La pregunta

CON MAYOR fortuna que los miembros del Congreso de los Diputados, cuyo Pleno sobre pol¨ªtica de seguridad y defensa convocado para el 19 de diciembre qued¨® aplazado -por decisi¨®n de los socialistas- hasta comienzos de febrero, los asistentes al Comit¨¦ Federal del PSOE, reunido en Madrid el pasado s¨¢bado, tuvieron la oportunidad de ser informados por el presidente Gonz¨¢lez de sus planes en torno al refer¨¦ndum sobre la OTAN. Seg¨²n algunos informantes, cuyo testimonio no ha sido desmentido, esas confidencias incluyeron las l¨ªneas maestras de la pregunta que ser¨¢ sometida en consulta a los ciudadanos. El hecho de que Felipe Gonz¨¢lez haya antepuesto su condici¨®n de secretario general del PSOE a su papel institucional como presidente del Gobierno resulta altamente significativo.Aunque los socialistas contin¨²en predicando la necesidad de que el prometido refer¨¦ndum sea considerado por todos los espa?oles como un asunto patri¨®tico o como una cuesti¨®n de Estado, cada vez se hace m¨¢s evidente la naturaleza de pol¨ªtica interna y el car¨¢cter partidista de la consulta.

El Comit¨¦ Federal aprob¨® por aplastante mayor¨ªa el documento-propuesta del PSOE titulado Una pol¨ªtica de paz y seguridad, cuyo aire profesoral resulta perfectamente adecuado para su ¨¢tono contenido doctrinal. Con independencia del juicio que merezca para cada cual la decisi¨®n de fondo adoptada por los socialistas, la principal dificultad de su campa?a en favor de la permanencia en la OTAN va a ser la necesidad de polemizar con su propio pasado antiatlantista. Salvo la oposici¨®n a la integraci¨®n militar -manteniendo la confusi¨®n deliberada sobre lo que esto implica o no implica-, las cr¨ªticas de la inoportunidad del ingreso en 1981 y las matizaciones en torno a las distintas repercusiones sobre el equilibrio internacional de la entrada o de la salida de Espa?a en la OTAN, el documento aprobado por el PSOE repite las tesis mantenidas por UCD hace cuatro a?os para argumentar el ingreso en la Alianza y combate abiertamente los argumentos que los socialistas expresaron contra esa medida.

Pero no es la cuesti¨®n de la OTAN lo que en este momento parece ser debatido, sino el problema mismo del refer¨¦ndum. Si se confirman las informaciones publicadas, lo que el Gobierno estar¨ªa dispuesto a hacer no es tanto un refer¨¦ndum sobre la permanencia o no en la Alianza Atl¨¢ntica cuanto un plebiscito sobre el llamado dec¨¢logo de pol¨ªtica exterior; o sea, que despu¨¦s de la pol¨ªtica de la ambig¨¹edad calculada nos acercamos a la de la calculada ambig¨¹edad. Es evidente que el Gobierno trata de llevar a cabo la consulta con una sola condici¨®n previa: el convencimiento moral de que la ganar¨¢. Ateni¨¦ndose a los sondeos de opini¨®n, y habida cuenta de la abstenci¨®n anunciada por la derecha, los socialistas s¨®lo cuentan con sus propios votos -muchos de ellos arrastrados en 1982 por la pasi¨®n antiatlantista- para cumplir su compromiso formalmente adoptado con los aliados de permanecer en la OTAN. Por eso, si la pregunta sometida a refer¨¦ndum tiene finalffiente los perfiles que las informaciones sobre el debate en el Comit¨¦ Federal dejan entrever, hay buenos motivos de preocupaci¨®n: nos encontrar¨ªamos no ante una consulta sobre el deseo de los ciudadanos respecto a que Espa?a sea miembro o no de la Alianza, sino ante el prop¨®sito abierto de los socialistas de identificar sus propias opciones de partido -el dec¨¢logo citado- con los intereses nacionales o generales de Espa?a. Y haciendo suya una abominable herencia de nuestro reciente pasado, esa decisi¨®n constituir¨ªa el primer paso para arrojar a la antiEspa?a a los discrepantes o a los adversarios, de cualquier ideolog¨ªa.