La prosa del siglo
Para estudiar un poco la prosa del siglo, en castellano (con las inevitables escapadas a otras lenguas) hay que empezar distinguiendo entre escritores que escriben y escritores que redactan. Luis G. Seara me lo explicaba muy bien la otra noche:-Mira, Umbral, los ingenieros de caminos, en Espa?a, cuando ten¨ªan que hacer un camino a trav¨¦s de un monte, segu¨ªan "el procedimiento del burro", o sea, soltaban un burro local, conocedor del monte, y por donde iba el burro hac¨ªan la carretera. No hay duda de que el burro hab¨ªa consagrado siempre el mejor camino. Y no estoy muy seguro de que no se siga utilizando el procedimiento del burro.
Tampoco uno est¨¢ muy seguro de que no haya, entre los escritores, algunos que sigan utilizando el procedimiento del burro: es decir, el camino m¨¢s corto y aburrido para contar una historia. Mas, para ser escritor de verdad, hay que utilizar exactamente el camino contrario del burro. El primer escritor espa?ol del siglo que hace prosa, con voluntad de que el lenguaje signifique por s¨ª mismo, y no sea un mero veh¨ªculo redaccional, es don Miguel de Unamuno (1). Unamuno, en el ensayo, la novela, la filosof¨ªa, pone siempre en funcionamiento la musculatura del lenguaje, frente a la astenia de Azor¨ªn y Baroja (y de Machado, a veces, en verso). El primer escritor en castellano consciente de que incluso la filosof¨ªa es lenguaje es Unamuno, y no sabemos cu¨¢nto le debemos a este viejo. Unamuno en el 98 y Juan Ram¨®n Jim¨¦nez en el Modernismo hurden el nuevo castellano del siglo, como tambi¨¦n Azor¨ªn, s¨®lo que ellos act¨²an por exuberancia, y Azor¨ªn por estre?imiento. Valle-Incl¨¢n es un cruce del palabrismo conceptual de Unamuno y el lirismo de Juan Ram¨®n y Rub¨¦n. En el 27 todos son poetas, salvo los brillantes intentos de Pedro Salinas en prosa. Unamuno hace la prosa como generadora de ideas. Juan Ram¨®n hace la prosa l¨ªrica. Valle, la prosa descriptiva. Ninguno de los tres ha sido superado. Bergam¨ªn es una mala caricatura de Unamuno (2). Mir¨® es una mala caricatura de Juan Ram¨®n. Fox¨¢ es una mala caricatura de Valle. La prosa del siglo, pues, amanece especulativa, l¨ªrica, narrativa. Entendemos por prosa aquella que de la palabra genera una idea: Unamuno, Ortega.
Entendemos por prosa creadora, creativa, aquella que no se limita a redactar las cosas, sino a crearlas / recrearlas con palabras: Valle-Incl¨¢n. Entendemos por prosa aquella que contiene en s¨ª todos los elementos de la poes¨ªa, pero liberada de la pr¨®tesis de la versificaci¨®n: JRJ. Las met¨¢foras comerciales o geod¨¦sicas no son literatura. Despu¨¦s del 98 no hay m¨¢s que un prosista en Espa?a: Ortega. Un disc¨ªpulo de Ortega, Juli¨¢n Mar¨ªas, ha dicho alguna vez que el pensamiento sistem¨¢tico es contrario a la marcha natural del pensamiento humano. En una palabra, la filosof¨ªa cl¨¢sica es "antinatural" (3). La gloria y ventaja de Ortega es que, incluso tratando temas cerradamente filos¨®ficos, deja vagar su prosa por los meandros naturales del pensamiento. Por eso sigue estando vivo, incluso con su sabor de ¨¦poca. De otra parte, ya nadie cree en un sistema filos¨®fico que pueda cerrar el Universo como una catedral (ni siquiera las catedrales se cierran arquitect¨®nica mente: ah¨ª est¨¢ la Almudena). De modo que el pensamiento ¨¢zaroso de Unamuno u Ortega vienen a re sultar los m¨¢s ¨²ltimos y actuales de los pensamientos. En la generaci¨®n del 36 no hay buenos prosistas. Cela y Delibes, en los 40, despu¨¦s de la guerra, superan con mucho el estilismo malo de Serrano Poncela o el proustianismo aprendido de Rosa Chacel. La prosa del siglo salta de Valle a Cela, en la narraci¨®n, y de Ortega a nadie, en la filosof¨ªa y el ensayo.
- La¨ªn y Aranguren son ricos de ideas y cultura, pero sobrios de prosa (que es la materia que se estud¨ªa en esta lecci¨®n, a saber). En cuanto a la prosa creadora, s¨®lo hay dos nombres en la generaci¨®n de postguerra: Cela y Delibes. Y no hablo -insisto- de merecimientos literarios, sino del entendimiento de la prosa como sustancia primera y ¨²ltima con que se hace un libro. No es tanto una cuesti¨®n est¨¦tica como una cuesti¨®n ¨¦tica. Se lo expliqu¨¦ una vez a L¨¢zaro Carreter en el Palacio de Liria:
-El escritor, cuando habla de un gitano, tiene que molestarse en hacer la "escultura l¨¦xica" de un gitano (Peter Weiss), y no limitarse a aludirle con cuatro t¨®picos: Gald¨®s, Baroja, Azor¨ªn. Es la moral de la obra bien hecha. Los entes y las cosas tienen que emerger de las p¨¢ginas como esos libros infantiles con ilustraciones erectas.
