En memoria de Olof Palme
Yo no s¨¦ qui¨¦n mat¨® a Olof Palme. Pero conozco muy bien a los que lo odiaban. Odio feroz sent¨ªan por ¨¦l aquellos para quienes es inadmisible todo lo que constitu¨ªa la causa de su vida: la paz y el desarme, la liquidaci¨®n del colonialismo y sus secuelas, la garant¨ªa de la seguridad europea y mundial, seguridad militar, pol¨ªtica y econ¨®mica. Seguridad para todos, tal y como enunciaba el t¨ªtulo de la -convocada por ¨¦l- Comisi¨®n, Independiente sobre Desarme y Seguridad, que, en definitiva, recibi¨® su nombre, y se hizo para todos conocida como la comisi¨®n Palme.No ser¨ªa descubrir nada nuevo decir que toda causa noble tiene enemigos suficientes. Como miembro de la comisi¨®n Palme he tenido la oportunidad de encontrarme con Palme en los ¨²ltimos cinco a?os en diversos confines de este mundo, lo mismo en Hiroshima que en M¨¦xico, Estocolmo y Nueva Delhi. Pude apreciar en toda su medida el respeto que sienten y el odio que alimentan hacia ¨¦l unos u otros. Presenci¨¦ manifestaciones de neofascistas y de gamberros que lo maldec¨ªan y amenazaban; he le¨ªdo art¨ªculos subversivos y calumniadores contra el primer ministro de Suecia, y en m¨¢s de una ocasi¨®n fui testigo de las provocaciones tramadas contra ¨¦l.
En Suecia y en Estados Unidos, y en otros pa¨ªses, hab¨ªa individuos que odiaban a Olof Palme, un hombre de concepciones muy definidas y que nunca se arredr¨® en expresarlas, trat¨¢rase de la agresi¨®n norteamericana contra Vietnam o del apartheid en Sur¨¢frica, de la m¨ªsera situaci¨®n de los pueblos oprimidos o de la carrera de armas nucleares.
Cooperaci¨®n para la paz
Olof Palme era uno de los l¨ªderes de la socialdemocracia internacional. Desde el punto de vista ideol¨®gico, ocup¨¢bamos posiciones diferentes. Pero Olof Palme y todo un grupo de l¨ªderes laboristas (Willy Brandt y Egon Balir, Bruno Kreiski, y Andreas Papandreu, Joop den Uyi y Kalevi, Sorsa, para mencionar tan s¨®lo algunos) comprend¨ªan hasta qu¨¦ punto era importante para la paz, para el desarme y la seguridad internacional, para que se resuelvan los important¨ªsimos problemas globales con los que se enfrenta la humanidad, la cooperaci¨®n de todas las fuerzas sensatas del planeta, la cooperaci¨®n entre el Oeste, capitalista, y el Este, socialista, y la cooperaci¨®n, por tanto, entre socialdem¨®cratas y comunistas.La ¨²ltima vez que vi a Palme fue a mediados de enero de este a?o, en Nueva Delhi, donde celebraba sus sesiones la comisi¨®n que ¨¦l mismo encabezaba. En aquella ocasi¨®n -ahora aparece como s¨ªmbolo tr¨¢gico- ley¨® una conferencia en memoria de Indira Gandhi en el primer aniversario de su igualmente inhumano asesinato.
En aquellos d¨ªas discuti¨® con Rajiv Gandhi, entre otras cueistiones de importancia, las nuevas iniciativas de los l¨ªderes de seis Estados sobre los problemas del desarme y de la seguridad internacional. Pensaba en c¨®mo organizar el trabajo de su comisi¨®n teniendo en cuenta la situaci¨®n conformada y las nuevas propuestas de la URSS (las planteadas en la declaraci¨®n de Mijail Gorbachov del 15 de enero del ano en curso).
Visita a la URSS
En aquellos d¨ªas de enero convers¨¦ con ¨¦l en m¨¢s de una ocasi¨®n, incluyendo la de su visita oficial a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, proyectada para comienzos de abril. Olof Palme esperaba con impaciencia esta visita y la posibilidad de conversar con Mijail Gorbachov. Ahora, por desgracia, nada de esto ha de tener lugar.Palme no pudo llevar a cabo todo lo que hab¨ªa planificado y pensado, todo lo que podr¨ªa haber hecho. Su tr¨¢gica muerte es una irreparable p¨¦rdida, no s¨®lo para el pueblo sueco, sino tambi¨¦n para las nobles causas en aras de toda la humanidad.
El pueblo sovi¨¦tico, nuestro .partido y nuestro Gobierno se visten de luto por esta muerte. El 27 Congreso del PCUS, que se est¨¢ celebrando en estos d¨ªas en Mosc¨², honr¨® la memoria de Olof Palme, primer ministro de Suecia y relevante l¨ªder pol¨ªtico de dimensi¨®n internacional.
En mi caso particular, la muerte de Palme ha sido una p¨¦rdida personal. En los ¨²ltimos a?os Palme fue para m¨ª un amigo, un hombre con el que a menudo estuve de acuerdo y otras veces, no pocas, discrep¨¦, pero por el que siempre e invariablemente sent¨ª un profundo respeto.
Era un hombrede vasta inteligencia, tenaz en sus prop¨®sitos, intachablemente honesto, y muy valiente. De no ser as¨ª no habr¨ªa llegado a convertirse en el Olof Palme que conoc¨ªamos todos nosotros, que conoc¨ªa todo el mundo. Su recuerdo perdurar¨¢ en nuestros corazones.
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