?Electoralismo econ¨®mico?
EL GOBIERNO parece decidido a aprovechar la oleada de optimismo que recorre en estos momentos, tanto nuestro pa¨ªs como el resto de Europa, para relanzar la econom¨ªa, que bien necesitada estaba de ello. A las medidas adoptadas hace unos d¨ªas sucede ahora el anuncio de una nueva disminuci¨®n de las retenciones del impuesto sobre la renta de las personas f¨ªsicas y de una serie de disposiciones liberalizadoras de los precios, que han provocado la inmediata protesta de los ministerios despose¨ªdos de sus parcelas de control.A¨²n es pronto para pronunciarse sobre el alcance de la reducci¨®n de las retenciones, puesto que el Gobierno no ha comunicado todav¨ªa la amplitud de las mismas. A pesar de lo cual, es dif¨ªcil desechar la idea de que la Administraci¨®n est¨¢ tejiendo y destejiendo el manto de Pen¨¦lope, puesto que a la tardanza en repercutir sobre la econom¨ªa la disminuci¨®n de los precios del petr¨®leo sucede ahora un goteo de medidas cuya oportunidad econ¨®mica se ve empa?ada por la cercan¨ªa del refer¨¦ndum, que arroja las sospechas de un oportunismo electoral. Hay que decir que si la proximidad de una consulta en las urnas es requisito previo para la actuaci¨®n del Gobierno en materia econ¨®mica, este a?o puede ser decisivo.
Pero parece injusto achacar primordial o sustancialmente a esos motivos la decisi¨®n del Gabinete. Los primeros argumentos avanzados para justificar la disminuci¨®n de las retenciones se basan en la previsibiemente holgada situaci¨®n de la Hacienda P¨²blica a lo largo del presente a?o, y ello no s¨®lo por los ingresos suple mentanos que aportar¨¢ la ca¨ªda de los precios del petr¨®leo, sino tambi¨¦n por el aumento de recaudaci¨®n debido a la implantaci¨®n del IVA. En teor¨ªa, cuando se calcularon los tipos de este impuesto, la recaudaci¨®n prevista deb¨ªa ser equivalente a la de los impuestos que desaparecieron. En la pr¨¢ctica, la burocracia tiende siempre a cubrirse por exceso, y lo que est¨¢ emergiendo con cierta claridad es que el nuevo impuesto recaudar¨¢ bastante m¨¢s que los anteriores. Esta evoluci¨®n es favorable desde el punto de vista de la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico, pero lo es menos desde un doble y coincidente punto de vista: el aumento de la presi¨®n fiscal indirecta incide negativamente sobre los precios y sobre el poder adquisitivo de las familias, limitando las posibilidades de crecimiento en un a?o en el qu¨¦, al fin, parece aflojar la presi¨®n de la crisis. En cualquier caso, se echa de menos una estimaci¨®n clara por parte de la Administraci¨®n de las consecuencias econ¨®micas de las nuevas medidas.
En cuanto a la liberalizaci¨®n de los precios de algunos bienes y servicios, las consecuendias podr¨ªan ser negativas sobre los precios a corto plazo, pero ser¨¢n beneficiosas en un plazo algo m¨¢s largo. El principal enemigo al que se enfrenta el Gobierno al avanzar por la senda de la liberalizaci¨®n de los precios controlados es la propia Administraci¨®n, que no termina de acostumbrarse a que el mercado defina la situaci¨®n. La ¨²nica contraindicaci¨®n, para la libertad de precios es la existencia de monopolios, y fuera de los mismos la Administraci¨®n deber¨ªa abstenerse de intervenir directamente.
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