En EL PAIS del mi¨¦rcoles
29 de enero leo unos titulares del conflicto actual entre arquitectos y aparejadores -con motivo de un sorprendente proyecto de ley- con unos entrecomillados de "sentido cultural" aplicado a los arquitectos y "t¨¦cnico" a los aparejadores que se prestan a interpretar que los arquitectos son algo as¨ª como unos pintamonas, mientras el bagaje t¨¦cnico para realizar una obra recae en los aparejadores.Los arquitectos tenemos una preparaci¨®n t¨¦cnica: matem¨¢ticas superiores, mec¨¢nica, elasticidad, resistencia de materiales, etc¨¦tera, much¨ªsimo m¨¢s profunda que la incluida en la carrera de aparejador y, por tanto, podemos presentar nuestra titulaci¨®n superior como garant¨ªa de nuestra solvencia t¨¦cnica profesional.
Sin haberme dedicado yo mismo a la faceta de t¨¦cnica tengo patentadas soluciones pretensadas de estructuras y he sido ponente -ante 3.000 especialistas de todo el mundo- en el Congreso de la FIP (Federaci¨®n Internacional del Pretensado) en Estocolmo, en 1982.
Los aparejadores deben tener la formaci¨®n necesaria para comprender y comprobar que se ejecutan correctamente en obra las especificaciones del proyecto y saber medir correctamente la obra ejecut¨¢da. ?sa es su misi¨®n concreta. Muy importante si la ejerce bien.
Al profesional de la arquitectura: alba?il, encargado o aparejador que tenga vocaci¨®n, entusiasmo y capacidad para ser arquitecto se le deben proporcionar los medios econ¨®micos y laborales para que lo sea. Pero meter por la puerta de atr¨¢s a unos profesionales de grado medio es hacerles a ellos un flaco servicio y cargarse el presttigio de una profesi¨®n que no est¨¢ en condiciones de dignificar a nadie, sino de dignificarse ella misma cada d¨ªa m¨¢s.
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