Hacia un nuevo sindicalismo
El sindicalismo obrero se enfrenta a un conjunto de cambios econ¨®micos, sociales y tecnol¨®gicos que obligan a replantear gran n¨²mero de los modelos de acci¨®n y de los mismos objetivos cl¨¢sicos de las organizaciones obreras y de sus propias reivindicaciones. Giorgio Benvenuto, secretario general del sindicato italiano Unione Italiana Lavoratori (UIL), realiza en este art¨ªculo una reflexi¨®n sobre la situaci¨®n del sindicalismo en Italia, extrapolable en buena parte al resto del sindicalismo de los pa¨ªses europeos. Entre las ideas de renovaci¨®n que apunta se cuenta la de un sindicalismo de ciudadanos, ocupado de la igualdad fiscal, los salarios sociales y el bienestar en general.
El futuro del sindicato italiano, tras a?os dif¨ªciles, depende en gran medida de la capacidad para enfrentarse con decisi¨®n a una situaci¨®n econ¨®mica y social que respira ya el aire del a?o 2000, ante el avance imparable de la evoluci¨®n tecnol¨®gica. La fase posindustrial ya est¨¢ en curso en nuestro pa¨ªs, y para ella se ha acu?ado ya una definici¨®n: sociedad de la informaci¨®n. Se trata de un proceso de dimensiones mundiales: en Estados Unidos y en Jap¨®n una gran parte de la renta nacional deriva de actividades terciarias basadas en las nuevas tecnolog¨ªas. As¨ª pues, una entidad no material, la informaci¨®n, tiende a convertirse en fundamental en los procesos econ¨®micos, y las materias primas y la producci¨®n de los bienes materiales son cada vez m¨¢s conquistas de la automatizaci¨®n.En todos los niveles se anuncian ya modificaciones profundas: en el plano productivo, en el social, en el cultural. Se advierten influencias tambi¨¦n en el plano institucional y pol¨ªtico: se hace cada vez m¨¢s perentoria la necesidad de modernizar -haci¨¦ndolas m¨¢s ¨¢giles y eficaces- las instituciones. Los partidos, pese a sus itinerarios diferentes, se ven empujados, por el surgir de nuevas figuras sociales, a poner en entredicho la manera en la que se han asegurado hasta ahora su consenso electoral, la imagen que propusieron en su d¨ªa a las diferentes categor¨ªas sociales.
En semejante situaci¨®n surgen en el debate pol¨ªtico y cultural varios interrogantes. Uno de ¨¦stos tiene que ver con el sindicato enfrentado a una fragmentaci¨®n social continua y al crecimiento de formas cada vez m¨¢s individualizadas de las profesiones presentes en las distintas actividades laborales.
No hay s¨®lo menos grandes f¨¢bricas, m¨¢s actividades empresariales de menores dimensiones o m¨¢s actividades terciarias. No se da s¨®lo el fin del obrero-masa, protagonista de los primeros a?os setenta y de una fase de conquista de un poder pol¨ªtico y contractual notable por parte de los sindicatos en beneficio de otras figuras: obreros muy profesionalizados, t¨¦cnicos, cuadros dirigentes. Se da una distribuci¨®n diferente de fuerzas de trabajo en una realidad en la que es dif¨ªcil defender el empleo existente con las viejas formas de lucha y se hace necesario inventar muchas cosas nuevas para evitar que generaciones enteras de j¨®venes acaben qued¨¢ndose fuera del mercado de trabajo, sin empleo. Y en Italia el problema del trabajo es realmente b¨¢sico. ?Qu¨¦ puede hacerse? En primer lugar, aceptar el desaf¨ªo de lo nuevo. No hay otra alternativa. O, mejor dicho, la alternativa es un r¨¢pido declinar que quiz¨¢ dar¨ªa la raz¨®n a las fuerzas empresariales que buscan una sociedad sin sindicatos y que se oponen a la posibilidad de que puedan existir relaciones industriales m¨¢s modernas entre empresarios y sindicatos, pero esto constituir¨ªa un grave perjuicio para una sociedad que manifiesta sin duda vitalidad y voluntad de alcanzar seguridad y estabilidad en la vida civil y en la econom¨ªa, lo que es muy complejo, y por ello necesita fuerzas sociales que garanticen no s¨®lo los necesarios niveles de mediaci¨®n social sino una protecci¨®n eficaz de grandes intereses colectivos e individuales ligados a una idea de desarrollo, de programaci¨®n de los recursos, de equidad.
