Los del Opus
Espa?a, un pa¨ªs pol¨ªticamente ca¨®tico, lo es como consecuencia de su imaginaci¨®n pol¨ªtica. Pa¨ªs de arbitristas, el ¨²ltimo fue Monse?or Josemar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer, hijo de unos comerciantes de Barbastro, venidos a menos, que tuvieron que escapar nocturnamente de la ciudad aragonesa, por los acreedores y el deshonor (1). Escriv¨¢, con todo, es el hombre que encuentra una f¨®rmula para sustituir el imperio silencioso de los jesuitas en la sociedad espa?ola.Los jesuitas estaban ya muy denunciados por el anticlericalismo y, de otra parte, su vocaci¨®n intelectual y cient¨ªfica ha acabado pudiendo m¨¢s en ellos que su otra vocaci¨®n snob, mondaine, fr¨ªvola y de poder¨ªo social. P¨¦rez de Ayala y Blasco Ib¨¢?ez escribieron buenas novelas sobre/contra los jesuitas (que a partir de Teillhard de Chardin se lanzan a la modernidad), pero nadie ha escrito la novela del Opus, entre otras cosas, porque el Opus Dei es menos novelable, apenas ofrece aspectos externos, ret¨®rica visual en que apoyar las descripciones. Frustrado el catolicismo cacique y electoralista de Gil Robles, antes y despu¨¦s de la guerra, el Opus Dei ensaya la f¨®rmula contraria: quiero decir que si, tanto los jesuitas como el nacionalcatolicismo, eran movimientos clericales con una vanguardia seglar, el Opus es un movimiento seglar con ra¨ªces y vanguardias clericales. De pronto, en los sesenta, se encontraba uno por la calle con un cura del Opus, pero los grandes de la Obra eran los l¨®peces (Rod¨®, Bravo, etc¨¦tera), a m¨¢s de alg¨²n hombre/lanzadera como el de Matesa, de cuyo nombre no quiero acordarme: Vil¨¢-Reyes. M¨¢s que la mafia blanca y econ¨®mica del Opus le interesa a uno, como cronista de la vida que pasa, el estilo de vida (de vita beata) que trajo el Opus a nuestra sociedad.
Era otra vez lo de los jesuitas, pero en m¨¢s soluble. Era un nuevo intento por lograr un catolicismo mundano, una afirmaci¨®n impl¨ªcita de que el reino de Cristo tambi¨¦n es de este mundo, y sobre todo de este mundo. Las nuevas clases tecnol¨®gicas, burocr¨¢ticas, "racionalizadas", no pod¨ªan seguir fieles a una est¨¦tica de "Antiguos Alumnos", pero a la Iglesia tampoco le interesaba perder ese caudal sociol¨®gico de invasi¨®n. Mientras los jesuitas evolucionaban hacia la ciencia m¨¢s cient¨ªfica y la nueva teolog¨ªa, el Opus vino a remediar esa orfandad en nuestro pensamiento gran/burgu¨¦s, que nunca ha querido complicarse demasiado la vida interior, sino guardar las formas. As¨ª, el arte abstracto, patrocinado por Florentino P¨¦rez Embid desde el Ateneo de Madrid, explicado por Tafur y Are¨¢n en la sala Santa Catalina, permit¨ªa siempre unas org¨ªas de modernidad que no conduc¨ªan a nada, y Are¨¢n lleg¨® a explicar los peque?os cuadros de Fountrier como consecuencia y descripci¨®n de la invasi¨®n de Hungr¨ªa por los sovi¨¦ticos, funeral h¨²ngaro, por cierto, que ya hab¨ªamos celebrado, en nuestra pubertad, con numerosas procesiones de anochecer, cuando la luz de los cirios, renqueante, iba trayendo el reino de Dios sobre las guadamaciler¨ªas y las zapater¨ªas que cerraban. Tambi¨¦n hizo P¨¦rez Embid la revista Atl¨¢ntida, que es la eterna revista mensual, en couch¨¦, que han so?ado siempre la izquierda y la derecha para perpetuar sus paridas. Alguien dijo que los cl¨¢sicos se daban muy buena ma?ana para convertir sus t¨®picos en bronce o m¨¢rmol. Los modernos nos contentamos con el papel couch¨¦. P¨¦rez Embid se hizo cargo asimismo de la editorial Rialp, la colecci¨®n Adonais de poes¨ªa (llamada "Cupidais" por La Codorniz) y el famoso premio, conduciendo premio y colecci¨®n a la inanidad, el tedio, la grisalla, el conformismo y la burocratizaci¨®n definitiva.
El Opus Dei de los sesenta -el de hoy, vaya usted a saber- fue ante todo una operaci¨®n envolvente en torno del C¨¦sar Visionario, por ofrecerle una alternativa econ¨®mica a la autarqu¨ªa o a la dependencia humillante de Estados Unidos. El C¨¦sar, que s¨®lo ten¨ªa problemas de cuartel, quer¨ªa que alguien le resolviese lo dem¨¢s, de modo que entreg¨® las carteras econ¨®micas a los l¨®peces, lo cual le permit¨ªa, de paso, blanquear un poco el a?il fascista de su sistema.
