Cambio en Kampala
EL NUEVO poder, encabezado por Yoweri Museveni, que acaba de instalarse en la capital de Uganda, ha sido recibido favorablemente por la poblaci¨®n, que tiene la sensaci¨®n de que empieza a salir de una larga pesadilla de ruinas, des¨®rdenes y matanzas cometidas por grupos de soldados del r¨¦gimen derrotado. Un hecho m¨¢s significativo a¨²n es la acogida claramente positiva que ha tenido en amplios c¨ªrculos internacionales. Sorprende el comentario optimista de The New York Times, que habla de "una promesa de que se va a poner fin a cinco a?os de guerra civil" y de que puede significar "el fin de m¨¢s de dos d¨¦cadas de desgobierno". Al mismo tiempo -coincidencia poco frecuente-, el coronel Gaddafi ha enviado un telegrama muy elogioso al nuevo gobernante.Desde que logr¨® su independencia, en 1962, Uganda ha conocido una suerte tr¨¢gica, a pesar de sus condiciones naturales particularmente favorables, con un clima privilegiado y zonas con una alta fertilidad del suelo, por lo que fue calificada de perla de ?frica. El sistema colonial brit¨¢nico se caracteriz¨® por un cierto paternalismo -rapaz, desde luego- que se apoyaba en varios reinos tribales que conservaron alg¨²n grado de autonom¨ªa; se form¨® una clase media con un nivel cultural relativamente elevado. Con la independencia se puso en marcha el primer proyecto de unificaci¨®n del pa¨ªs, pero ¨¦ste choc¨® desde sus inicios con la fuerza de los lazos tribales.
En t¨¦rminos generales, el nuevo Estado surgido con la independencia ha tenido a su cabeza, hasta ahora, a grupos o dirigentes pertenecientes a las tribus del Norte. Otras circunstancias han sido mucho m¨¢s terribles: con Idi Am¨ªn, entre 1971 y 1979, prevaleci¨® uno de los reg¨ªmenes m¨¢s brutales y sanguinarios conocidos en la historia. Las consecuencias en todos los aspectos de la vida social se han hecho sentir durante mucho tiempo. El restablec¨ªmiento de un poder civil, con Milton Obote, en 1980, despert¨® ciertas esperanzas, pero la realidad las ha defraudado. La Administraci¨®n y el Ej¨¦rcito siguieron presos de la corrupci¨®n, la poblaci¨®n estaba amenazada permanentemente de pillajes y brutalidades cometidas por los soldados, y las luchas tribales se acentuaron, particularmente en el seno de las fuerzas armadas. En el verano de 1985, un golpe militar, encabezado por el general Okello, destituy¨® al presidente Obote; fue la consecuencia, sobre todo, de rivalidades y choques entre las tribus del Norte y en particular entre los acholi y los longui, que siempre, incluso en la ¨¦poca colonial, hab¨ªan gozado de un predominio absoluto entre las fuerzas armadas.
Los ¨²ltimos meses se han caracterizado por un entrelazamiento de enfrentamientos y negociaciones entre Okello y el jefe del Ej¨¦rcito Nacional de Resistencia, Yoweri Museveni; el triunfo final de ¨¦ste ha sido el resultado sobre todo del debilitamiento y descomposici¨®n del ej¨¦rcito oficial mucho m¨¢s que de una victoria militar propiamente dicha del ej¨¦rcito guerrillero. El proyecto pol¨ªtico que representa Museveni se sit¨²a en un plano diferente de lo que ha vivido Uganda en los ¨²ltimos tiempos. Particip¨® en la lucha por derribar a Idi Am¨ªn, pero desde 1980 consider¨® que Obote no ofrec¨ªa ni siquiera un marco para luchar por una soluci¨®n efectiva de los problemas del pa¨ªs. Decidi¨® constituir un movimiento guerrillero, el Ej¨¦rcito Nacional de Resistencia, que ha logrado desarrollarse pujantemente en la parte meridional y occidental del pa¨ªs. Museveni, que no es un militar, que hizo estudios superiores en Tanzania y que tuvo relaciones con el Frente de Liberaci¨®n de Mozambique (Frelimo) en la etapa de la lucha anticolonial, se ha esforzado por crear unidades combativas con una moral alta y susceptibles de dar confianza a la poblaci¨®n civil. Estas unidades han ido extendiendo su influencia por nuevas zonas del pa¨ªs y son las que han derrotado a las tropas de Okello, impresionando a los habitantes de Kampala por la juventud de sus mandos y su conducta disciplinada.
El programa definido por el nuevo presidente, al tomar el poder, indica una voluntad resuelta de acabar con algunas de las lacras m¨¢s terribles que ha conocido Uganda: la corrupci¨®n, el tribalismo, los pillajes. Ha hablado de la necesidad de respetar los derechos humanos, de reconciliaci¨®n y respeto de las diversas concepciones, de democracia; en los temas econ¨®micos ha preconizado una econom¨ªa mixta, sin nuevas nacionalizaciones. Pero conviene considerar con reserva los programas, sobre todo cuando son trazados en el momento de la toma del poder. Muchas dudas quedan en pie. Museveni tiene cartas en la mano para introducir un cambio en el proceso de Uganda, y la buena acogida de que goza aumenta sus posibilidades. Pero las dificultades son gigantescas; sobre todo en el Norte, existen zonas donde resisten grupos militares relativamente fuertes. Museveni tiene, sin duda, fuertes bases pol¨ªticas en el Sur y en el Oeste, pero tiene ante s¨ª el reto de desbordar ese marco e integrar en su movimiento y en su Gobierno fuerzas reales de otras zonas que le permitan representar al conjunto del pa¨ªs.
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