Los patricios de Amsterdam
la proposici¨®n de ley que equipara, a efectos profesionales, a los aparejadores o arquitectos t¨¦cnicos con los arquitectos es una iniciativa de cirug¨ªa sobre estructuras gremiales que no aborda las ra¨ªces profundas de los cambios y de la realidadde la arquitectura de hoy. el autor de este art¨ªculo parte de la necesidad de una comprensi¨®n de las grandes transformaciones que ha sufrido esta profesi¨®n en los ¨²ltimos a?os para realizar reformas acordes a las necesidades sociales
.La proposici¨®n de ley sobre regulaci¨®n de las atribuciones profesionales de los ingenieros t¨¦cnicos parece que pretende introducir en Espa?a la figura del arquitecto de grado medio o de formaci¨®n reducida, al reconocer a los aparejadores titulados en la actualidad como arquitectos t¨¦cnicos la facultad de plena redacci¨®n y direcci¨®n de proyectos de arquitectura.
La reacci¨®n no ha tardado en aflorar y se han iniciado las primeras manifestaciones cr¨ªticas en los medios m¨¢s sensibles, como son los centros universitarios de sus escuelas de Arquitectura. El tr¨¢mite oscuro que ha seguido la proposici¨®n de ley (iniciada en el Gobierno de UCD y conocida como ley Roca y orientada a resolver un principio de litigio entre peritos e ingenieros industriales), el proceso oculto y, por lo que se desprende de las informaciones que disponen los medios profesionales, el resultado sinuoso que tal reforma comporta, lleva a considerarla como una nueva ocasi¨®n perdida para realizar, dentro de las instituciones actuales, la reforma b¨¢sica de las ense?anzas y las funciones que el arquitecto tiene que asumir en una sociedad democr¨¢tica y en el contexto de unas relaciones de producci¨®n de tecnolog¨ªa automatizada.
Cirug¨ªa
Resulta dif¨ªcil entender la finalidad de esta cirug¨ªa sobre las estructuras gremiales, en las que operan algunos legisladores democr¨¢ticos para obtener unos resultados de tan confusa sem¨¢ntica, ignorando el porqu¨¦ no se dedican a una articulaci¨®n legal que aborde las ra¨ªces profundas del problema y tienda a erradicar los anacronismos sociales, culturales y t¨¦cnicos que estos colectivos profesionales soportan, entre los privilegios de unas minor¨ªas adecuadas al oportunismo econ¨®mico-pol¨ªtico del momento y la enajenaci¨®n general de unos titulados de formaci¨®n inadecuada y de funciones ficticias. De los 14.000 titulados arquitectos 7.000 se encuentran en paro en la actualidad.
?C¨®mo esperar que de la simple liberalizaci¨®n unilateral y nominalista de las competencias profesionales se pueda obtener el conocimiento y las ense?anzas necesarias? ?C¨®mo entender que se modifiquen globalmente las competencias t¨¦cnicas sin una formaci¨®n adecuada precisamente en una actividad de una profesi¨®n espec¨ªfica?.
El conflicto que suscita esta proposici¨®n de ley se debe entender como un diagn¨®stico mal formulado, que se encuentra alejado de la realidad productiva y distante de ser un postulado con futuro dentro de las organizaciones europeas en las que nos encontramos.
No parece oportuno que reformas tan necesarias se debatan en redundancias tan simplificadas, precisamente en per¨ªodos de profundos cambios hist¨®ricos, pues no se trata de borrar las diferencias de atribuciones entre t¨¦cnicos de formaci¨®n cualitativamente diversa, sino de las transformaciones que necesariamente deben sufrir las ense?anzas de las ingenier¨ªas y la arquitectura, a¨²n pendientes por la ley de Reforma Universitaria de 1983, y como consecuencia, el papel y las funciones que los futuros t¨¦cnicos deber¨¢n asumir.