Los l¨®peces se beneficiaron, ante todo, del dinero del turismo, de las remesas en divisas de los emigrantes y de la prosperidad mundial, que nos pegaba de refil¨®n. Cantaron, as¨ª, unos ¨¦xitos econ¨®micos y unos goles que no les correspond¨ªan, pero bueno. En lo cultural, consideraban que el ala intelectual del R¨¦gimen era la Falange, y la Falange segu¨ªa cultivando, mayormente en el Arriba, todo el 98 aprovechable, don Jos¨¦ Ortega incondicionalmente, el 27 (ya citado aqu¨ª a prop¨®sito de JAPR), m¨¢s los intelectuales de Burgos, que cada d¨ªa ten¨ªan mayores tiranteces con la filosof¨ªa cuartelera del C¨¦sar. Tambi¨¦n aqu¨ª los l¨®peces encontraron una tercera v¨ªa: los escritores cat¨®licos del mundo, o entredudosos: Graham Greene, Mauriac, Chardin, el "existencialista cat¨®lico" Gabriel Marcel, de? que ya hemos hablado, Peguy, los espiritualistas Francis Jammes (2) y Saint-Exuperi, el "misterioso" Heidegger, el existencialista "bueno" Albert Camus, y con cierto distanciamiento, por su nacionalismo y su influencia en Acci¨®n Espa?ola (que hab¨ªa sido otra guerra), Charles Maurr¨¢s, que hoy tiene en Madrid una calle con helader¨ªas, mantequer¨ªas, perfumer¨ªas y marqueter¨ªas, pero sin tierra ni muertos. Se atentaba contra los te¨®logos progresistas, como Guardini o Maritain. En el frente nacional, Gonzalo Fern¨¢ndez de la Mora era el avanzado que desfac¨ªa liberales (el pensamiento m¨¢s a la izqueirda se ignoraba directamente), de Ortega a Luis Rosales y de La¨ªn a Juli¨¢n Mar¨ªas.
Esta escalada intelectual del Opus ten¨ªa dos finalidades: dar la batalla en lo cultural e ideol¨®gico, tan abandonado o castigado por Franco (no s¨¦ qu¨¦ es peor), e igualar la Obra, en prestigio cient¨ªfico, a su gran enemigo dentro de la Iglesia, los jesuitas. A uno se le hace dificil creer que Monse?or Escriv¨¢ fuese capaz de planear todo esto, dado el car¨¢cter silvano y ¨¢grafo de su apostolado. Son los intelectuales cat¨®licos de Espa?a, ni franquistas ni dem¨®cratas, quienes quieren, por su cuenta, adecentar el sistema en que se han instalado.
Un solo escritor, Gonzalo Fern¨¢ndez de la Mora (y no consta que fuese oficialmente del Opus), llega a destacar como menendezpelayista al d¨ªa, en los libros y las revistas de la Obra: s¨®lo que basta con abrir por cualquier parte a don Marcelino para ver que era mucho m¨¢s ancho (inteligente) intelectualmente que ellos (3). Balmes, Donoso Cort¨¦s, V¨¢zquez de Mella, eran sus tres grandes invocaciones hist¨®ricas. En el arte, ya digo, propiciaron el abstracto, que les ofrec¨ªa tambi¨¦n una doble ventaja: estaba de actualidad y, en primera lectura, no compromet¨ªa a nada. Cuando andaba por el mundo el expresionismo angustioso y casi documental de Francis Bacon, una exposici¨®n del espa?ol Feito era una terma saludable de colores y masas en que ba?arse est¨¦ticamente. Lo m¨¢s interesante y lo menos estudiado, pues, de la aventura blanca del Opus es su experiencia intelectual y art¨ªstica, que llega a un peri¨®dico que quiere ser pura modernidad, el Nuevo Diario (de L¨®pez Rod¨®, seg¨²n lenguas), muy le¨ªdo en los setenta, pero de vida fugaz. El Madrid de Calvo Serer ensaya, asimismo, un antifranquismo que dispara no sabemos desde d¨®nde ni en nombre de qu¨¦: luego se ha visto que la mayor¨ªa de las gentes eran antifranquistas, pero s¨®lo por cansancio biogr¨¢fico. En realidad no ten¨ªan ning¨²n proyecto mejor. Fueron votando lo que sal¨ªa. El Madrid termin¨® con voladura controlada del edificio, gracias a la eficaz gesti¨®n de S¨¢nchez Bella.
La aventura intelectual del Opus queda as¨ª resumida y frustrada. Fraga, por su parte, realiz¨® la voladura Matesa, procurando sempiterna impopularidad a la Obra entre los espa?oles. El caso se ha repetido con Boyer/Rumasa. Ruiz-Mateos dijo hace poco: "En el Opus me han dicho que no saben nada". Pero el tema de este follet¨®n era, repito, la aventura intelectual de un grupo de presi¨®n tan poco intelectual, en principio, como el Opus Dei. Hoy est¨¢n tan olvidados sus intelectuales como los nombres extranjeros (fascismo de Celline y Montherlant) con que quisieron "europeizar" la Espa?a tambi¨¦n aut¨¢rquica literariamente. El Opus ha vuelto a lo suyo, de donde nunca debiera haber salido: el apostolado monetarista. Y mucho valium para los disidentes, como Santiago Moncada.
1. La Bas¨ªlica del Opus (arquitect¨®nicamente inaceptable), que hoy se levanta en Barbastro, es la respuesta de Escriv¨¢ a las humillaciones que sufri¨® en su pueblo.
2. Stephan George y todo el movimiento prefascista de Weimar siempre interesaron mucho a los intelectuales del Opus, que P¨¦rez Embid reun¨ªa en Santander como el PSOE re¨²ne hoy a sus adictos/deptos: esas cosas no cambian.
3. Fern¨¢ndez de la Mora publicaba as¨ª como en el 67 una obra, El crep¨²sculo de las ideolog¨ªas, que, ampliando una ide¨ªta de Spengler, ven¨ªa a negar el libre juego ideol¨®gico de las democracias.
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