Garrido no repetir¨¢ nunca la experiencia del Aconcagua
Fernando Garrido, de 27 a?os, lleg¨® ayer por la ma?ana a Espa?a. Lo hizo en vuelo directo a Madrid desde Santiago de Chile y en primera clase por cortes¨ªa de la compa?¨ªa Iberia. El de ida fue todo un peregrinaje: Zaragoza-Marsella, en autob¨²s; Marsella-R¨ªo de Janeiro, en la compa?¨ªa m¨¢s econ¨®mica que encontr¨®, y R¨ªo-Santiago, de nuevo en autob¨²s. Para que se produjera este cambio s¨®lo tuvo que estar 61 d¨ªas en la cima del Aconcagua, a 6.959 metros de altitud. Jam¨¢s un ser humano ha estado tanto tiempo en condiciones tan extremas. ?l no ser¨¢ quien lo intente de nuevo: "Ha sido peor de lo que me imaginaba y, aunque ha merecido la pena, nunca repetir¨¦ la experiencia".
La aventura de Garrido le ha valido para establecer el r¨¦cord del mundo de permanencia en la alta monta?a. El anterior lo ten¨ªa el franc¨¦s Nicol¨¢s Jaeger, que en 1979 estuvo 60 d¨ªas en la cumbre del Huscar¨¢n, en Per¨², a 6.700 metros de altitud. Garrido dice que Jaeger, que muri¨® en 1980 en el Himalaya, le enga?¨®: "Le¨ª su libro y me pareci¨® cosa f¨¢cil lo de estar dos meses en la monta?a. Ahora puedo asegurar que ha sido una experiencia terrible".Garrido se llev¨® al Aconcagua la Biblia y libros de yoga y ajedrez. "No pude leer ninguno porque era incapaz de hacer el m¨¢s m¨ªnimo esfuerzo mental. Siempre estaba perezoso, hasta el extremo de que me, planteaba cada d¨ªa el tener que hacerme la comida". Esta fue una de las consecuencias de vivir a una altitud donde el ox¨ªgeno falta, se produce un malestar continuo y, hasta que el cuerpo se aclimata, el organismo rechaza cualquier tipo de alimento.
Los chorizos y quesos que se llev¨® Garrido a la cima quedaron para mejor ocasi¨®n. S¨®lo le apetec¨ªan productos l¨ªquidos. Perdi¨® 11 kilos de peso en estos dos meses y tuvo las manos y los pies al borde ,de la congelaci¨®n ante temperaturas de 20 grados bajo cero. "Llevaba tres pares de guantes y botas triples, pero se me congelaban igual. Lo peor era cuando consegu¨ªa hacerlos entrar en reacci¨®n porque el dolor que se siente es inimaginable".
A¨²n tuvo que soportar situaciones m¨¢s cr¨ªticas, aunque luego no tuvieran ninguna consecuencia. Fue ya casi al final de su aventura. Lleg¨® a traspasar la frontera del miedo y ¨¦ste se convirti¨® en pena "porque ve¨ªa que se me acababa la vida cuando viv¨ª una tormenta el¨¦ctrica como jam¨¢s pude imaginarme que hubiera. Las piedras estallaban a mi lado y el pelo se me eriz¨® de la electricidad".
Fue uno de los momentos en que Fernando Garrido pudo recobrar la lucidez en su letargo, ya que casi todo lo dem¨¢s lo recuerda como entre sue?os: "Es como si mi vida hubiera tenido un par¨¦ntesis. Tengo recuerdos borrosos, que no s¨¦ si fueron de verdad. La lucha contra la naturaleza result¨® mucho m¨¢s dura de lo que me pod¨ªa imaginar. Llegu¨¦ a perder la noci¨®n del tiempo. Sab¨ªa cu¨¢ntos d¨ªas llevaba porque me lo dec¨ªan los compa?eros por radio. Esa comunicaci¨®n fue la que me permiti¨® soportar lo que, al final, era una situaci¨®n insostenible".
Este profesor de esqu¨ª ha regresado como un h¨¦roe. Cuando se fue al Aconcagua, cubri¨® a duras penas el presupuesto, unos dos millones de pesetas. Ahora ya piensa en la traves¨ªa del Himalaya, desde Pakist¨¢n hasta Tailandia.
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