Y L¨¢zaro, al fin, comprendi¨®. Comprendi¨® que el escritor bien, creadoramente, no es una cuesti¨®n estil¨ªstica, est¨¦tica, sino una cuesti¨®n ¨¦tica, un hacer las cosas hasta el final: lo que los sovi¨¦ticos debieran exigir a sus escritores, si los sovi¨¦ticos no fueran tan burros. La inmensa minor¨ªa (no hay mayor¨ªas) de los escritores se limita a redactar las cosas como en una carta. Pero redactar una cosa es todo lo contrario de hacer una escultura l¨¦xica. Por eso he odiado siempre a los redactores de domingo, que, al cabo de toda una carrera, ni siquiera se han enterado de qu¨¦ cosa sea la literatura. En ,la generaci¨®n de los "ni?os de la guerra" -Ferlosio, Aldecoa, Mart¨ªn Gaite, Matute, Goicoechea, Fern¨¢ndez Santos, etc¨¦tera- hay un solo creador en prosa: Ignacio Aldecoa. Mart¨ªn Santos hizo el Ulysses peque?ito y nacional, como se ha hecho en cada pa¨ªs. S¨¢nchez Ferlosio hizo una novela gramatical y call¨® para siempre. Ignacio s¨ª sab¨ªa qu¨¦ era la prosa.
Tiene uno escrito, a prop¨®sito del pintor Solana, que su genio est¨¢, no en pintar pobres, sino en pintarlos pobremente, con lo cual est¨¢ pintando ya la pobredad. Bueno, pues Aldecoa, como sus predecesores inmediatos, Cela y Delibes, no pinta los pobres pobremente, sino con un secreto lujo de estilo que los enjoya. Resulta, ir¨®nicamente, que nuestros mayores "obreristas" han sido orfebres. Se es orfebre de oro o del esta?o. Benvenutto Cellini no est¨¢ en la materia trabajada, sino en sus manos. Quiz¨¢ nos hubiera hecho falta el Solana de la literatura, pero ya lo fue el propio Solana, que escrib¨ªa mal muy bien. La generacion que hoy anda alrededor de los 60 a?os ha tenido un escritor, "el escritor": Ignacio Aldecoa. Y no me obliguen a repetir aquello de Nietzsche: "Una generaci¨®n es el rodeo que da la naturaleza para producir un genio". Los dem¨¢s lo han probado todo, de Joyce al int¨ªmismo, del anglosajonismo (que les hace parecer ingleses traducidos, como JRJ dijera de Cernuda) al realismo y el surrealismo. Nada, no hay escritor. Aldecoa deja var¨ªas novelas magistrales y dos tomos de cuentos que est¨¢n, completos, en Alianza Editorial. M¨¢s que realismojo suyo es hiperrealismo. Lo suyo, s¨ª, est¨¢ m¨¢s en Antonio L¨®pez que en Solana, por seguir utilizando la pizarra, tan explicat¨ªva, de la pintura. Pero aqu¨ª no hay un dios que venda un cuento si no es Borges y ciego. La generaci¨®n posterior o "tercera generaci¨®n de postguerra", como dicen algunos cr¨ªticos muy ordenados, me incluye generosamente, y ha vuelto a dar, sobre todo, de manera curios¨ªsima, articulistas, columnistas, como la generaci¨®n de la guerra. V¨¢zquez Montalb¨¢n, C¨¢ndido, Vicent, M¨¢ximo, Rosa Montero, Carandell, Cueto, Verd¨², Gala. ?Somos tambi¨¦n una generaci¨®n de se?oritos", como aqu¨¦llos? Probablemente; s¨®lo que, ahora, de se?oritos "de izquierdas", lo que no hace sino poner peor las cosas. Entre todos lo hemos hecho todo y de todo, pero el p¨²blico nos conoce mayormente por el articulismo, cosa que nunca han admitido suficientemente los peri¨®dicos, y menos a¨²n sus administraciones.
La prosa del siglo, pues, tras el didactismo redaccional del XVIII -Jovellanos- y el romanticismo huero o el neoclasicismo tard¨ªo del XIX, tras el gacetillerismo hist¨®rico de Gald¨®s, vuelve a cobrar nervio en el 98, y el Modernismo, con Unamuno en el ensayo y Valle en la creaci¨®n, vuelve a tomar conciencia de que escribir es generar una realidad no real, que est¨¢ entre la escritura y el lector, y esto se debe en buena medida al surrealismo y las vanguardias. La prosa did¨¢ctica del XVIII hab¨ªa arruinado el barroco y, en cuanto al XIX y su Romanticismo, fue m¨¢s creador en la poes¨ªa que en la prosa, de Hugo a Baudelaire. En Espa?a ni siquiera existi¨®. La prosa del siglo es otra vez prosa, creaci¨®n l¨¦xica, y el estructuralismo, m¨¢s que a anunciar esto, viene a corroborarlo, mediada la centuria. Los estructuralistas nos recuerdan que un libro consta s¨®lo de palabras, como un cuadro consta s¨®lo de pinceladas. Lo dem¨¢s son valores a?adidos que, m¨¢s que sumar, restan. O se tiene el genio de la palabra o se redacta. Tras dos siglos de didactismo y redaccionismo, el nuestro quedar¨¢ -modernismo, surrealismo, vanguardias- como un siglo muy literario (iron¨ªa anti / McLuhan), de Joyce a Garc¨ªa M¨¢rquez.
1. El juego de la prosa le viene a Unamuno de su "pariente" ex¨ªstencialista Kierkegaard, y, m¨¢s entra?adamente, de Graci¨¢n.
2. Bergam¨ªn exhaustiviza el concepto unamuniano de ida y vuelta, hasta hacerlo gratuito.
3. Mar¨ªas es el ¨²nico disc¨ªpulo de Ortega que ha mantenido la voluntad de estilo o calidad de p¨¢gina".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.