Desmitificaci¨®n
Lazar Berman ven¨ªa a Madrid, en su primera gira a Espa?a, precedido de una cierta fama de ser m¨¢s mecanicista que un m¨²sico. Su concierto en el Real iba a ser m¨¢s bien una demostraci¨®n de lo contrario. El programa que hab¨ªa escogido daba pie a pensar que la fama que le preced¨ªa se ver¨ªa justificada, pero no result¨® as¨ª. Fue precisamente en las obras con mayores dificultades t¨¦cnicas donde Berman fall¨® y aquellas en las que las exigencias musicales eran mayores -aun siempre dentro de un g¨¦nero que podr¨ªamos llegar a calificar de espectacular y poco profundo- donde dio lo mejor de s¨ª mismo.Nada m¨¢s escuchar los primeros compases de la dif¨ªcil Despu¨¦s de una lectura de Dante, me vino a la cabeza aquella frase del propio Dante para calificar lo que est¨¢bamos escuchando: "Una mentira escondida tras una bella verdad". En este caso la bella verdad consist¨ªa en una apabullante sonoridad.
Lazar Berman
Obras de Liszt, Shostakovich y Mussorgsky.Teatro Real, 18 de enero
Lazar Berman imprime en sus interpretaciones una potencia inaudita que en el Real se vio potenciada por el excepcional sonido de un piano de Steinway que hab¨ªa sido estrenado para la ocasi¨®n.
Pero el volumen es un arma de dos filos, ya que su manejo y control se hace mucho m¨¢s complicado y los errores y falta de claridad son mucho m¨¢s perceptibles. Las notas salieron pisadas, otras fueron saltadas y, para disimular la incapacidad de tocar la partitura, recurri¨® al uso y abuso del pedal, lo que vino a enfarragar a¨²n m¨¢s su versi¨®n.
Algo semejante cabe decir de los Cuadros de una exposici¨®n de Mussorgsky. En pasajes como Tuller¨ªas o El mercado de Limoges volvi¨® a demostrar que, por alg¨²n extra?o motivo, Lazar Berman no posee ya, y no es tan viejo, los dedos de los que hace gala en las grabaciones discogr¨¢ficas. Sin embargo, su concepci¨®n musical era plenamente v¨¢lida y en pasajes m¨¢s l¨ªricos, como el de El viejo castillo, demostr¨® musicalidad y clase con detalles de ser un aut¨¦ntico pianista.
Estos detalles y un estilo brillaron tanto en las otras piezas de Liszt, Sposalizio y Venecia e Napoli, como en los Seis preludios de Shostakovich, cuya programaci¨®n por Iberm¨²sica fue un acierto dado lo poco escuchado de los mismos en nuestro pa¨ªs.
Generosidad
El m¨²sico sovi¨¦tico concedi¨® con generosidad cuatro propinas -de Scriabin, Rachmaninov, Shubert y Falla- en las que casi se alcanz¨® lo mejor de la noche, si exceptuamos la atropellada versi¨®n de La danza del fuego. ?Es tan dif¨ªcil comprender que las danzas espa?olas tienen un ritmo y una medida y que no se trata simplemente de echarle bravura e impetuosidad en su ejecuci¨®n?.
No result¨® ser un concierto extraordinario, pero si era algo que deb¨ªa escucharse con m¨¢s p¨²blico del que asisti¨® al Real.
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