Juli¨¢n Santamar¨ªa
Un hilo directo entre la opini¨®n p¨²blica y el Gobierno
La guerra de cifras de intenci¨®n de voto desencadenada ante el refer¨¦ndum del 12 de marzo se ha agravado por las acusaciones de que el PSOE basa su estrategia en datos reservados que toma de las encuestas de un organismo p¨²blico, el Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS), especie de demiurgo, seg¨²n algunos, capaz de determinar en cada momento la oportunidad de una actuaci¨®n pol¨ªtica. Al frente de este organismo est¨¢ un catedr¨¢tico de 45 a?os, Juli¨¢n Santamar¨ªa, afiliado al PSOE "desde el d¨ªa siguiente al 23-F".
Juli¨¢n Santamar¨ªa no parece preocupado por las cr¨ªticas al organismo que dirige. El problema, seg¨²n ¨¦l, surge de que "se le est¨¢ dando demasiada importancia pol¨ªtica al CIS, mientras se valora poco su labor cient¨ªfica". Adem¨¢s, ¨¦l no facilita en ning¨²n caso los datos al PSOE, sino a la Presidencia del Gobierno, de la que org¨¢nicamente depende el CIS."Todos los Gobiernos", indica, "se sirven de encuestas facilitadas por organismos similares al CIS y cuyos informes son ultrasecretos. En ning¨²n pa¨ªs la oposici¨®n le pide al Gobierno estos datos, sino que utiliza sus propias encuestas. En Espa?a los resultados se hacen p¨²blicos al poco tiempo, de dos a seis meses, seg¨²n la sensibilidad del tema. No hay posibilidad de distorsi¨®n".
Rechaza, igualmente, las acusaciones de manipulaci¨®n para orientar las preguntas en, alguna direcci¨®n. Cree que las cr¨ªticas que se le hacen al CIS en este sentido son como las interpretaciones de un profano ante las preguntas de un m¨¦dico a un paciente. "Las preguntas que hacemos", afirma, "son las mismas que se hacen en Estados Unidos y en otros pa¨ªses de Europa. Si estas preguntas fueran sesgadas me estar¨ªa enga?ando a m¨ª mismo".
Est¨¢ convencido, incluso, de que las investigaciones del CIS reflejan el estado de la opini¨®n p¨²blica con tanta aproximaci¨®n que la propia oposici¨®n ha modificado sus posturas al conocer los resultados de alguna encuesta concreta. Sin embargo, cree que no hay que mitificar las encuestas; simplemente son un instrumento de informaci¨®n, un dato que se facilita al p¨²blico, no para influirle, sino como una referencia m¨¢s a la hora de decidir.
Las razones de su nombramiento -en enero de 1983- para dirigir el CIS cree que fueron profesionales, no pol¨ªticas, ya que ¨¦l no ten¨ªa entonces significaci¨®n en un partido al que acababa de llegar. En cualquier caso, acept¨® este puesto "porque ning¨²n otro me pod¨ªa divertir m¨¢s".
Su especializaci¨®n en Sociolog¨ªa Pol¨ªtica empez¨® en Estados Unidos, durante los dos a?os que estuvo becado en la universidad de Yale. Desde 1965 estuvo vinculado a la c¨¢tedra de Teor¨ªa del Estado de la universidad Complutense, que dirig¨ªa Carlos Ollero. En 1973 obtuvo la agregadur¨ªa de Ciencia Pol¨ªtica de la facultad de Ciencias Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa de la universidad Complutense y en 1981 esa misma c¨¢tedra.
Su actividad pol¨ªtica se hab¨ªa limitado a una militancia en el Frente de Liberaci¨®n Popular (FLP) de 1959 a 1962 y cierto activismo en el movimiento de profesores no numerarios en 1967 y 1968. Sin embargo, pidi¨® el ingreso en el PSOE el d¨ªa siguiente del 23-F. "Aquello fue un choque vio lento para algunos que por escrito hab¨ªamos sostenido que los partidos son esenciales a la democracia y por razones mas que nada est¨¦ticas nos hab¨ªamos mantenido al margen. Aquel d¨ªa comprendimos la necesidad de un apoyo directo y activo a los partidos".
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