Carta abierta al ministro de Defensa
Como es muy probable que mi nombre no le diga nada, comenzar¨¦ por aclararle que soy uno de los integrantes de esa absoluta minucia que no le ha quitado a usted ni una hora de sue?o, de lo cual sinceramente me he alegrado much¨ªsimo, porque pienso que un hombre tan ocupado en la tarea de procurarnos la paz a los espa?oles (seg¨²n usted mismo dice), a trav¨¦s del extra?o camino de las alianzas militares y del armamentismo, necesita, sin duda, estar siempre lo m¨¢s despejado posible.Pues s¨ª, como le dec¨ªa, yo fui miembro de la Uni¨®n Militar Democr¨¢tica (UMD) y, debido a ello, condenado, como presunto culpable de "conspiraci¨®n para la rebeli¨®n", a ocho a?os de prisi¨®n y a la separaci¨®n del servicio. Y hoy, 10 a?os despu¨¦s de aquella condena, me he enterado por la Prensa de que usted opina, entre otras cosas, que habr¨ªa que preguntarnos a los militares expulsados si realmente estar¨ªamos dispuestos a reingresar en el Ej¨¦rcito y si conviene a nadie que volvamos, empezando por Espa?a y siguiendo por el Ej¨¦rcito y por nosotros mismos. Parece ser, por el resto de sus palabras, que usted, que seguramente se considera a s¨ª mismo representante cualificado de Espa?a y del Ej¨¦rcito y aun de nosotros mismos, lo tiene muy claro y cree que es algo que no le conviene a nadie.
Al menos en una cosa estoy de acuerdo con usted, y es en eso de que nos pregunten. Porque, ciertamente, hasta ahora ni usted ni ning¨²n otro miembro de este Gobierno o de los anteriores, ni de la Administraci¨®n, me ha preguntado nunca nada. As¨ª que aprovecho esta oportunidad para contestarle lo mismo que siempre he manifestado en estos casi 10 a?os: estoy absolutamente dispuesto a aceptar el reingreso en las Fuerzas Armadas con la situaci¨®n que me corresponder¨ªa si hubiera permanecido en ellas en servicio activo.
?Que si creo conveniente para Espa?a, para el Ej¨¦rcito y para m¨ª mismo que se produzca este hecho? Pues, humildemente, le dir¨¦ que pienso yo que al pueblo espa?ol (supongo que se refiere a ¨¦ste al hablar de Espa?a) y a la instituci¨®n militar no tendr¨ªa por qu¨¦ irles mal si se repara una injusticia (ya que no comet¨ª el delito de conspirar para una rebeli¨®n) y se corrige un agravio comparativo (ya que todos los casos similares al nuestro tuvieron soluci¨®n con el fin de la dictadura) y, sobre todo, si se realiza el acto simb¨®lico, peque?o si usted quiere (una minucia incluso), de afirmar que la democracia y los dem¨®cratas son y deben ser algo normal en las Fuerzas Armadas. ?A m¨ª me conviene? ?Hombre!, yo en la soluci¨®n de este tema no he buscado m¨¢s que ir dando remate a aquello por lo que empec¨¦ a trabajar hace muchos a?os: colaborar en el establecimiento de un sistema de convivencia democr¨¢tica general, y, en especial, de aquellas instituciones que m¨¢s deben defender esa convivencia, pero que en otros tiempos m¨¢s la han puesto en peligro. As¨ª que las posibles dificultades personales que pudiera encontrar, espero que las remontar¨ªa hasta con gusto.
Siguiendo con sus declaraciones o comentarios, creo que usted est¨¢ muy mal informado sobre lo que fue la UMD y sobre lo que somos los expulsados. Y me extra?a, porque pienso que podr¨ªan haberle informado bien sus compa?eros de partido don Julio Busquets y don Carlos San Juan, que, cuando eran comandantes del Ej¨¦rcito y de la Armada, respectivamente, fueron activ¨ªsimos miembros de la UMD (Busquets fue incluso uno de sus fundadores). O tambi¨¦n, don Joan Ravent¨®s, que fue el contacto permanente de la UMD con todos los grupos pol¨ªticos en la clandestinidad. 0 quiz¨¢ don Alfonso Guerra, que todav¨ªa no hace un a?o explicaba en p¨²blico la deuda contra¨ªda (seg¨²n ¨¦l) con nosotros y el prop¨®sito del Gobierno de repararla. O, mejor que nadie, el propio don Felipe Gonz¨¢lez, que pocos meses antes de nuestra detenci¨®n se reun¨ªa clandestinamente en Barcelona con el comit¨¦ ejecutivo de la UMD (al que entonces yo ten¨ªa el honor de pertenecer) y nos expresaba su identificaci¨®n y apoyo.
Cualquiera de ellos le hubiera podido explicar, sin duda, que nunca la UMD fue ni pretendi¨® ser una organizaci¨®n pol¨ªtica dentro (ni fuera) de las Fuerzas Armadas. Por el contrario, lo que pretend¨ªa, en una instituci¨®n sumamente ideologizada y politizada en un sentido totalmente partidista por un Gobierno dictatorial, que la utilizaba para sus propios fines, era proclamar que el ¨²nico fin leg¨ªtimo de la instituci¨®n ten¨ªa que ser la defensa y el respeto por todos los espa?oles, sin distinci¨®n de opiniones o creencias. Y eso fue lo ¨²nico que pretendimos, y por eso nos autodisolvimos despu¨¦s de las primeras elecciones libres, y ¨¦sa ha sido la norma de conducta de los cientos de miembros y simpatizantes de la UMD que siguieron y siguen dentro de las Fuerzas Armadas, a pesar de que no se haya contado mucho con ellos en estos a?os.
Y siendo as¨ª y sabiendo, como debe usted saber muy bien, que los nueve expulsados, aparte de ser s¨®lo nueve, no formamos ning¨²n grupo pol¨ªtico ni tenemos ninguna actividad de partido, ni estamos respaldados por ning¨²n grupo o partido concreto, ?c¨®mo se atreve usted a decir (perm¨ªtame que endurezca ahora el tono) que intentar¨ªamos llevar corrientes pol¨ªticas al seno de las Fuerzas Armadas? Eso, perd¨®neme usted, es un juicio de intenci¨®n y una calumnia que yo no tengo por qu¨¦ tolerarle.
En fin, no quiero seguir m¨¢s. ?nicamente me gustar¨ªa que supiera algo. Muchas veces, en estos ¨²ltimos 10 a?os, me han preguntado si no sent¨ªa desilusi¨®n, decepci¨®n, amargura, ira, etc¨¦tera, ante la marginaci¨®n y la injusticia sufrida en una situaci¨®n democr¨¢tica por la que yo hab¨ªa luchado. Siempre respond¨ª que los avances logrados para todos los espa?oles me parec¨ªan muy importantes y que si el caso m¨ªo me preocupaba, no era por m¨ª mismo, sino por lo que significaba de carencias evidentes y graves del propio sistema. Hoy, sin embargo, si me hicieran preguntas parecidas, ante sus declaraciones, s¨ª tendr¨ªa que confesar que experimento una fuerte sensaci¨®n: n¨¢useas.
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