Cuenta atr¨¢s en Filipinas
TODO PARECE indicar que la cuenta atr¨¢s para el cambio en Filipinas se halla muy avanzada, hasta el punto de difundirse anoche la noticia, luego desmentida, de la huida del presidente Marcos. En cualquier caso, solamente la locura megal¨®mana de un desvencijado dictador puede ya inducirle a mantenerse en la presidencia y tratar de dar una soluci¨®n sangrienta a la crisis abierta por las fraudulentas elecciones del pasado 7 de febrero.Las cosas empezaron a hacerse especialmente dif¨ªciles para Marcos hace dos s¨¢bados en Washington, cuando el presidente norteamericano, Ronald Reagan, vari¨® sustancialmente sus declaraciones de 48 horas antes, al reconocer que se hab¨ªa producido un fraude gigantesco en las elecciones presidenciales filipinas del 7 de febrero pasado. Hasta aquel momento, la estrategia de la Administraci¨®n norteamericana parec¨ªa la de forzar un cierto cambio suave tratando de inducir a la oposici¨®n, encabezada por la candidata a la presidencia Coraz¨®n Aquino, a entrar en el Gobierno de Ferdinand Marcos. Una vez instalada esa coalici¨®n, nada m¨¢s veros¨ªmil que una transici¨®n, en la que Marcos dejara el poder al cabo de un plazo prudencial. De esta manera se habr¨ªa pagado a plazos el resultado electoral, que no cabe duda que s¨®lo el fraude masivo perpetrado por el Gobierno hab¨ªa impedido que favoreciera a Aquino.
El cambio de t¨¢ctica a corto plazo se inauguraba con las declaraciones fuertemente cr¨ªticas de Reagan y el env¨ªo de un emisario especial, Philip Habib, a Manila para compulsar los ¨¢nimos sobre el terreno. ?ste hizo, con toda probabilidad, un ¨²ltimo intento de atraerse a Aquino y a su vicepresidente, Salvador Laurel, a una componenda con Marcos, comprobando que la oposici¨®n, con el respaldo de la Iglesia cat¨®lica, no aceptar¨ªa nada que no fuera el reconocimiento de su victoria. A partir de ese momento, la l¨ªnea de acci¨®n de Washington, aunque inspirada en una gran prudencia en las formas, ha sido la de dejar saber gradualmente su creciente disgusto por el giro que estaban tomando los acontecimientos. Se trataba de ir minando desde dentro la l¨ªnea de defensa formada por los leales al dictador. El ¨²ltimo episodio de esa estrategia lo han protagonizado el ministro de Defensa, Juan Ponce Enrile, y el jefe en funciones del estado mayor de las fuerzas armadas, Fidel Ramos, rebel¨¢ndose contra Marcos. La personalidad de estos dos rebeldes de lujo era muy significativa en esos momentos.
Ponce Enrile es un antiguo colaborador de Marcos que no se ha distinguido en ningun momento por sus escr¨²pulos democr¨¢ticos, y que ha servido complacientemente al r¨¦gimen en una variedad de empleos en los que se ha enriquecido conspicuamente. El hecho de que se haya decidido a abandonar a Marcos, m¨¢s que a una s¨²bita conversi¨®n a las pr¨¢cticas democr¨¢ticas, ha de deberse a convicciones tan s¨®lidas como recientemente desarrolladas sobre el futuro del archipi¨¦lago. Al mismo tiempo, Fidel Ramos, militar formado en Estados Unidos, fue designado por Marcos sucesor del desprestigiado Fabi¨¢n Ver en la jefatura militar para satisfacer a Washington. Que tanto Ponce como Ramos hayan actuado sin conocimiento de EE UU es poco veros¨ªmil.
Paralelamente, la posici¨®n de la Europa occidental no ha dejado de desempe?ar un papel importante en el progresivo cerco contra el r¨¦gimen del dictador. Ning¨²n embajador de los pa¨ªses de la Comunidad Europea va a estar presente ma?ana en la hipot¨¦tica toma de posesi¨®n de Marcos. Varios de los representantes europeos en Manila, entre ellos el embajador espa?ol, Ortiz Armengol, han sido llamados a consultas en sus respectivos pa¨ªses, y su apoyo a la candidata Aquino es p¨²blico.
Enfrente de todo ello, el todav¨ªa presidente parec¨ªa contar hasta el ¨²ltimo momento con el apoyo de una parte del Ej¨¦rcito, que podr¨ªa convertirse, en el instrumento de una matanza si la locura oto?al del dictador prevaleciera sobre lo que es un coro generalizado de repulsa. Anecd¨®ticamente, la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Checoslovaquia, que s¨ª han felicitado a Marcos por su reelecci¨®n, marcan el perfecto contrapunto de ese aislamiento. Con el convencimiento de que los enemigos de mis enemigos son mis amigos, Mosc¨² est¨¢ indicando con su gesto hasta qu¨¦ punto Washington quiere o se resigna a que las cosas cambien en Manila.
Las pr¨®ximas horas, los pr¨®ximos d¨ªas han de ser decisivos para el desarrollo de la crisis, en la medida en que Marcos, a diferencia del dictador haitiano Jean Claude Duvalier, parece decidido a agotar el ¨²ltimo cartucho de esperanza con preferencia a rendirse a una evidencia planetaria. La renuncia del dictador a reducir por la fuerza la rebeli¨®n de Ponce y Ramos, que ha sido presentada como un acto de magnanimidad, parece una reacci¨®n de sana prudencia ante la advertencia de Washington de que un derramamiento de sangre iniciado por el Gobierno provocar¨ªa "las m¨¢s graves consecuencias" para las relaciones entre los dos pa¨ªses. Si Estados Unidos y el presidente Reagan no pueden dejar perder Filipinas, asegurando una transici¨®n aceptable a la moderaci¨®n democr¨¢tica representada por Coraz¨®n Aquino, menos les convendr¨ªa sostener a un Marcos convertido en m¨¢s que dudoso aliado.
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