Estabilidad en Argelia
NO SON importantes las cifras del plebiscito mediante el cual el pueblo argelino ha aprobado la nueva Carta Nacional. Los m¨¦todos empleados para prepararle convierten el voto en una especie de gesto c¨ªvico y patri¨®tico -de otra parte sin opci¨®n- al que solamente se sustraen peque?as minor¨ªas. Al margen de esto, no es dudoso que el presidente Chadli Benyedid cuenta hoy con el apoyo de las grandes masas del pa¨ªs. Lo que reviste m¨¢s importancia es la orientaci¨®n de los cambios ("enriquecimiento" es el t¨¦rmino oficial) introducidos en la Carta de 1976, y que fueron aprobados el pasado 26 de diciembre por un congreso extraordinario del Frente de Liberaci¨®n Nacional. Desde la conquista de la independencia, Argelia ha pasado principalmente por tres etapas: la primera, encabezada por Ben Bella, estuvo muy marcada por los proyectos revolucionarios que hab¨ªan nacido durante la terrible guerra contra el colonialismo franc¨¦s; Argelia era vista como parte -y factor- de la revoluci¨®n anticolonialista y socialista mundial, y el progresismo de los ideales empujaba hacia planes de industrializaci¨®n desmedidos y a querer superar r¨¢pidamente costumbres y mentalidades ancestrales. Pero las buenas intenciones no pod¨ªan quebrar la dureza de realidades objetivas. El Ej¨¦rcito, con Bumedian, puso fin a ese proceso que, si contaba con el apoyo entusiasta de ciertas minor¨ªas, se distanciaba de los sentimientos de gran parte de la poblaci¨®n.La segunda etapa fue la de un socialismo m¨¢s r¨ªgido, m¨¢s militarizado, represivo con los disconformes, m¨¢s religioso y tradicional. Pero todo ello sin cambio en la orientaci¨®n tercermundista y de amistad con la Uni¨®n Sovi¨¦tica. La etapa de Chadli Benyedid se ha ido perfilando mediante una serie de cambios en la pol¨ªtica econ¨®mica, en los m¨¦todos de gobierno, en las propias relaciones internacionales. La Carta que acaba de ser refrendada condensa los objetivos, el programa y el ideal del actual r¨¦gimen argelino, y por eso no cabe subestimarla. Quiz¨¢ el rasgo que merezca ser destacado, por encima de otros, sea el de su pragmatismo. La voluntad de obtener una mayor flexibilidad, en lo econ¨®mico y en lo pol¨ªtico, pero sin proclamar mutaciones traum¨¢ticas. El r¨¦gimen sigue definido como "socialismo", pero independiente de teor¨ªas o doctrinarismos extranjeros. El texto arrincona a los dos extremismos, tanto de izquierda (marxismo r¨ªgido) como de derecha (integrismo religioso) para propugnar un ideal socialista e isl¨¢mico a la vez. Un socialismo compatible con el islam, convergiendo en la busca de la justicia social.
El nuevo texto otorga netamente un mayor protagonismo al islam y ello refleja no s¨®lo una presi¨®n que existe en la sociedad argelina sino tambi¨¦n el deseo pol¨ªtico de restar banderas a la agitaci¨®n fundamentalista. La posici¨®n tercermundista se mantiene, pero aflojando los lazos ideol¨®gicos con el "antiimperialismo". En cambio, se destaca el factor nacional, siendo el leitmotiv de la Carta la necesidad de "contar consigo mismo". En ese orden, es sintom¨¢tico que los or¨ªgenes de Argelia se sit¨²en, no ya en la lucha anticolonialista, como en textos anteriores, sino en el Estado numida que se enfrent¨® a Roma en la antig¨¹edad.
El principal papel pol¨ªtico de la Carta va a consistir en que permitir¨¢ al presidente Chadli desarrollar con m¨¢s holgura, y quiz¨¢ con m¨¢s audacia, la pol¨ªtica que ha venido realizando en los ¨²ltimos tiempos. En el plano econ¨®mico, dar m¨¢s est¨ªmulos a la empresa privada y a las inversiones extranjeras; dinamizar la econom¨ªa, v¨ªctima siempre de muchas trabas burocr¨¢ticas con cobertura ideol¨®gica, y promover la aparici¨®n de cuadros m¨¢s competentes. En el plano pol¨ªtico permanece, sin embargo, el monopolio del Frente de Liberaci¨®n Nacional, partido ¨²nico del Estado que no ha logrado -a pesar de ciertas esperanzas y amagos- crear un marco de debate pol¨ªtico. El pluralismo interno sigue excluido, pero internacionalmente, la Carta, con todos sus matices, permite que prosiga la tendencia argelina a diversificar las relaciones exteriores, incluso hacia pa¨ªses ayer considerados enemigos: la "uni¨®n" entre Libia y Marruecos ha facilitado una apertura hacia Estados Unidos; sus relaciones con Siria no impiden su solidaridad con Arafat; y ha hecho gestos de aproximaci¨®n hacia los pa¨ªses m¨¢s moderados, incluido Egipto.
Si se tienen en cuenta las actuales tensiones en ?frica del Norte, a las que la sucesi¨®n de Burguiba en T¨²nez puede agregar un factor de desequilibrio, es evidente que la actual pol¨ªtica pragm¨¢tica de Chadli Benyedid supone un aporte de estabilidad. Algo muy importante para una zona de gran inter¨¦s, tanto para Espa?a como para Europa.
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