar dos personalidades muy distintas.
Robinson le robaba a Magee espacio para dar siquiera un paso. Iturriaga y Del Corral no cedieron ni medio metro, ni Townes aprovech¨® la mala colocaci¨®n de Lassof. El Maecabi no sacaba provecho a su altura y, ya entre un silencio delator de su afici¨®n, ve¨ªa c¨®mo Magee ca¨ªa por personales al querer solucionar el caso Rob¨ªnson. A pesar de los colegiados, que hicieron un fino trabajo en la primera mitad, la supuesta superioridad se torn¨® en arma peligrosa: los jugadores israel¨ªes se sintieron impresionados por la evidencia en que les situaba el juego madridista. A¨²n as¨ª, el equipo espa?ol sufri¨® cinco personales casi consecutivas en ataque.
Alcanzar una ventaja de 11 puntos en plena superioridad de juego parec¨ªa, incluso, insuficiente. Era penoso presenciar c¨®mo se regalaban canastas de tres puntos a Berkowitz, y c¨®mo los ¨¢rbitros interrumpieron el juego madridista en los momentos finales con decisiones muy discutibles. Sin embargo, esos elementos no rebajaron la altura del juego madridista, que roz¨® la perfecci¨®n de su concentraci¨®n en una canasta de tres puntos de Robinson en el momento id¨®neo, y en la ejecuci¨®n impecable de tiros libres en los momentos en que son vitales. Iturriaga, una vez m¨¢s, coloc¨® la guinda con un lanzamiento acertado en el ¨²ltimo segundo. El Real Madrid se coloca ahora en situaci¨®n id¨®nea para aspirar a la final.
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