De monosabio a torero
Pedro Almod¨®var rod¨® en 1979 Pepi, Luci y Bom, una pel¨ªcula que acababa con el underground nacido durante los ¨²ltimos tiempos del franquismo. A continuaci¨®n, Laberinto de pasiones y Entre tinieblas demostraron lo dif¨ªcil que resulta, una vez desaparecido el impacto de la novedad, tratar, a trav¨¦s de un estandar de producci¨®n medio, el universo cutre e idiota de las revistas del coraz¨®n.Almod¨®var elaboraba buenos gags, personajes divertidos, pero el conjunto sab¨ªa a poco, no pasaba de la broma ingeniosa. Pero con ?Qu¨¦ he hecho yo para merecer esto? cambi¨®. Almod¨®var, sin perder el humor, descubre que debe tomar en serio las historias, que cuenta y el resultado es deslumbrante. Matador confirma que esta seriedad, par a con el relato y las exigencias narrativas, no es una actitud pasajera, sino la expresi¨®n de una voluntad de aprender.
Matador
Director: Pedro Almod¨®var.Int¨¦rpretes: Assumpta Serna, Nacho Mart¨ªnez, Antonio Banderas, Eva Cobo, Eusebio Poncela, Julieta Serrano, Chus Lampreave, Carmen Maura y Bibi Andersen. Gui¨®n: Pedro Almod¨®var y Jes¨²s Ferrero. Fotograf¨ªa: ?ngel Luis Fern¨¢ndez. Decoraci¨®n: R. Arango, J. Morales y J. Rosell. M¨²sica: Bernardo Bonezzi. Espa?ola, 1986. Estreno en Madrid: cines Proyecciones, Rex y La Vaguada.
Matador es un filme sobre la pasi¨®n llevada hasta el l¨ªmite. En ¨¦l hay muchos puntos de contacto con el m¨ªtico Imperio de los sentidos de Oshima, sobre todo, porque la evidente comparaci¨®n entre la corrida y el acto amoroso, de la muerte y el orgasmo, convierten cualquier encuentro entre toro y torero en sin¨®nimo del enfrentamiento m¨¢s apasionado entre amante y amada.
Matador es una pel¨ªcula original y bien contada, con un gui¨®n que traba las andanzas de los distintos personajes. As¨ª, Antonio Banderas se mueve tanto por su enorme complejo de culpa, como por su necesidad de desmentir p¨²blicamente su homosexualidad; Eusebio Poncela act¨²a con la intenci¨®n de desvelar un misterio policiaco, pero tambi¨¦n porque desea a Banderas y necesita demostrar su inocencia; Nacho Mart¨ªnez y Assumpta Serna sue?an con el placer, pero este lleva aparejada la muerte; Eva Cobo, precisamente porque ama al antiguo torero, acaba por denunciarle.
Diego Montes y Mar¨ªa Cardenal, la pareja seducida por sus ganas de matar y morir, son adem¨¢s aut¨¦nticos peepings tooms de la cuesti¨®n. Su encuentro final es un modelo de puesta en escena. El erotismo necesita calificar el cuerpo, rodearlo de una serie de atributos que lo hagan m¨¢s deseable y mejor objeto de destrucci¨®n. Ellos controlan el momento, deciden las calidades de su propia tragedia y placer. Todo lo que hacen tiene como ¨²nico objetivo lograr ese ¨¦xtasis necrof¨ªlico, pues para ellos la muerte no es un negocio, un medio, sino un fin.
Montes y Cardenal, Nacho Mart¨ªnez y Assumpta Serna son personas que no desmerecen en absoluto a la tambi¨¦n tr¨¢gica Carmen Maura de ?Qu¨¦ he hecho yo para merecer esto? La labor de los lectores es magn¨ªfica. La muerte est¨¢ presente en todos sus gestos, en su vestuario, en el placer con que contemplan, desde lo alto de un puente, el vac¨ªo preferido por los suicidas urbanos. Y el resto del equipo, desde Banderas hasta la inevitable Chus Lampreave, pasando por Poncela, Maura o el divertido cameo de Ver¨®nica Forqu¨¦, funcionan a id¨¦ntico nivel, c¨®mplices del juego de Almod¨®var que, por primera vez y gracias, seguramente, a una mejor elecci¨®n de actores, logra que los int¨¦rpretes masculinos est¨¦n a la altura de sus mujeres.
Tragedia y comicidad
En realidad, Ia ¨²nica laguna de Matador, ese momento en que decae un poco la tensi¨®n y el artificio se resquebraja -y mantener en pie una historia tan disparatada como ¨¦sta, con su mezcla de tragedia y comicidad, no era tarea f¨¢cil- corresponde a las secuencias, en que el filme pierde un poco de vista sus dos ejes: la pasi¨®n criminal y la investigaci¨®n policiaca. En ellas, Eva Cobo se encuentra un tanto desasistida, impulsando a un personaje que deja poco a poco de resultarnos simp¨¢tico para derivar hacia la cl¨¢sica novia tontorrona. Ah¨ª, cuando la ficci¨®n se dispersa y el disparate se aproxima a la convenci¨®n, descubrimos la fragilidad del entramado y el ingenio del director para el arte del camuflaje, siempre en equilibrio inestable, tratando con humor lo que habitualmente se suele explicar engolando la voz y poni¨¦ndose seria cuando hay que enfocar un material siempre visto desde el prisma de la comicidad.
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