?Por qu¨¦ cotin¨²a la Corriente?
Recientemente, y bastante a pesar nuestro, la Corriente Socialista Autogestionaria (CSA) ha vuelto a estar de actualidad en los medios de comunicaci¨®n, debido a la noticia cierta de la marcha de un peque?o grupo de compa?eros a la UGT y al PSOE, y a las confusas y a veces manipuladas noticias de una supuesta disoluci¨®n de la CSA o una hipot¨¦tica salida de la misma de Comisiones Obreras (CC OO).Por ello nos hemos visto obligados a un cierto esfuerzo de clarificaci¨®n interna, necesario y positivo sin duda, despu¨¦s de transcurridos cinco a?os de nuestra integraci¨®n en CC OO, y que no est¨¢ de m¨¢s que hagamos p¨²blico, a causa sobre todo de la posible confusi¨®n que ciertas noticias hayan podido producir entre los trabajadores en general y entre nuestros compa?eros de CC OO en particular.
Cuando, hace ahora poco m¨¢s de cinco a?os, un importante contingente- de cuadros y militantes hist¨®ricos de la USO nos incorporamos a CC OO como Corriente Socialista Autogestionaria, sin renunciar a nuestra ideolog¨ªa ni a nuestra identidad, eran pocos los que daban algo por nuestro futuro en CC OO. Ten¨ªamos, ciertamente, frente a nosotros entonces una gran dificultad objetiva: el no reconocimiento de las corrientes en CC OO. Adem¨¢s, todos ¨¦ramos conscientes de que ten¨ªamos que afrontar un gran reto: el mantenimiento de nuestra identidad, de nuestra concepci¨®n del sindicalismo, aut¨®nomo de los partidos y pluralista, en el seno de una confederaci¨®n sindical con influencia mayoritaria del PCE.
Los militantes socialistas que entonces nos incorporamos a CC OO ¨¦ramos plenamente conscientes de estas dificultades, y as¨ª lo expresamos en nuestros documentos. Sin embargo, optamos por incorporarnos a CC OO por razones muy profundas y meditadas, que no estar¨¢ de m¨¢s recordar ahora:
1. Evitar, en la medida de nuestras posibilidades, la divisi¨®n del movimiento obrero y del sindicalismo en dos bloques, anti y pro comunista, con el consiguiente debilitamiento.
2. Reforzar con nuestra presencia la autonom¨ªa y el pluralismo, que reconoc¨ªamos imperfectos, de CC OO.
3. Colaborar y trabajar, junto con todos los dem¨¢s compa?eros, en el seno de unas CC OO que consider¨¢bamos y valor¨¢bamos como sindicato de clase, unitario, pluralista y participativo, y como "la ¨²nica central sindical a la que
el sistema capitalista y el poder pol¨ªtico temen; hasta el punto de considerarla su principal enemigo organizado" (ponencia aprobada en el congreso de la CSA del 27 de abril de 1980).
En resumen, analizamos entonces que la situaci¨®n social y pol¨ªtica hac¨ªa de CC OO blanco de ataque de la derecha, el capital y el Gobierno, y que, reconociendo las dificultades existentes, nuestra tarea y nuestra concepci¨®n sindicales pod¨ªan y deb¨ªan desarrollarse en el seno de esta central sindical.
Sin perder la identidad
Analicemos, pues, ahora, ya que el tema ha vuelto a salir a la luz p¨²blica, si aquellas razones siguen vigentes y si nuestra presencia en CC OO sigue siendo ¨²til, e incluso posible, sin la p¨¦rdida de nuestras se?as de identidad y autenticidad.
En primer lugar, no cabe duda de que el panorama pol¨ªtico y social ha cambiado notablemente en estos cinco a?os. En medio han quedado, nada menos, el hundimiento y desaparici¨®n de UCD, un intento de golpe de Estado, el clamoroso triunfo del PSOE en 1982, el auge de AP, el declive y desmembramiento del PCE, la prolongaci¨®n de la crisis econ¨®mica con su consecuente aumento de los parados a casi tres millones y la pr¨¢ctica consolidaci¨®n de dos ¨²nicas centrales, UGT y CC OO, como representantes del mundo sindical en el conjunto del Estado, por no citar m¨¢s que los hechos m¨¢s relevantes. Cabr¨ªa, pues, preguntarse si ese panorama pol¨ªtico cambiante puede haber hecho variar nuestra valoraci¨®n de CC OO y, en consecuencia, la de nuestra presencia en dicha central.
No cabe duda de que el triunfo de un partido como el PSOE supon¨ªa un vuelco en el panorama pol¨ªtico y social. Por primera vez en la historia de Espa?a llegaba al poder, en tiempo de paz, un partido de izquierda, con el apoyo multitudinario de las capas populares y progresistas de la poblaci¨®n. La situaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica no permit¨ªa esperar milagros, pero s¨ª ¨¦ramos muchos, entre nuestras propias filas, quienes esper¨¢bamos un aut¨¦ntico cambio. Por ello, algunos de entre nosotros levantamos nuestra voz en los ¨®rganos de direcci¨®n de CC.OO ante lo que nos pareci¨® entonces un excesivamente precipitado ataque frente al primer Gobierno de izquierdas de este pa¨ªs.
Sin embargo, transcurridos ya tres a?os de Gobierno socialista, y a punto casi de finalizar la legislatura, no se puede, a nuestro juicio, seguir manteniendo desde el punto de vista sindical el apoyo a una pol¨ªtica econ¨®mica y social que se ha mostrado no ya insuficientemente progresista, sino abiertamente regresiva en demasiados aspectos. La forma autoritaria y cerril como se ha llevado a cabo la reconversi¨®n industrial, el recorte de las pensiones, la disminuci¨®n del poder adquisitivo de los trabajadores, la altaner¨ªa del Gobierno a la hora de negociar con los sindicatos (con todos, no s¨®lo con la UGT) y un largu¨ªsimo etc¨¦tera hacen que ning¨²n sindicato pueda hoy, ni siquiera la UGT, dejar de enfrentarse con el Gobierno, por muy de izquierdas que se llame.