DESAF?O
El desaf¨ªo de lo nuevo, por otro lado, est¨¢ al alcance de los sindicatos siempre que ¨¦stos se liberen de los residuos de maximalismo que siguen presentes en algunos sectores limitados y comprometan todos los recursos ideales y organizativos para dise?ar nuevas estrategias, superando retrasos e ineficacias.La l¨®gica que deber¨ªa sustentar este esfuerzo de renovaci¨®n se halla en la voluntad de conciliar dos elementos fundamentales: la eficacia del sistema econ¨®mico y pol¨ªtico y la solidaridad.
En ambos t¨¦rminos -eficacia y solidaridad- se encierra asimismo una esperanza: la de elevar la calidad de la democracia. En este sentido no podemos perder tiempo. Antes bien, hay que coger al vuelo todas las ocasiones propicias para el desarrollo de la econom¨ªa que se vislumbran ahora, precisamente en este per¨ªodo, con el fin de poner las bases de una presencia, que es nueva en muchos sentidos, de los sindicatos en el panorama italiano.
?Por d¨®nde hemos de empezar? La distancia entre las nuevas expectativas, los problemas de los j¨®venes y la lentitud y cierta farragosidad de nuestro sistema institucional, todo ello nos deber¨ªa indicar inmediatamente el camino a seguir: es decir, el de las reformas institucionales tajantes que puedan responder a las exigencias de los tiempos. Por desgracia, cuando faltan s¨®lo 12 a?os para el 2000, la cultura pol¨ªtica y social italiana corre el riesgo, todav¨ªa, de ir con retraso, y corre el riesgo de perder el contacto con la sociedad, de no ser capaz ya de orientarse en la conexi¨®n de las opiniones y en las necesidades de estratos sociales en continua movilidad, y los partidos, unos m¨¢s y otros menos, han tenido la tentaci¨®n de ocupar la sociedad. Por el contrario, la reforma institucional debe partir precisamente de aqu¨ª: es decir, debe marcar un l¨ªmite insuperable contra la tendencia a la partidizaci¨®n de la sociedad. A esto hay que a?adir un dato nuevo: el de responsabilizar a los sindicatos para que tomen el camino de las reformas institucionales. En efecto, ?qu¨¦ necesita en este momento la sociedad italiana? Ante todo hay que determinar modelos de expresi¨®n lineal del consenso pol¨ªtico: del ciudadano al partido, del partido al Parlamento. Hacen falta adem¨¢s procedimientos legislativos (especialmente en el campo de la pol¨ªtica econ¨®mica y social) r¨¢pidos, ¨¢giles, como lo es la evoluci¨®n econ¨®mica. Asimismo, se hacen necesarias bases de representaci¨®n clara para las fuer zas sociales para que colaboren sin mediaciones en cada nivel, en la formaci¨®n de las opciones m¨¢s importantes en el campo econ¨®mico y social.
PROTOCOLOS
Paralelamente ha de desarrollarse la experiencia que los sindicatos italianos han puesto en marcha, por medio de protocolos de entendimiento que deben estipularse tanto con los empresarios p¨²blicos como con los privados, en los cuales sea posible para los sindicatos disponer de ¨¢mbitos institucionales, tener un m¨¦todo concreto con el cual seguir, hacer frente y, si viene al caso, anticipar los procesos de transformaci¨®n y reorganizaci¨®n productiva.La participaci¨®n de los sindicatos es tambi¨¦n, as¨ª, una aceptaci¨®n de responsabilidades y una ocasi¨®n para evitar tensiones sociales prolongadas y graves y sin salida.
Esto por lo que se refiere al aspecto institucional. Pero, naturalmente, adem¨¢s, es necesario renovar bastante en las relaciones entre las fuerzas sociales. Hace ya m¨¢s de 10 a?os que sindicatos y empresarios son incapaces de llegar a acuerdos directos a nivel interconfederal.
No han servido para nada los miles de mesas redondas, los intentos de negociaci¨®n, pese a los intentos en este sentido hasta finales de 1985.
