El papel de M¨¦xico en la deuda externa
LA ACTITUD del presidente mexicano, Miguel de la Madrid, condicionando el pago de la deuda externa a las posibilidades reales de crecimiento del pa¨ªs ha abierto una nueva perspectiva en Am¨¦rica Latina, regi¨®n que debe al mundo industrializado 368.000 millones de d¨®lares (alrededor de 55 billones de pesetas al cambio actual).No es lo mismo que sea Per¨² el que ponga condiciones para pagar sus cr¨¦ditos pendientes que quien lo haga sea M¨¦xico. La decisi¨®n del joven presidente peruano, Alan Garc¨ªa, de poner en cuesti¨®n el pago de una deuda (14.000 millones de d¨®lares) en gran parte heredada de un pasado que no fue suyo, pero que ha de compartir, no deja de ser un gesto en t¨¦rminos absolutos, m¨¢s testimonial que de consecuencias pr¨¢cticas. El verdadero peligro de la v¨ªa peruana sobre la deuda es que prenda en otros pa¨ªses m¨¢s significativos.
Y as¨ª ha sido. La filosof¨ªa de "pagar conforme a nuestras posibilidades y no m¨¢s" es el centro del discurso que el presidente mexicano ha lanzado a la comunidad financiera internacional. La intenci¨®n de M¨¦xico de corresponsabilizar de la crisis a los acreedores no deja de estar avalada por la realidad, pues fueron ¨¦stos los que en tiempos de bonanza se apresuraron a prestar sus excedentes monetarios, muchas veces sin las precauciones habituales de un buen banquero. M¨¦xico debe casi 100.000 millones de d¨®lares, es decir, m¨¢s de la cuarta parte de la deuda global de Am¨¦rica Latina, lo que define de por s¨ª la magnitud del problema. Pero adem¨¢s fue M¨¦xico el que inici¨® el llamado problema de la deuda cuando en agosto de 1982 decidi¨® suspender el pago de las obligaciones financieras contra¨ªdas, creando un precedente seguido de forma inmediata y generalizada por el resto de las naciones latinoamericanas, independientemente de las ideolog¨ªas de sus Gobiernos. La posibilidad de que nuevamente M¨¦xico se convierta en un espejo en el que mirarse inquieta a los bancos acreedores y a los organismos internacionales que vigilan las pol¨ªticas econ¨®micas de los pa¨ªses (especialmente el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial).
M¨¦xico posee 3.500 kil¨®metros de fronteras comunes con Estados Unidos. La posibilidad de que las tragedias naturales (los terremotos) y las sucesivas ca¨ªdas del precio de los crudos disminuyan de tal modo las condiciones de vida de los mexicanos y se genere en el interior del pa¨ªs azteca una tensi¨®n sin precedentes no deja de ser preocupante para el vecino del Norte. En M¨¦xico se comienza a decir que los norteamericanos condicionar¨¢n las ayudas para que el pa¨ªs salga de la bancarrota a una definici¨®n m¨¢s prooccidental de su pol¨ªtica exterior, vinculada hasta ahora hacia Contadora y hacia posiciones proclives al tercermundismo.
Estados Unidos y los organismos internacionales que controla contemplan ahora la necesidad de mostrarse flexibles y, apoyar a Miguel de la Madrid en esa moratoria de pagos negociada que propone, pese a que ello suponga un precedente para el resto de los pa¨ªses de la regi¨®n. Los programas de ajuste llevados a cabo en los tres ¨²ltimos a?os en la mayor¨ªa de las naciones latinoamericanas han servido para armonizar algunos de los desequilibrios estructurales que padec¨ªan. Pero no han funcionado a la hora de reducir sustancialmente el endeudamiento externo y han rebajado de manera muy expl¨ªcita el nivel de vida de los pueblos. Ahora se trata de intentar sendas de crecimiento econ¨®mico incompatibles con la hipoteca que supone una deuda exterior asfixiante.
Por ello es preciso la negociaci¨®n y la flexibilidad. Es la ¨²ltima oportunidad para que no se generalice la posici¨®n mexicana de 1982 y se produzca el p¨¢nico financiero. La opini¨®n p¨²blica apoya cada vez m¨¢s en la regi¨®n latinoamericana una moratoria de pagos. Si no hay un entendimiento con Estados Unidos la zona puede verse sometida a sacudidas pol¨ªticas internas de un radicalismo cuyas consecuencias resultan hoy imprevisibles.
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