La Guardia Civil del Aire
CON LA escasa separaci¨®n de unos d¨ªas, Iberia, la l¨ªnea a¨¦rea de bandera espa?ola, ha vuelto a convertirse en fuente de noticias. No se trata ahora -o no s¨®lo- de los retrasos horarios o de las desconsideraciones del personal de tierra con los usuarios de la compa?¨ªa. La cr¨®nica de sucesos acaba de recibir originales aportaciones de la Guardia Civil, que resolvi¨® por su cuenta, a finales de la pasada semana, ensanchar sus competencias en el mar -que la nueva ley de Polic¨ªa le concede para la vigilancia de aguas jurisdiccionales- con una discreta incursi¨®n en el tr¨¢fico a¨¦reo.El s¨¢bado 15 de febrero, una dotaci¨®n de la Benem¨¦rita ocup¨® con armas un avi¨®n que aguardaba el despegue de un vuelo regular entre Madrid y Valencia para reducir al pasaje, que se negaba a ocupar sus asientos y abrocharse sus cinturones -despu¨¦s de varias horas presos en el interior del aeroplano- hasta que no se le explicaran las razones del retraso en la partida. Entre los pasajeros llamados al orden de manera tan expeditiva y poco elocuente de nuestra integraci¨®n en las f¨®rmulas de la civilizada Europa figura un diputado del Congreso, testigo excepcional de esa irrupci¨®n de la fuerza p¨²blica, armada con metralletas, para intimidar a unos ciudadanos que defend¨ªan su derecho a ser informados y a que se cumpliera un contrato de transporte. Tambi¨¦n fueron v¨ªctimas ilustres del bochornoso incidente los componentes de la Orquesta Filarm¨®nica de Londres, uno de cuyos miembros tuvo que soportar la vejaci¨®n de que la Guardia Civil le arrebatara una c¨¢mara para velar un acusador carrete. El gran descubrimiento de los socialistas sobre la Guardia Civil ha mostrado a los atemorizados viajeros una estampa de prepotencia y excesos descolorida de puro vieja.
Pero esta an¨¦cdota -por desgracia harto significativa- pierde comparativamente inter¨¦s tras las informaciones publicadas por EL PA?S el pasado martes sobre posibles casos de sabotaje en dos aviones -un DC-9 y un Boeing 727- de Iberia en los hangares de Barajas. T¨¦cnicos de mantenimiento de la compa?¨ªa descubrieron, el 31 de enero y el 4 de febrero, la existencia de da?os intencionados en los dos aparatos. Aunque las aver¨ªas causadas, seg¨²n se dice, no hubieran puesto en peligro la seguridad de vuelo, resulta dif¨ªcil simular impasibilidad y fingir una razonable inquietud ante la amenaza que implica tanto la existencia de saboteadores en los hangares de Iberia como la ignorancia de su identidad m¨®viles y objetivos. El pacto de silencio -que rubricaron con la empresa los dirigentes sindicales y la mayor¨ªa de los empleados- para ocultar ante la opini¨®n p¨²blica los hechos puede ser explicado a la vez por un condenable intento corporativista y por un comprensible deseo de evitar la alarma. Sin embargo, del incidente cabe extraer tambi¨¦n la conclusi¨®n de que los servicios de mantenimiento y revisi¨®n de Iberia est¨¢n en condiciones de localizar cualquier irregularidad.
. En cambio, nada puede justificar que el director de la Seguridad del Estado se enterase por la Prensa, y con 15 d¨ªas de retraso, de esos sabotajes. La raz¨®n de esa ignorancia es que la Guardia Civil, que hab¨ªa recibido de la direcci¨®n de Iberia una informaci¨®n verbal y reservada sobre tan inquietantes descubrimientos, resolvi¨® llevar hasta el extremo la autonom¨ªa funciona? (y casi org¨¢nica) que se le ha concedido en la pr¨¢ctica. Los responsables de la Benem¨¦rita resolvieron por su cuenta no otorgar mayor importancia al caso y no molestar a la superioridad con noticias sobre el sabotaje. Esa displicencia quiz¨¢ explique tambi¨¦n. que tres semanas despu¨¦s de los hechos no haya todav¨ªa noticias de que la investigaci¨®n haya avanzado sustancialmente. Ni se descarta por completo la hip¨®tesis de un atentado terrorista ni se apunta hacia otra explicaci¨®n alternativa -un desequilibrado o un malvado- para dar cuenta de los hechos.
En el per¨ªodo transcurrido entre el descubrimiento del sabotaje y, su publicaci¨®n por la Prensa, no s¨®lo los altos responsables del Ministerio del Interior fueron condenados a la ignorancia. Tambi¨¦n el ministerio p¨²blico y el juez quedaron mantenidos al margen del asunto. Una edificante lecci¨®n de c¨®mo funcionan los sistemas de seguridad y orden p¨²blico en un punto neur¨¢lgico como el aeropuerto de Madrid y de c¨®mo entiende la Guardia Civil su papel institucional.
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