Pero ser¨ªa, sin duda, fragmentar el entorno de nuestra realidad actual si la anunciada reforma quedara circunscrita a un mero organigrama acad¨¦mico, sin intentar abordar el cambio de escala que lleva impl¨ªcita la aparici¨®n de una nueva sensibilidad en el panorama de la cultura actual.
Los l¨ªmites convencionalmente aceptados para estas actividades profesionales (arquitectos y aparejadores), sus competencias y privilegios, la respuesta social y cultural de sus actuaciones y sus conceptos e ideas, quedan patentes en la reciente historia de la arquitectura de nuestras ciudades.
Estos l¨ªmites han sido desafiados precisamente por este nuevo tipo de sensibilidad, que no reconoce en estas proposiciones de ley m¨¢s que mediocres y ramplones suced¨¢neos a la soluci¨®n verdadera de los problemas, pues, ?qu¨¦ inter¨¦s puede tener el equiparar a colectivos profesionales con titulaciones m¨¢s o menos demag¨®gicas, sin ordenar y elaborar leyes que permitan una transformaci¨®n de la funci¨®n de la arquitectura en la nueva sociedad democr¨¢tica? Hoy la arquitectura es algo m¨¢s que edificaci¨®n, se comporta como un modelo cultural que sirve para modificar la conciencia, ordenar el espacio y organizar los nuevos escenarios de la vida.
La organizaci¨®n de la econom¨ªa productiva en las sociedades industriales de tecnolog¨ªa informatizadora se viene modificando de tal manera en las ¨²ltimas d¨¦cadas que requiere una urgente reconversi¨®n total, no s¨®lo en los contenidos y m¨¦todos de la ense?anza, sino en la regulaci¨®n de sus estructuras profesionales, necesariamente abiertas a una interacci¨®n de conocimientos y divisi¨®n sectorializada de funciones que supere los modelos actuales ocupados por territorios de competencias profesionales totalmente superadas.
En el caso concreto de los arquitectos, la desaparici¨®n del cliente individual y la sustituci¨®n progresiva del promotor por las corporaciones, monopolios o el propio Estado, no s¨®lo han modificado las relaciones que acotaban las finalidades del proyecto, su dise?o y control edificatorio, asumidos tradicionalmente por el arquitecto, sino que en la pr¨¢ctica ha sido borrado como formalizador de espacios para ser transformado en un programador de s¨ªmbolos.
Como es bien sabido, son las estructuras econ¨®micas las que modifican y regulan la organizaci¨®n y divisi¨®n del trabajo en la empresa moderna, y sus propios sistemas superan cualquier tipo de reticencias en las agrupaciones profesionales.
Por esa raz¨®n resulta primordial que las instituciones democr¨¢ticas utilicen de manera efectiva el poder legislativo, anticip¨¢ndose para enmendar y corregir la efectiva presi¨®n que llevan impl¨ªcitos los sistemas econ¨®micos en la producci¨®n del espacio.
Plantear una reforma de las competencias profesionales de la arquitectura y las ingenier¨ªas desde apartados tan colaterales como los que se desprenden de esta proposici¨®n de ley es, en ¨²ltimo t¨¦rmino, conformista con los intereses econ¨®micos e irrelevante porque deja las cosas tan mal como est¨¢n; en definitiva, una respuesta inadecuada.
Cuentan los bi¨®grafos de Rembrandt que los patricios de Amsterdam, al contemplar concluido el cuadro La ronda de noche lo rechazaron con indignaci¨®n, all¨¢ por 1642, al parecer porque no se reconoc¨ªan en ella y les produc¨ªan las im¨¢genes de sus rostros y la disposici¨®n de la escena la impresi¨®n de una realidad deformada.
Probablemente a¨²n existan en estos colectivos profesionales, como en aquellos patricios holandeses, algunos arquitectos y aparejadores que tambi¨¦n se indignen porque no se vean bien favorecidos en el cuadro de la realidad profesional de nuestro tiempo, y que defiendan con ardor su representaci¨®n gremial frente a la misma realidad al pretender defender la opini¨®n de que la verdad est¨¢ a¨²n en su representaci¨®n.
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