El s¨ªnodo
Las cosas han llegado a ponerse de tal manera en la Iglesia que ya consideramos un triunfo que el reciente s¨ªnodo haya reafirmado la doctrina del Vaticano II. ?Qu¨¦ otra cosa pod¨ªa hacer el s¨ªnodo? Es importante comprender que un s¨ªnodo no tiene autoridad sobre un concilio ecum¨¦nico. Quiero decir que el s¨ªnodo ten¨ªa que acatar el concilio y someterse plenamente a ¨¦l. El hecho de que se hayan planteado dudas en este sentido es la prueba m¨¢s evidente de que estarnos viviendo un proceso de profunda involuci¨®n en la Iglesia. Una involuci¨®n que ha quedado patente incluso en el mensaje final del s¨ªnodo.En efecto, mientras que el Vaticano II centr¨® su ense?anza sobre la Iglesia en la idea de ¨¦sta como pueblo de Dios, el s¨ªnodo ha insistido sobre todo en la idea de la Iglesia como misterio. Mientras que el concilio afirm¨® el pluralismo teol¨®gico y la creatividad de las Iglesias locales, el s¨ªnodo anuncia la publicaci¨®n de un catecismo universal, que es tanto como hablar de uniformidad de doctrina para todos. Mientras que el Vaticano II mir¨® al mundo con optimismo y en actitud de di¨¢logo, el s¨ªnodo emite un juicio cerradamente negativo del mundo y desde una postura de marcado enfrentamiento. La cosa me parece que est¨¢ clara: aunque el s¨ªnodo ha afirmado verbalmente que reafirma las ense?anzas del concilio, en realidad ha marcado acentos y posturas que no estaban en el Vaticano Il. No nos enga?emos. La involuci¨®n sigue en marcha. Y ahora seguramente con m¨¢s fuerza que antes del s¨ªnodo.-
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