El problema de fondo no era el de la escala m¨®vil, pese a haber sido ¨¦ste el ¨¢spero elemento catalizador de los acontecimientos sindicales de estos ¨²ltimos cinco a?os.
En realidad, lo que se ha producido ha sido un choque de dos visiones diferentes de las relaciones sindicales que no han dejado sitio para una lectura m¨¢s moderna de la negociaci¨®n entre las partes. En realidad, la fragmentaci¨®n social no perdona al empresario italiano, que presenta muchos rostros, se presenta dubitativa respecto de las perspectivas, tiene dos almas: una de ellas, muy conservadora, y otra menos r¨ªgida, pero que todav¨ªa no es capaz de ofrecer una filosof¨ªa propia nueva sobre la confrontaci¨®n social: as¨ª, para los empresarios, ha resultado edificante la l¨®gica seg¨²n la cual han utilizado la confrontaci¨®n con los sindicatos s¨®lo para tratar de obtener del Gobierno italiano una serie de contrapartidas ¨²tiles para sus intereses. A esta visi¨®n de las cosas se opone una l¨ªnea diferente: la de la concertaci¨®n econ¨®mica con situaciones de enfrentamientos directos no ideologizados est¨¦rilmente, que ve implicados, aun de formas muy distintas y m¨¢s ¨²tiles en cada ocasi¨®n, al Gobierno, a los sindicatos y a lo empresarios en el dise?o de los rasgos b¨¢sicos del desarrollo econ¨®mico, las compatibilidades esenciales, las opciones que llevar a cabo. En este marco algunos problemas poseen un valor propio caracter¨ªstico, y los sindicatos saben que de su soluci¨®n depender¨¢ en medida no peque?a su capacidad para seguir siendo protagonistas. Los problemas son los siguientes: la econom¨ªa, en primer lugar, necesita una nueva pol¨ªtica laboral para los j¨®venes, para quienes est¨¢n al margen de la producci¨®n, para quienes dependen desde hace a?os de los fondos de desempleo, pues para todos ¨¦stos el actual sistema de mercado de trabajo ya no sirve, produce solamente da?os, destruye el trabajo y no lo construye.
Es necesaria mayor flexibilidad (contratada por el sindicato, claro est¨¢) en la econom¨ªa; es necesario que haya ideas nuevas para favorecer la entrada de los j¨®venes en el trabajo (contratos de entrada para j¨®venes, a plazo fijo, part-time); es necesario un nuevo ajuste; se hacen necesarias pol¨ªticas ole trabajo activas, dado que despu¨¦s de la agricultura tambi¨¦n la industria, aun cuando es fundamental en la econom¨ªa italiana, demuestra que es cada vez menos el pulm¨®n ocupacional que fue en a?os pasados.
CONTRATACI?N
Adem¨¢s hay que poner orden en la contrataci¨®n, que deber¨¢ tener cada vez m¨¢s en cuenta los problemas de la profesionalidad, y enfrentarse a los suscitados por las nuevas condiciones de trabajo. Y hay m¨¢s: la maniobra, respecto a los horarios de trabajo, que forma parte de la estrategia de empleo, aunque pensamos que en una primera fase no pueda ir m¨¢s all¨¢ del objetivo de defender mejor el empleo existente. En estas condiciones y en este per¨ªodo la reducci¨®n. del horario laboral por s¨ª mismo no produce: m¨¢s trabajo. Flexibilidad, contrataci¨®n y horario son temas para una iniciativa, a largo plazo, y por otro lado, el largo plazo es el m¨¦todo de la Es fundamental para el sindicato, adem¨¢s, hallar una relaci¨®n m¨¢s s¨®lida, inmediata y continuadacon esta variopinta base social a la que debe referirse. Lo que trae consigo varias consecuencias. La composici¨®n social de los trabajadores est¨¢ cambiando r¨¢pidamente. Los propios j¨®venes se muestran bastante desconfia dos hacia los grandes planes ideol¨®gicos, y lo que piden m¨¢s bien son exigencias y propuestas muy concretas, muy ligadas a intereses reales, sin que esto quiera decir que carezcan de idealismo, que reservan, en cambio, y con raz¨®n, a grandes valores como la paz o a objetivos importantes como la defensa de la naturaleza. El fen¨®meno de las nuevas profesionalidades es el m¨¢s claro para los trabajadores con empleo. Lo que se