F¨²nebre
Lo ha dicho Isabel Pantoja en un Diez Minutos: "Me he ido de Espa?a porque no pod¨ªa soportar otras Navidades sin mi Paco". Raz¨®n por la cual ha pasado las fiestas en los Alpes con el Paquirr¨ªn de sus entra?as y entretelas.A m¨ª me parece de perlas que la Pantoja retoce y se solace en la delicadeza de esas nieves de lujo, que, como todo el mundo sabe, son m¨¢s blancas y m¨¢s fr¨ªas que la nieve de Navacerrada, tan delicuescente y tan proleta. Pero lo que ya empieza a rechinarme en los o¨ªdos es el eco de ese duelo en apariencia eterno, de ese luto tan p¨²blico y notorio, de esa viudedad tan paseada.
Va nuestra Pantoja de las fr¨ªas monta?as a los caldeados escenarios, de los ricos palacios a las caba?as zorrillescas, y por todas partes deja su recuerdo amargo la omnipresencia del ausente. Tan funerario parece su talante que ha convertido sus gratas y l¨ªcitas vacaciones navide?as en una esquela, Cosa que incluso es un error, porque se me ocurre que todo ese p¨²blico que tanto la quiere y la ha llorado puede empezar a hartarse. ?Qu¨¦ pensar¨¢n del asunto, por ejemplo, todos esos deudos an¨®nimos de econom¨ªa precaria que no pueden llorar a sus difuntos en los Alpes? Resulta imposible ser eternamente el ser m¨¢s sufriente del pa¨ªs: no hay m¨¢s remedio que dejar un razonable espacio para el dolor ajeno.
Claro, que quiz¨¢ me estoy equivocando. Quiz¨¢ esta viudedad superlativa siga levantando clamores en las masas. A fin de cuentas, nuestro pa¨ªs posee una vieja tradici¨®n en necrofilia. Sobre todo las derechas, tan a?ejamente sepulcrales. V¨¦ase, sin ir mas lejos, el conocido grito de ?Viva la Muerte! de Mill¨¢n Astray y sus muchachos. V¨¦anse las much¨ªsimas p¨¢ginas de esquelas que publican los diarios conservadores. O v¨¦ase el asombroso intento de manipular el suicidio del catedr¨¢tico Del Sol para defender la compatibilidad y las pesetas. En fin, que son unos morbosos y unos zafios. La verdad es que, bien pensado, la pobre Pantoja no es m¨¢s que un producto de su mundo. Es el cresp¨®n de una Espa?a doblemente negra, oscura en sus ambiciones y en sus lutos.
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