La Monarqu¨ªa del futuro
EL mismo d¨ªa en el que alcanza la mayor¨ªa de edad, el pr¨ªncipe Felipe de Borb¨®n y Grecia, heredero de la Corona seg¨²n el orden de sucesi¨®n din¨¢stica establecido por la Constituci¨®n, comparece ante las Cortes para prestar el juramento que ¨¦sta exige. El Pr¨ªncipe de Asturias asumir¨¢ el compromiso de guardar fidelidad al Rey y de "desempe?ar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constituci¨®n y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las comunidades aut¨®nomas". La esencia de nuestro sistema de gobierno se resume simb¨®licamente en esta ceremonia, que tendr¨¢ como actores principales al futuro titular de la Monarqu¨ªa parlamentaria -"forma pol¨ªtica del Estado espa?ol"- y a los diputados y senadores de las Cortes Generales, representantes del pueblo, en el que "reside la soberan¨ªa nacional" y "del que emanan los poderes del Estado".Diez a?os despu¨¦s de iniciada la transici¨®n desde la dictadura al r¨¦gimen pluralista, el juramento constitucional del Pr¨ªncipe heredero muestra que las instituciones dise?adas por las Cortes elegidas en 1977 y refrendadas por el pueblo espa?ol en 1978 funcionan normalmente. La circunstancia de que el acto tenga lugar con un Gobierno socialista, cuyo partido es oficialmente republicano, no hace sino realzar el significado del acontecimiento. La vigorosa personalidad pol¨ªtica de don Juan Carlos, que hizo posible primero la recuperaci¨®n de las libertades de los espa?oles y las afianz¨® despu¨¦s -el 23 de febrero de 1981- con su valiente respaldo del ordenamiento constitucional frente a los militares rebeldes, permiti¨® la plena reconciliaci¨®n hist¨®rica de las fuerzas democr¨¢ticas con la Corona. El compromiso hoy adquirido por Felipe de Borb¨®n para guardar la Constituci¨®n y respetar los derechos y las libertades de los espa?oles proyecta hacia el futuro la continuidad de ese demorado encuentro y lo afianza sobre bases institucionales.
La significaci¨®n del acto ha estado amenazada por la confluencia de los recelos electoralistas de la derecha autoritaria -temerosa de la intervenci¨®n del presidente del Gobierno y miope ante las implicaciones hist¨®ricas de que Felipe Gonz¨¢lez sea secretario general del PSOE- y las emulaciones protocolarias del presidente del Congreso, que a punto ha estado de personalizar vanidosamente y de manera exclusiva el acontecimiento. La sesi¨®n parlamentaria de hoy se reduce artificialmente a una intervenci¨®n de Gregorio Peces-Barba y a la toma de juramento del Pr¨ªncipe (desprovisto del uso de la palabra), como resultado de la politizaci¨®n del acto promovida por el sectarismo reaccionario y de los excesos lit¨²rgicos del presidente del Congreso. El absurdo planteamiento de la sesi¨®n parlamentaria ha forzado, en aras del sentido com¨²n, a prolongar el acto del Congreso con una segunda ceremonia en el palacio Real, donde el Pr¨ªncipe de Asturias recibir¨¢ del Rey el Gran Collar de la Orden de Carlos III. Es responsabilidad primordial del presidente del Congreso que ese nuevo acto reste protagonismo a las Cortes y establezca una diferencia entre la sede de la representaci¨®n popular y la residencia simb¨®lica de la Corona, cuando ¨¦sta ha defendido y servido valientemente, y por repetidas veces, el car¨¢cter parlamentario del r¨¦gimen. Pero al menos la recepci¨®n en el palacio de Oriente permitir¨¢ que el pr¨ªncipe Felipe de Borb¨®n y el presidente del Gobierno hagan lo que la combinaci¨®n de los reaccionarios de derecha y de izquierda no les hab¨ªan permitido realizar dentro del hemiciclo: subrayar con sus palabras la trascendencia del acontecimiento.
?sta, por lo dem¨¢s, es obvia: la Monarqu¨ªa y la democracia se funden en un proceso de continuidad y de futuro para este pa¨ªs. En el entendimiento actual del valor de las instituciones: poniendo el protocolo al servicio de la pol¨ªtica y la pol¨ªtica al servicio de los ciudadanos. Hoy la modernidad estar¨¢ encarnada por el pr¨ªncipe Felipe en el palacio de Oriente.
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