relaciona con la b¨²squeda de un reconocimiento de la profesionalidad, que proponen no s¨®lo los sectores m¨¢s cualificados de trabajadores de las f¨¢ bricas sino toda una serie de profesiones hasta llegar a la gran agitaci¨®n reciente de los m¨¦dicos. Todas estas profesiones no s¨®lo han sufrido una pol¨ªtica de congelaciones retributivas serias, que s¨ª las ha hab¨ªdo, y que ahora el sindicato ha de enterrar definitivamente (es lo que ha hecho con el nuevo sistema de escalas m¨®viles, y lo va a hacer en los per¨ªodos contractuales venideros para restablecer diferenciales param¨¦tricas m¨¢s justas en todos los sectores, tanto en el p¨²blico como en el privado), sino que han sufrido tambi¨¦n una disminuci¨®n en el prestigio de la propia funci¨®n en la sociedad: por ejemplo, a causa de Hacienda, que en estos ¨²ltimos a?os maltrat¨® sus rentas ante la gran evasi¨®n fiscal de otros sectores sociales y que s¨®lo en los dos ¨²ltimos a?os se est¨¢ combatiendo con eficacia -precisamente gracias a la iniciativa del sindicato-. En efecto, el sindicato, unido pese a encontrarse en uno de los momentos de mayor conflicto entre las distintas expresiones. sindicales italianas, ha iniciado una batalla que las fuerzas pol¨ªticas mayores pod¨ªan proseguir s¨®lo con grandes dificultades, y la ha combatido bien, tan to para poner coto a las evasiones fiscales como para conseguir una reforma estructural de los mecanismos fiscales que tienen que ver con los contribuyentes, para que fuesen m¨¢s equitativos. Y en la sociedad se ha producido una reducci¨®n del prestigio de la funci¨®n precisamente cuando lo que se necesitaba era que competencias, responsabilidades y profesionalidad se viesen valoradas y capacitadas para hacer funcionar tanto la producci¨®n como los servicios sociales.
M?DICOS
Resumiendo, mientras se discut¨ªa, de manera equivocada, sobre si era mejor pnvatizar este o aquel servicio social con el fin de poner remedio a los despilfarros, a la ineficacia, se olvidaban situaciones individuales, como, por ejemplo, la situaci¨®n en que se hallaban los m¨¦dicos italianos, excluidos de decisiones importantes tomadas por las unidades sanitarias locales sobre aspectos t¨¦cnicos. As¨ª pues, m¨¢s en general, nos preguntamos que qui¨¦n tutela al trabajor ciudadano. ?Es posible que sea un terreno de actividad para el sindicato?La UIL ha lanzado una idea: la de un sindicato para ciudadanos. El trabajador en la ciudad es una figura no menos importante: que la del trabajador en la f¨¢brica. Para el sindicato del ma?ana ser¨¢ necesario, sin duda, permanecer en los lugares de trabajo, y ser en¨¦rgico, pero es esencial tambi¨¦n ser fuerte en la sociedad civil, en eI territorio, respondiendo con batallas civiles concretas, con propuestas, a la inflaci¨®n de tan gran n¨²mero de expectativas. Defender al trabajador ciudadano significa mejorar la calidad de vida de la convivencia social, y asimismo racionalizar y simplificar las reglas y el funcionamiento de la burocracia p¨²blica, de la m¨¢quina estatal. Significa defender grandes compromisos en un plano civil y social; es decir, esto significa luchar contra la droga, luchar por mejorar la condici¨®n de los ancianos, por un mejor servicio m¨¦dicos. Significa hacer frente a los problemas del ciudadano como consumidor, enfrentarse a los problemas del medio ambiente, ayudar a la creaci¨®n de cooperativas de j¨®venes, propugnar la equidad fiscal, promover junto a la reforma del sistema de seguridad social formas de previsi¨®n integrativa. Tales ejemplos s¨®lo son el esbozo de un trabajo. Pero esto tambi¨¦n es el sindicato del futuro. Un sindicato que de esta manera redescubrir¨¢ antiguas ra¨ªces de solidaridad y al mismo tiempo podr¨¢ tender a conciliar el lenguaje de las nuevas tecnolog¨ªas con el objetivo de una verdadera promoci¨®n humana y social.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.