Las amigas de la leyenda
Hoy termina el ciclo que durante varias semanas ha venido dedic¨¢ndose a la actriz Audrey Hepburri. Ha sido un precioso regalo, que, por fortuna, ha encajado bien entre el respetable, creando, incluso, nuevos fans, cosa dif¨ªcil por estas fechas. Pero, ojo, que Robin y Marian, la pel¨ªcula con la cual nos despedimos de Audrey, puede provocar infartos, puesto que de Encuentro en Par¨ªs, la de la semana pasada, donde la actriz todav¨ªa gozaba de su lozan¨ªa perturbadora, pasamos sin m¨¢s a una Hepburn fisicamente decadente, pocha, entrada en a?os y arrugas. Y es que Robin y Marian, del ir¨®nico Richard Lester, pretende precisamente eso, mostrar las arrugas de quienes durante lustros han carecido de ellas eri nuestro sue?o colectivo llamado cine.Rescatar la gloria
Robin y Marian se emite hoy a las 21
45 horas en TVE-1.
Robin Hood es, qu¨¦ duda cabe, un magn¨ªfico ejemplar de esas aventuras y esos romances. Pero Robin Hood, como todo bicho viviente, tambi¨¦n envejece. Y Robin y Marian, m¨¢s que profundizar en el crep¨²sculo de los h¨¦roes -que tambi¨¦n- lo que hace es, mediante el presente, evocar el pasado, rescatar la gloria de quien, tal y como aqu¨ª se nos pinta, jam¨¢s adivinar¨ªamos que la ha tenido. Lester, en definitiva, juega con el mito, sabe que el p¨²blico conoce, cuando no a?ora, a fondo las haza?as vividas otrora y, en su romanticismo, provoca la ternura. Hay en todo ese proceso algo de desmitificaci¨®n, por supuesto, pero sin mala intenci¨®n. El mismo gag final, espl¨¦ndido, con la flecha elev¨¢ndose a los cielos como las criaturas de Cocteau, es prueba irrefutable de que lo que Lester pretende, al margen de que sus h¨¦roes, esta vez, son harapientos, decr¨¦pitos, es perpetuarlos en el honor y la gloria que el cine les diera desde tiempos de Errol Flynn.
Robin y Marian es una pel¨ªcula muy especial. Va dirigida a todo aqu¨¦l que, al crecer, no s¨®lo no ha perdido el esp¨ªritu de aventura rom¨¢ntica, sino que lo ha fortalecido. Un filme para nost¨¢igicos, s¨ª, francamente estupendo y realizado a fuego lento, con parsimonia, enamor¨¢ndose poco a poco de sus personajes. Y con un Sean Connery, en el papel de Robin Hood, que por aquellos d¨ªas perd¨ªa sus verg¨¹enzas y nos deleitaba con regocijantes papeles a flor de calva, barbas y turbantes. La Hepburri est¨¢ a su altura y en papeles secundarios algunos ingleses de fuste -Robert Shaw, Nicol Williamson, Denholm Elliot, Richard Harris...- componen muy bien sus perfiles.
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