Sainete de Pascuas
LA CANCELACI?N del espacio televisivo La clave -registrado a nombre propio por Jos¨¦ Luis Balb¨ªn como si se tratara de un bien personal o de un invento- y la posterior suspensi¨®n de su ¨²ltimo programa han permitido a los actores de este sainete desplegar ante la opini¨®n p¨²blica todas las megaloman¨ªas imaginables. Nadie ha ex plicado las aut¨¦nticas razones por las que Balb¨ªn, que hac¨ªa un buen programa de debate y fue un p¨¦simo di rector de los servicios informativos de TVE tras la victoria del PSOE, cort¨® su luna de miel con los socialistas y se enemist¨® con sus antiguos protectores. Mayor curio sidad suscita, sin embargo, averiguar si el motivo de su primir La clave ha sido la sugerida ca¨ªda de la audiencia del espacio -hip¨®tesis poco cre¨ªble-, un ajuste de cuentas con su presentador o el temor a alg¨²n programa inconveniente sobre la OTAN. Pero la historia del alguacil alguacilado se hace carne y sangre ahora en la persona de Jos¨¦ Luis Balb¨ªn, que fingi¨® enfermedades y minti¨® abiertamente para justificar -en su d¨ªa, y en plena entente con el Gobierno- la suspensi¨®n de un debate televisivo sobre pol¨ªtica municipal. O sea, que las apelaciones a la libertad de expresi¨®n pueden ponerse, en este caso, entre par¨¦ntesis, las haga quien las haga.A lo largo de varios a?os, Jos¨¦ Luis Balb¨ªn convirti¨® La clave en un interesante foro para la discusi¨®n de temas pol¨ªticos, ideol¨®gicos, sociales y culturales. Aquello funcion¨® hasta que su identificaci¨®n personal con el programa le llev¨® a retener las funciones de presentador del mismo mientras desempe?aba al tiempo la tarea de director de los servicios informativos. Un buen director no hubiera hecho eso nunca, y un buen presentador tampoco. Un director general como es debido no lo hubiera permitido. Pero esa historia de simbiosis con el programa explica la supervaloraci¨®n por su presentador del papel desempe?ado en la vida espa?ola por La clave, cuyo car¨¢cter de programa de televisi¨®n dejaba paso en sus fantas¨ªas a la portentosa imagen de una instancia competidora con las Cortes Generales y los poderes p¨²blicos. A eso -y a una considerable falta de respeto a los televidentes- habr¨ªa que atribuir la decisi¨®n final de armar la gorda en su ¨²ltimo programa, cambiando de tema y de invitados para poner en aprietos al Gobierno.
Hay que reconocer que si Balb¨ªn hac¨ªa esto es porque los dem¨¢s -Gobierno y directivos de TVE- se comportaban de igual manera. No es una historia de buenos y malos, sino de manoseo, arbitrariedad y falta de profesionalidad permanente en TVE. As¨ª que la reacci¨®n de los directivos de Televisi¨®n Espa?ola ante el desaf¨ªo balbiniano ha logrado convertir al locutor Balb¨ªn en un h¨¦roe de la libertad de expresi¨®n. Siguiendo la consigna socialista de que a nadie est¨¢ permitido echar un pulso al Gobierno sin perderlo, Calvi?o lanz¨® los tanques audiovisuales sobre el despechado presentador de La clave y decidi¨® la suspensi¨®n de su ¨²ltimo programa. Pues bien, el ejercicio del derecho al pataleo en la peque?a pantalla no le hubiese proporcionado a Balb¨ªn ni la mil¨¦sima parte de satisfacciones que esa implantaci¨®n descarada de la censura. La televisi¨®n socialista se ha hecho con las ramas de un mismo ¨¢rbol, y el espect¨¢culo de canibalismo que han dado sus rectores en estos cuatro a?os es s¨®lo comparable a las traiciones, conspiraciones y trapisondas de los barones de UCD. A este paso. quedar¨¢ de unos lo que qued¨® de los otros.
La ¨²ltima censura de La clave indica de nuevo el temor reverencial de los socialistas hacia la peque?a pantalla y la permanente actitud de manipulaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica desde el monopolio estatal. Los programas de debate, sobre la OTAN o sobre cualquier otra cosa que interese al p¨²blico, son esenciales a cualquier televisi¨®n verdaderamente pluralista. La nota oficial difundida por TVE acusa a Balb¨ªn de creer "que la direcci¨®n de un programa equivale a una posesi¨®n de una patente de corso, sin otra ley ni otros l¨ªmites que el capricho o los intereses de quien lo ejerce", as¨ª como de utilizar a los invitados del programa "corno instrumento de sus propios intereses". Por desgracia, la denuncia de los intentos de patrimonializar la televisi¨®n p¨²blica no tiene como ¨²nico ni principal destinatario al ex presentador de La clave. Tambi¨¦n el Gobierno y el partido que lo apoya parecen creerse en posesi¨®n de una patente de corso sobre la televisi¨®n estatal. Por eso el Gobierno y la plana mayor de RTVE, en la que figuraba Jos¨¦ Luis Balb¨ªn hace escaso tiempo, tienen superiores derechos a recibir el mismo denuesto.
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