Hab¨ªa y hay, pues, raz¨®n objetiva para las movilizaciones que CC OO ha promovido, con independencia de que ¨¦stas hayan podido ser intencionalmente aprovechadas por los distintos partidos de izquierdas presentes en la confederaci¨®n. Cuando cientos de miles de trabajadores espa?oles pararon el pasado 20 de junio no fue por un oscuro manejo de este o aquel partido, sino porque la pol¨ªtica social del Gobierno les hab¨ªa llenado de irritaci¨®n, y CC OO, como era su deber, hab¨ªa sabido recoger y encauzar esa indignaci¨®n. Pueden haber existido, ciertamente, excesos de radicalidad y una excesiva reticencia ante toda negociaci¨®n con el Gobierno, que nosotros hemos sido los primeros en denunciar. Pero ni lo uno ni lo otro descalifican, aunque s¨ª empa?en en parte, la tarea de CC OO en defensa de los intereses de los trabajadores frente a este o cualquier otro Gobierno.
En segundo plano del panorama pol¨ªtico, con indudable repercusi¨®n en todo el entramado social -y por supuesto, el mundo sindical-, est¨¢ la desmembraci¨®n del PCE. No vamos a entrar a analizar sus causas internas, pero resulta obvio que a nadie como a la derecha ha beneficiado su ruptura y debilitamiento.
No han faltado, sin embargo, agoreros del desmembramiento y el derrumbe tambi¨¦n de unas CC OO que se cre¨ªa, desde fuera, totalmente dependientes del PCE. Pero CC OO resisti¨®, a la vez, el envite del triunfo socialista y del desmembramiento comunista, y continu¨® su vida sindical sin dividirse ni debilitarse.
Existencia de tensiones
No negamos que haya habido, y que haya, tensiones de origen pol¨ªtico y partidista en el seno de la confederaci¨®n. Las hay, y los miembros de la CSA hemos reclamado a menudo en los ¨®rganos una mayor sindicalizaci¨®n y autonom¨ªa. Pero CC OO sigue siendo un sindicato plural y unitario de hecho, aunque no falten quienes, desde dentro y desde fuera, desear¨ªan que dejase de ser as¨ª.
En tercer lugar, y tras cinco a?os de trabajo en el seno de la confederaci¨®n, es l¨®gico que nos preguntemos tambi¨¦n por nuestra realidad, nuestra consolidaci¨®n o no como corriente, nuestras posibilidades de seguir o no conservando nuestras se?as de identidad socialistas y autogestionarias.
Lo primero, la CSA fue reconocida estatutariamente por el III Congreso Confederal y garantizada su existencia y sus derechos. La primera dificultad qued¨®, pues, favorablemente zanjada.
El desgaste de algunos de nuestros cuadros, que ya preve¨ªamos como posible, ha -sido un hecho real. Algunos de ellos, los menos, se han ido a la UGT, creyendo en contrar all¨ª un mejor marco detrabajo sindical. Otros han optado por un compromiso pol¨ªtico, ingresando en el PCE. No ha faltado quien se ha cansado y se ha ido, simplemente, a su casa. Todos ellos estaban en su derecho y merecen nuestro respeto. No creemos que ninguna de estas situaciones haya sido extraordinaria ni privativa de la CSA en el mundo sindical. Todos los d¨ªas hay trasvases de un sindicato a otro, compa?eros que se afilian a un partido y compa?eros que lo dejan, o que se queman y se van a su casa. Los dem¨¢s, la gran mayor¨ªa, continuamos en nuestra tarea normal en el seno de CC OO.
Nada de esto es extraordinario ni hubiera merecido la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n si no se le hubiera querido dar un sentido que no tiene y si no se hubiera pretendido hacer creer que la CSA se disolv¨ªa o se pasaba en bloque a la UGT. Hay, pues, que preguntarse por qu¨¦ la CSA ha vuelto, de repente, a la primera plana de la Prensa y a los informativos de TVE. ?Era tan importante la noticia real de que ocho o 10 compa?eros se iban a la UGT, aunque entre ellos estuviera el hasta ese momento representante de la CSA en el secretariado confederal? Sinceramente pensamos que no, y no creemos tampoco en las casualidades. Sea quien sea el responsable de la falsa noticia de nuestra disoluci¨®n y de nuestra integraci¨®n en UGT, pretend¨ªa con ello una finalidad pol¨ªtica. Y posiblemente fuera ¨¦sta, precisamente, la misma raz¨®n fundamental que la CSA tiene para seguir en CC OO: y es la de que esta central sindical es a¨²n m¨¢s que antes la ¨²nica fuerza social a la izquierda del PSOE que tiene entidad, presencia, influencia y posibilidades de futuro.
Por eso y porque sigue siendo, a nuestro entender, el sindicato que mejor representa y defiende los intereses de los trabajadores hoy, la CSA contin¨²a en CC OO, levantando en ella, como meta a conseguir la bandera de la autonom¨ªa y el pluralismo, y de la unidad del movimiento obrero.
Con dificultades, con errores a veces, con cansancios o. abandonos personales, pero con esperanza en el futuro y con fe en los trabajadores y en sus organizaciones, la Corriente Socialista Autogestionaria contin¨²a su trabajo sindical en CC OO, codo con codo con los dem¨¢s compa?eros, por una sociedad m¨¢s justa y solidaria.
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