All¨ª donde acaba 'Amadeus'
Olvidar Mozart empieza all¨ª donde acaba Amadeus, es decir, con la muerte de Mozart. A partir de este hecho luctuoso y de sus hipot¨¦ticas implicaciones criminales, el filme se propone como un juego de investigaci¨®n, pero con la particularidad de renunciar a un final con satisfactoria soluci¨®n policiaca, pues se prefiere una niebla filos¨®fica que expresa mejor dos cosas: que las persona son instituciones interesadas en la muerte del m¨²sico eran varias y que la genialidad p¨®stuma sirve para borrar al hombre concreto.Porque si Milos Forman hablaba del genio y de la envidia que despertaba en Salieri, Slavo Luther prefiere mostrarnos a un Mozart humano, comprometido con los ideales masones, al mismo tiempo que se mete en diversos asuntos de faldas, expresi¨®n de una sexualidad exuberante. Luther es autor del filme Konig Drossebart (1984), con el que gan¨® premios en los festivales de Karlovy Vary y Gottwaldo, y de dos series para televisi¨®n, Mentiras sin fin y El m¨¦dico y el tiempo.
Olvidar Mozart
Director: Slavo Luther. Int¨¦rpretes: Tidof, Armin Mueller-Stahl, Catarine Raacke, Wolfgang Preiss, Uwe Ochsenknecht, KatJa Flint, Winfried Glatzeder, Jan Biczycki y Kurt Weinzierl. Gui¨®n: Zev Mahier. Fotografia: Joseph Simocic. M¨²sica: W. A. Mozart. T¨ªtulo original: Vergessi Mozart. Rep¨²blica Federal de Alemania, 1985. Cine Bellas Artes.
Filme televisivo
Visualmente, Olvidar Mozart, producci¨®n alemana, dirigida por un eslovaco y parcialmente rodada en Praga, tiene mucho de filme televisivo, de lujosa producci¨®n para la peque?a pantalla, un poco a la manera de esas series brit¨¢nicas de prestigio cuya mayor preocupaci¨®n art¨ªstica no pasa tanto por tener ideas visuales como por amueblar el plano con objetos que sugieran rigor hist¨®rico y un alto presupuesto, todo ello aderezado con una fotografia en la que no han de faltar ni la moderada utilizaci¨®n de los grandes angulares ni la del flou embellecedor o fabricante de difuminados misteriosos.Pero la ventaja de Olvidar Mozart respecto a los trabajos televisivos radica en su concentraci¨®n temporal y en que el elemento de suspense mantiene el inter¨¦s, m¨¦ritos nada desde?ables que hacen agradable la propuesta de Luther y la dotan de independencia y personalidad propia, hasta el punto que el espectador llega a entrar en el juego y a olvidar que la tesis que cuenta con mayores posibilidades de coincidir con la realidad es la muy prosaica de una muerte por fiebre reum¨¢tica. Ser genio no siempre asegura enfermedades heroicas.
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