La experimentaci¨®n de 'Metr¨®polis'
Trabajar para la televisi¨®n supone aceptar determinadas convenciones, quiz¨¢ innecesarias, pero que son respetadas como leyes universales. Una de estas normas es seguir al pie de la letra todo lo que se ha hecho antes, por el solo motivo de haber sido un ejemplo alguna vez, sin entrar a discutir su vigencia u oportunidad. Las tradiciones son buenas cuando responden a una necesidad hist¨®rica, porque de lo contrario s¨®lo se mantienen en pie como un puro resto arqueol¨®gico. Lo nuevo por lo nuevo no es suficiente pero, frente a los que arniesgan, aquellos que se aventuran por una zona distinta de las habituales demuestran un cierto descontento y una concreta curiosidad, que es en s¨ª laudable y siempre atractiva.Metr¨®polis es uno de los escasos programas de TVE en el que puede advertirse alg¨²n margen de experimentaci¨®n y ensayo. No siempre reviste el mismo inter¨¦s -los trabajos son muy diferentes en intenci¨®n, planteamiento y resultados-, pero se ve el deseo de hacer algo distinto, renunciando a las f¨®rmulas c¨®modas para buscar otras. No siempre aciertan sus responsables, pero buscar distintos caminos es ya importante y v¨¢lido.
Metr¨®polis, dirigido por Alejandro G. Lavilla, es un an¨¢lisis constante de la cultura urbana, un despliegue de obras, creadores y movimientos siempre en el borde de este concepto, con una especial atenci¨®n a las realizaciones visuales y sonoras de nuestro tiempo. Una de las supremas ventajas de acotar una zona informativa distinta de la imperiosa actualidad diaria es que hay m¨¢s cosas que elegir y la presi¨®n sobre los profesionales es menor, con mayores posibilidades de atender a hechos y personas que no suelen encajar en los t¨®picos m¨¢s comunes, sino en los rasgos extremos y, posiblemente, m¨¢s all¨¢ del periodismo habitual. Metr¨®polis -al menos en este ¨²ltimo programa- se configura como intento afortunado de aprehender una realidad que no es recogida por otros servicios informativos, con un desarrollo abierto a la fuerza de la imagen y los ritmos visuales, y un fondo musical y sonoro eminentemente contempor¨¢neo que punt¨²a la sucesi¨®n de escenas y comentarios, sorprendidos, como en la vida, por una c¨¢mara casual que no pretende reflejar nada importante ni trascendental, sino, supremo desaf¨ªo, el fulgor de las cosas elementales y sencillas.
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