Par¨ªs, Disney
He tenido que leer en la Prensa la decisi¨®n ya firme de Disney Productions de asentar su sede europea en Par¨ªs para decidirme, a mi vez, a terciar en la pol¨¦mica desarrollada en su d¨ªa en las p¨¢ginas de este peri¨®dico acerca de la conveniencia o inconveniencia de que el lugar elegido estuviera situado en Espa?a. En l¨ªneas generales, puedo decir ahora que mi argumentaci¨®n, coincidente con la de alg¨²n que otro polemista, hubiera sido la de que los h¨¦roes de Disney son ya lo bastante viejos y lo bastante populares -lo eran ya cuando yo nac¨ª- para que su materializaci¨®n en el recinto de un parque de atracciones pudiese incidir de forma perceptible en la desculturizada sociedad en que vivimos. Tanto m¨¢s cuanto que estos espect¨¢culos son para turistas, para gente que va expresamente a verlos, no para los habitantes de California o Florida.Yo, desde luego, por motivos que sin duda se deben a cierta irreflexi¨®n, fruto a su vez de mi falta de ganas de ponerme a reflexionar sobre el asunto, daba por descontado que la elecci¨®n iba a recaer en Espa?a. Y, m¨¢s concretamente, en ¨¢reas pr¨®ximas a Valencia. Los puestos de trabajo que se hubieran creado, as divisas atra¨ªdas, etc¨¦tera, constitu¨ªan un argumento a favor digno de la mayor consideraci¨®n. Y, por otra parte, Valencia es la ciudad de las fallas. S¨¦ de sobras que Valencia es muchas cosas m¨¢s, pero la fiesta valenciana por antonomasia es la de las fallas, y a nadie le hubiera sorprendido ver instalado a pocos kil¨®metros el recinto de Eurodisney. A m¨ª no me gustan las fallas ni los parques de atracciones, pero a millones de personas les gustan, y eso es lo que hay que tener en cuenta al hablar de estas cosas.
El caso de Par¨ªs es distinto, pero confieso que no he ca¨ªdo en la cuenta hasta encontrarme ante el hecho consumado. La gente que va a Par¨ªs no es la misma, en principio, que la que pueda sentirse atra¨ªda por un Eurodisney, sea cual fuere el motivo que le haya llevado a Par¨ªs, arte, vida nocturna, etc¨¦tera. ?Leeremos a partir de ahora ofertas de viaje a Par¨ªs y Eurodisney? ?Invitaciones a visitar Versalles, Chantilly, Fontainebleau y Eurodisney? No, eso no funciona. Y no es preciso ser un De Gaulle o un Malaux para comprender en qu¨¦ sentido lo digo. Ni, por devastada que ya est¨¦ la peque?a Ille de France, n¨²cleo germinativo de Francia, no me parece de f¨¢cil aceptaci¨®n que sus restos paisaj¨ªsticos se asocien a partir de ahora m¨¢s a Disney que a Nerval. S¨ª, lo siento por Par¨ªs.
?Resultado, mi reacci¨®n, de un s¨²bito brote de nostalgia de Par¨ªs? No. ?Ramalazo de un neonacionalismo europeo, ahora que andamos en ¨¦sas? Tampoco. Aunque, de hecho, igual hubiera reaccionado si en lugar de Par¨ªs se tratara de Roma, o de Florencia, o de N¨¢poles, o de Venecia, que tanto se presta con sus canales y sus islas. Osi, enclavado el espect¨¢culo frente a Toledo, incluyera entre sus ofertas una vista nocturna de la ciudad id¨¦ntica a lo que pint¨® El Greco. Y es que tampoco ser¨ªa partidario de que se autorizase la instalaci¨®n de puestos de venta de perritos calientes en el museo del Prado a fin de evitar al visitante la molestia de llegarse hasta la cafeter¨ªa.
Tanto Espa?a como Francia se han cargado minuciosa y concienzudamente sus respectivas fachadas mediterr¨¢neas en menos de un cuarto de siglo. El mal ya est¨¢ hecho; la destrucci¨®n, poco menos que terminada. Por eso, en los alrededores de Valencia o de Marsella un Eurodisney no hubiera empeorado nada. Ni siquiera en Almer¨ªa, que ya sirvi¨® de escenario a tantos westems y ahora viste de pl¨¢stico durante kil¨®metros y m¨¢s kil¨®metros, a cambio de pasar a ser una de las provincias m¨¢s ricas del pa¨ªs, tras haber sido una de las m¨¢s pobres. ?Puede alguien reproch¨¢rselo a los almerienses? La dura realidad, como suele decirse.
Los otros dos grandes proyectos que se barajan con 1992 como objetivo temporal son mucho menos conflictivos. En el caso de Sevilla, las ventajas de contar con un escenario adecuado para reuniones de todo tipo en el exterior de la ciudad, una ciudad que va a m¨¢s sin da?ar su centro hist¨®rico, me parecen evidentes. La Ciudad Ol¨ªmpica proyectada para Barcelona tambi¨¦n tendr¨ªa su utilidad, caso de llegar a realizarse. ?Qu¨¦ clase de utilidad? Celebrar similares encuentros deportivos cada vez que se repitiera la ocasi¨®n. Un papel equivalente al del actual recinto de la feria, ideado con motivo de la Exposici¨®n Internacional de 1929. ?Y fuera de esas ocasiones? Pura ciudad fantasma. Detr¨¢s de esa pantalla de fachada mar¨ªtima, rampantes, seguir¨¢n subsistiendo la barriada de Pueblo Nuevo, el barrio del Bes¨®s, etc¨¦tera. Son obras que modifican o inciden escasamente en la vida ciudadana. ?Es m¨¢s ciudad Los ?ngeles por haber sido sede de los Juegos Ol¨ªmpicos? La vida en s¨ª discurre al margen de estas cosas. Es m¨¢s: no deja de ser chocante la estrecha relaci¨®n de afinidad a veces existente entre este tipo de realizaciones y los cementerios. En el caso de Barcelona, la exposici¨®n de 1888 fue proyectada en las proximidades del cementerio de Levante, m¨¢s tarde llamado El Viejo. La de 1929, en las del cementerio de Poniente, El Nuevo. Y la Ciudad Ol¨ªmpica, en la linde misma del de Levante, una vez m¨¢s, El Viejo.
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