'Operaci¨®n Supervivencia'
El holocausto at¨®mico suscita miedo. El holocausto del hambre provoca verg¨¹enza. Son dos temas emblem¨¢ticos de este final del siglo XX. El derroche armament¨ªstico que desarrolla una cultura de exterminio y el exterminio por hambre que fomenta un genocidio silencioso, son las dos caras de la misma medalla. De ah¨ª que 93 premios Nobel suscribieran un manifiesto-lla-mamiento en 1981 y que desde entonces se hayan llevado a cabo miles de iniciativas en las dos direcciones se?aladas: alimentaci¨®n y desarme.El lanzamiento de esta Operaci¨®n Supervivencia coincide en Espa?a con un momento de clara mentalizaci¨®n sobre la carrera de armamentos, los bloques militares y el disparate at¨®mico. Se pone de manifiesto la insensatez de los gastos militares ante los consumos sociales y las necesidades b¨¢sicas de fuera y dentro de Espa?a. De nada sirve argumentar al extreme?o, andaluz o marginado urbano que nuestro pa¨ªs alcanza los 5.640 d¨®lares per c¨¢pita frente a los 600 de Bolivia, los 380 de Sud¨¢n o los 260 de la India; o que la esperanza de vida respectiva sea , para los mismos pa¨ªses, de 74, 51, 47 y 52 a?os, ya que si dicho andaluz, extreme?o o marginado urbano vive en condiciones penos¨ªsimas de subsistencia, como testifica el informe de C¨¢ritas sobre la pobreza en Espa?a, no podr¨¢ por m¨¢s que sentirse un paria de la tierra.
Pobreza interior y exterior son comunicantes, pero al mismo tiempo tienen dimensiones y soluciones distintas. Paco Casero, el l¨ªder andaluz de los jornaleros del SOC (Sindicato de Obreros del Campo), afirmaba recientemente que en Andaluc¨ªa hab¨ªa desnutrici¨®n, pero no hambre al nivel africano, por ejemplo, y citaba el caso de ayuntamientos muy pobres, que destinaban un 0,7% de su presupuesto a la cooperaci¨®n al desarrollo, en solidaridad con los m¨¢s pobres. Un term¨®metro de la alimentaci¨®n en la Andaluc¨ªa rural lo constituyen, siempre para Casero, el aumento del consumo de carne, que coincide con el pago del subsidio de desempleo.
Este marco de referencia es imprescindible para situar a la Operaci¨®n Supervivencia, aqu¨ª y ahora, dentro de nuestro pa¨ªs. Por una parte, nuestro ingreso en el Mercado Com¨²n motivar¨¢, aunque no sea m¨¢s que por mimetismo con los dem¨¢s pa¨ªses, un ascenso de nuestra participaci¨®n al desarrollo de los pueblos, la cooperaci¨®n al desarrollo, que actualmente s¨®lo llega al 0,04% de nuestro PIB (Producto Interior Bruto), ya que en la Comunidad Europea existe una comisi¨®n que espec¨ªficamente se ocupa de esta problem¨¢tica y ha puesto en marcha un Fondo Europeo de Desarrollo y llevado a buen t¨¦rmino tres convenciones de Lom¨¦; por otra, la inevitable din¨¢mica Norte-Sur jugar¨¢ tambi¨¦n una baza en el incremento de nuestra contribuci¨®n a la ayuda oficial al desarrollo.
Desarrollo entendido, claro est¨¢, como calidad de vida y posibilidad de liberarse por s¨ª mismos de las trabas insuperables de una total carencia de necesidades b¨¢sicas y comenzar una existencia digna en que quepan la cultura y la formaci¨®n de horizontes propios.
Desde la sociedad operan iniciativas ciudadanas, m¨¢s o menos organizadas, m¨¢s o menos eficaces, pero que desempe?an una labor de mentalizaci¨®n interna y proporcionan una ayuda en forma de microrrealizaciones dispersas. Desde el Gobierno la intervenci¨®n tiene que ser distinta, formar parte de la pol¨ªtica exterior, ser un objetivo pol¨ªtico, que prescinda de victimismos y de apresurados y torpes lavados de conciencia, para convertirse en un servicio p¨²blico, en una nueva faceta de la protecci¨®n civil, pero a escala internacional. Ello sirve para las emergencias debidas a cat¨¢strofes naturales o humanas, y para la cooperaci¨®n al desarrollo exterior.
Esta es la revoluci¨®n copernicana que supone la Operaci¨®n Supervivencia: transformar en objetivo de Estado la lucha contra el exterminio por hambre, inscribir en los presupuestos anuales una partida sustanciosa que rebaje de forma evidente la tasa de mortalidad en una zona del planeta amenazada de genocidio por la avanzada del desierto o por las err¨®neas decisiones pol¨ªticas. Por esta raz¨®n, Italia, pa¨ªs pionero en este campo, ha desdoblado la figura del comisario extraordinario que se ocupa de las cat¨¢strofes tipo terremotos, t¨ªpica operaci¨®n de protecci¨®n civil, al ¨¢mbito internacional con el salvamento por parte de la Armada de los boat-people o con la intervenci¨®n central con planes elaborados que liberen a una zona determinada del flagelo del hambre y del subdesarrollo. Este Fondo de Supervivencia, que ha sido imitado tambi¨¦n con distinto alcance en B¨¦lgica y Luxemburgo, lleva aparejada esta nueva mentalidad de protecci¨®n civil, de asistencia p¨²blica, al servicio de un ideal humanitario de gran envergadura.
A la larga tambi¨¦n los ej¨¦rcitos del mundo ir¨¢n constituy¨¦ndose en unidades civiles de protecci¨®n civil, que defender¨¢n las cuencas hidrogr¨¢ficas y los bosques, proporcionar¨¢n alimentaci¨®n de socorro y realizar¨¢n otras muchas tareas, por no hablar del saneamiento de las megal¨®polis, y nos centraremos en la cooperaci¨®n internacional, en la que la aviaci¨®n pueda brindar alas para la paz y no inservibles lujos, juguetes mort¨ªferos para adultos. Es una meta lejana, pero razonable, para utilizar un valioso patrimonio humano, que a poco que la humanidad entre en juicio quedar¨¢ obsoleto.
Este germen de esperanza de rescatar vidas de la muerte, de evitar los anunciados Dachau y Auschwitz contempor¨¢neos, puede ser una notable contribuci¨®n de nuestra pol¨ªtica exterior, que est¨¢ en peligro de militarizarse al m¨¢ximo y de entrar en la fuga mundi de lo tecnol¨®gico intergal¨¢ctico. M¨¢s cerca existe un objetivo: la Operaci¨®n Supervivencia.
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