El Cinco Naciones, santuario del rugby, y su tradici¨®n
El Torneo de las Cinco Naciones, m¨¢ximo exponente del rugby, deporte que ha traspasado muchas fronteras gracias a su atracci¨®n, comienza hoy su andadura n¨²mero 91. Despu¨¦s de 102 a?os de historia, con ediciones no concluidas y distintas interrupciones, el torneo contin¨²a con la misma fuerza en su tradici¨®n, s¨®lo alterada en 1908, cuando se incorpor¨® Francia a los cuatro equipos brit¨¢nicos fundadores: Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales. Hoy jugar¨¢n Inglaterra-Gales, en Twickenham (Londres), y Escocia-Francia, en Murrayfield (Edimburgo). Descansar¨¢ esta jornada el campe¨®n, Irlanda.
El Cinco Naciones es la joya del rugby internacional. Dif¨ªcilmente cuando el a?o pr¨®ximo se dispute el primer campeonato mundial, en Australia y Nueva Zelanda, podr¨¢ perder la primac¨ªa.En el rugby es todo distinto. Desde su concepci¨®n como juego hasta su esp¨ªritu y sus reglas. "Un juego de brutos practicado por caballeros" es su gran definici¨®n hist¨®rica. Resulta indudable, aunque la violencia surja en algunas ocasiones, que s¨®lo un talante muy especial puede permitir a los jugadores soportar, sin inmutarse la mayor¨ªa de las veces, una dureza que en otros deportes, de mucho menos contacto corporal, desencadenar¨ªa continuas batallas campales. Como detalles significativos en el deporte del bal¨®n ovalado (nacido en 1825, cuando a Williams B. Ellis se le ocurri¨® en el pueblo ingl¨¦s de Rugby correr con el bal¨®n en la mano durante un partido de f¨²tbol), todas las reglas apuntan a fomentar el compa?erismo y a aprovechar las distintas puestas en juego del bal¨®n. La acci¨®n de placar, para detener el avance del adversario, por ejemplo, implica que el jugador ca¨ªdo debe desprenderse del bal¨®n, bien pas¨¢ndolo antes a un compa?ero o dej¨¢ndolo, sin m¨¢s. Un simple saque de banda se hace sobre dos filas de jugadores de ambos equipos para que decida la altura de los terceras l¨ªneas saltadores. La potencia se reserva para la mel¨¦e, genial soluci¨®n a cualquier jugada dudosa, que en cualquier otro deporte se despacha con un soso saque entre dos. La mel¨¦e es un gran abrazo en el que, junto a la habilidad del talonador para ganar el bal¨®n con el pie, se expresa al m¨¢ximo el esp¨ªritu de equipo.
Con estas premisas para el juego, nacidas precisamente con pura ra¨ªz brit¨¢nica, parece l¨®gico que el primer torneo creado para resumirlas recogiese lo mejor. Y as¨ª fue. No existe algo comparable, con la reuni¨®n del caracter¨ªstico sistema de encuentros de este deporte, que disputa copas o trofeos, pr¨¢cticamente sin competiciones de liga, a¨²n en minor¨ªa en los pa¨ªses con mejor nivel. El Cinco Naciones, en realidad, por encima de reglamentos, tiene como ¨²nica jurisdicci¨®n la mutua estima que se dispensan los participantes y el respeto a la primitiva tradici¨®n del rugby: el jugar para ganar cada partido, sin pensar en puntos ni clasificaciones (que se hacen, pero que no existen oficialmente).
Buena prueba de ello la dan tambi¨¦n los t¨ªtulos s¨®lo honor¨ªficos concedidos, adem¨¢s del principal, ganado por el equipo que venza en m¨¢s encuentros. El Gran Slam o Gran Chelem se otorga al que en una sola edici¨®n venza a los cuatro rivales restantes. La Triple Corona, establecida por los primeros participantes brit¨¢nicos, que compitieron solos desde 1884, en el principio, con Inglaterra de pionera, hasta 1908, en que se incorpor¨® Francia, sigue premiando a aquel equipo brit¨¢nico que venza a los tres restantes. La Cuchara de Madera, por contra, es para el que pierda con los otros tres.
Todo se mantiene. As¨ª es la tradici¨®n. El rugby apenas cambia. Incluso en los resultados, al repartirse casi siempre los triunfos de un a?o a otro. Esta temporada puede ocurrir lo mismo. Gales, con ocho t¨ªtulos en los a?os 70 gracias a estrellas como Edwards, Bennet o Williams, fue una hist¨®rica excepci¨®n reciente, que atrajo por televisi¨®n a muchos aficionados. Este vez, sin embargo, con muchas bajas, parece el m¨¢s flojo.
El rugby tiene su perfecci¨®n ancestral y desde ah¨ª va por libre del olimpismo -incluso provocando boicoteos por sus relaciones con Sur¨¢frica- y de todo profesionalismo o modernidades competitivas. Ah¨ª radica su fuerza, de la que tan alejada est¨¢, fuera de contexto, el rugby espa?ol. Aunque tambi¨¦n le animen frases como ¨¦sta de Jean Giraudoux: "Un equipo de rugby consta de 15 jugadores: ocho son fuertes y activos; dos, ligeros y astutos; cuatro, altos y r¨¢pidos; uno, por ¨²ltimo, es modelo de flema y sangre fr¨ªa. Justamente, la proporci¨®n ideal entre los hombres".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.