La bisagra gallega
TRAS UN largo y complicado viaje, Coalici¨®n Galega -formaci¨®n heredera de la extinta UCD, asociada con el reformismo de Roca y deudora de la eficaz red de intereses locales de Eulogio G¨®mez Franqueira- ha anunciado su decisi¨®n de abstenerse en la votaci¨®n de investidura de Gerardo Fern¨¢ndez Albor como candidato de Coalici¨®n Popular para ocupar la presidencia de la Xunta de la comunidad aut¨®noma de Galicia. Aunque las elecciones del pasado 24 de noviembre proporcionaron a Coalici¨®n Popular una desahogada victoria, las urnas le negaron la mayor¨ªa absoluta, en cuya consecuci¨®n Manuel Fraga hab¨ªa comprometido esfuerzos y promesas. Para formar Gobierno, los 34 diputados de Coalici¨®n Popular necesitan la colaboraci¨®n -activa o pasiva- de alguna de las fuerzas pol¨ªticas que se distribuyen el resto de los 71 esca?os del Parlamento gallego. Hace tres semanas, la falta de apoyo de los restantes grupos parlamentarios le impidieron al candidato de Coalici¨®n Popular conseguir la investidura. Ahora la abstenci¨®n de Coalici¨®n Galega le permitir¨¢ alcanzar ese objetivo.La negativa inicial de Coalici¨®n Galega a respaldar a Fern¨¢ndez Albor naci¨® de la resistencia de Coalici¨®n Popular a negociar con los centristas un programa m¨ªnimo de "dignificaci¨®n de la vida p¨²blica gallega", cuyos puntos principales eran una distribuci¨®n equitativa de los recursos presupuestarios entre los ayuntamientos y la adecuaci¨®n de los criterios seguidos por las cuatro diputaciones -dominadas por Coalici¨®n Popular- en la asignaci¨®n de esos fondos. El siguiente paso de los centristas fue entablar un di¨¢logo con los socialistas y con Esquerda Galega para formar un Gobierno de progreso. Cuando las negociaciones hab¨ªan culminado -de forma inesperada- en un acuerdo, la ejecutiva de Coalici¨®n Galega desautoriz¨® a sus representantes (entre los que figuraban nada menos que Pablo Gonz¨¢lez Mari?as, su candidato para presidente en las elecciones, y Jos¨¦ Rodr¨ªguez Pe?a, su secretario general) y anul¨® el pacto. El desenlace -al menos por ahora- de esta teatral historia ha sido la decisi¨®n de Coalici¨®n Galega de no negociar pactos de gobierno o de legislatura con ninguna fuerza pol¨ªtica, el anuncio de su abstenci¨®n en la investidura de Fern¨¢ndez Albor y la adopci¨®n del papel de "oposici¨®n rigurosa, constructiva y responsable". Queda por despejar la inc¨®gnita de cu¨¢l ser¨¢ la actitud hacia el futuro de los dirigentes de Coalici¨®n Galega desautorizados por su ejecutiva.
El pacto inicialmente suscrito y luego desbaratado entre los socialistas (22 esca?os), Coalici¨®n Galega (11 esca?os) y Esquerda Galega (3 esca?os) reun¨ªa los apoyos necesarios para designar presidente de la Xunta y formar Gobierno. Ese acuerdo habr¨ªa favorecido fundamentalmente a las opciones reformistas. Al demostrar -con el ejemplo gallego- que la f¨®rmula de un Gobierno de coalici¨®n de centro-izquierda es viable, la teor¨ªa del voto ¨²til, que obliga a los ciudadanos a escoger entre el PSOE y Manuel Fraga, hubiera perdido parte de su fundamento, creando las condiciones necesarias para que los sectores del electorado socialista cuyas simpat¨ªas centristas fueron sacrificadas en 1982 en aras de la eficacia del sufragio y del rechazo de Alianza Popular regresaran a sus antiguas fidelidades. Parece que la desautorizaci¨®n sufrida por Gonz¨¢lez Mari?as y Rodr¨ªguez Pe?a, patrocinadores de la alianza con los socialistas, no se debe s¨®lo a la influencia dentro de Coalici¨®n Galega de la red de intereses locales asociada con el nombre de G¨®mez Franqueira, sino tambi¨¦n a los consejos o a las instrucciones de sus socios reformistas de la operaci¨®n Roca, presionados a la vez por sus eventuales financiadores. Arroj¨¢ndose en brazos del partido de Fraga, el reformismo de Roca se presenta ahora m¨¢s bien como un conservadurismo con rostro humano.
De no haber mediado el accidentado proceso previo de negociaci¨®n, acuerdo y ruptura posterior con el PSOE y Esquerda Galega, la abstenci¨®n de Coalici¨®n Galega pod¨ªa encontrar justificaciones dentro del marco pol¨ªtico de la comunidad aut¨®noma. Con sus 161.000 votos pod¨ªa aducir la considerable distancia de respaldo popular que separa a los 5 10.000 sufragios de Coalici¨®n Popular de los 356.000 votos del PSOE. Las fuerzas del centro est¨¢n abiertas, por definici¨®n, a acuerdos con los partidos situados a su derecha y a su izquierda. La negociaci¨®n sobre los programas de gobierno, los acuerdos de legislatura y la distribuci¨®n de las cuotas de poder determinan la viabilidad de las alianzas entre la formaci¨®n bisagra y el partido predominante. Es por eso evidente que, en principio, los reformistas tienen derecho a pactar lo mismo con los conservadores que con los socialistas. Pero la experiencia gallega ense?a que un partido con vocaci¨®n mediadora debe disponer, para hacer ese juego con eficacia y limpieza, de cohesi¨®n interna, claridad de ideas y destreza operativa. La bisagra ha chirriado en exceso y suscita razonablemente el temor de que la organizaci¨®n reformista, tambi¨¦n en el resto de Espa?a, ha nacido oxidada.
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