Fracasan las pel¨ªculas de Bergman, Friedkin y Jancs¨®
Las esperanzas depositadas en las pel¨ªculas del sueco Ingmar Bergman, el norteamericano William Friedkin y el h¨²ngaro afincado en Francia Miklos Jancs¨®, tres cineastas muy distintos entre s¨ª, pero un¨¢nimemente considerados de primera fila, pasaron a engrosar el ya repleto cap¨ªtulo de frustraciones de esta edici¨®n del certamen berlin¨¦s. Como contrapartida, una aceptable pel¨ªcula de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, La casa junto al r¨ªo, de Roland Gr?f, y, sobre todo, una alegre y c¨¢ustica comedia italiana, La misa ha terminado, de Gianni Moretti, salvaron a la jornada de ayer del desastre total.
El filme de Gianni Moretti, junto a la pel¨ªcula canadiense Anne Trister, de Lea Pool; la brit¨¢nica Caravaggio, de Derek Jarman; la austriaca Heidenl?cher, de Wolfran Paulus; la alemana occidental Stammheim, de Reinhard Hauff, y la norteamericana At close range, de James Foley, son los ¨²nicos filmes de todos los presentados en la secci¨®n oficial a competici¨®n que hasta el momento se pueden barajar, por merecimientos aut¨¦nticos, para alg¨²n premio parcial, que no total, en medio de este casi absoluto desierto de buen cine que est¨¢ resultando este Berl¨ªn 86.Vivir y morir en Los Angeles, que, antes de verse aqu¨ª, iba a ser la gran campanada de William Friedkin, una r¨¦plica mejorada de su ya legendaria French Connection, suena, despu¨¦s de vista, a estruendo de pura chatarra. No es buen cine, sino mal circo. No tiene el rigor de la acci¨®n, sino el artificio del ajetreo. No es que sea una pel¨ªcula de tiros, sino de tracas. Quiere ser un alarde de ritmo, de trepidaci¨®n, y se queda en simple pirotecnia. Es decir, que se pasa y que, por tanto, se queda corta. Una cosa es cine negro y otra cine de salsa de tomate. Una cosa es Michael Cimino, que domina desde dentro las leyes de la moral del exceso, y otra William Friedkin, que hace del exceso una inmoralidad no dominada. Ganar¨¢ dinero, pero mintiendo, haciendo trampa. La pel¨ªcula es, en definitiva, una patra?a construida sobre muchos d¨®lares y poco talento.
El nombre de Miklos Jancs¨® es parte justificada de la historia del cine europeo de hace un par de decenios. No es ning¨²n novato este ex cineasta h¨²ngaro hoy afincado en Francia. Hay detr¨¢s de ¨¦l una treintena de filmes, por desgracia casi todos desconocidos o mal conocidos en Espa?a, algunos de los cuales -por ejemplo, Cantata profana o Los desesperados- influyeron mucho en la formaci¨®n y consolidaci¨®n de algunas de las vanguardias europeas de los a?os sesenta.
Mala ret¨®rica
Ayer, Jancs¨® trajo a Berl¨ªn un filme franc¨¦s que es un prodigio de mala ret¨®rica, pedanter¨ªa e inanidad: El alba. Da la impresi¨®n, ciertamente muy penosa, de que a Jancs¨®, al envejecer, se le han producido cortocircuitos en la memoria y ha conservado intacto el recuerdo de sus complicadas formas de contar o representar cosas al mismo tiempo que se le han olvidado esas cosas que contar o que representar. El resultado es un petulante vac¨ªo, un rodeo in¨²til alrededor de un desierto de ideas.Poco despu¨¦s de Vivir y morir en Los ?ngeles y poco antes de El alba, la alegre y corrosiva sencillez de Gianni Moretti en La ¨²ltima misa fue un gratificador ba?o de buena recuperaci¨®n de cosas del pasado. La gran tradici¨®n de la comedia italiana, rescatada en algunas de sus esencias por esta graciosa, c¨¢ustica y humilde pel¨ªcula, compens¨® del cementerio de las pel¨ªculas que protagonizaron el d¨ªa.
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