Europa necesita a Espa?a
El autor de este art¨ªculo, ministro franc¨¦s de Defensa hasta septiembre de 1985, expone que Europa y la Alianza Atl¨¢ntica necesitan la participaci¨®n de Espa?a; y concreta que esa contribuci¨®n puede ayudar a los pa¨ªses europeos a fortalecer sus posiciones. La presencia de Espa?a, opina el autor, reforzar¨¢ la voz y la influencia europea en las decisiones que se toman en Bruselas.
La entrada de Espa?a en la Comunidad Europea el 1 de enero pasado ha sido celebrada por todos los europeos. Preparada durante mucho tiempo, la adhesi¨®n de Espa?a a las Comunidades constituye, en efecto, un hito importante en la historia de la construcci¨®n europea. De a?o en a?o, la CEE se ampl¨ªa con nuevos miembros y acrecienta as¨ª su importancia econ¨®mica y social. La adhesi¨®n de Espa?a fortalece a Europa.Para nuestros amigos espa?oles, esa fecha constituye, igualmente, una etapa muy importante; demuestra, sin ambig¨¹edad, que Espa?a ha decidido construir su futuro a escala europea. Despu¨¦s de la eliminaci¨®n de la dictadura y la reconstrucci¨®n de la democracia, Espa?a ha recobrado todo su lugar entre las naciones europeas y ha puesto fin as¨ª a un largo per¨ªodo de aislamiento y retracci¨®n de la escena internacional.
Para todos los dem¨®cratas y hombres de progreso, la reconciliaci¨®n de Espa?a y Europa es, pues, un motivo de gran satisfacci¨®n.
Menos de tres meses despu¨¦s de este acontecimiento hist¨®rico, el pueblo espa?ol va a pronunciarse en una elecci¨®n important¨ªsima.
Como se hab¨ªa comprometido en 1982, Felipe Gonz¨¢lez someter¨¢ el 12 de marzo a refer¨¦ndum la decisi¨®n de mantener o retirar a Espa?a de la Alianza Atl¨¢ntica.
Sabemos que el debate abierto inmediatamente despu¨¦s de la aprobaci¨®n del proyecto de refer¨¦ndum por el Parlameto suscita discusiones importantes y animadas. Respetuosos para la elecci¨®n, que ser¨¢ la de los espa?oles, y s¨®lo de ellos, no nos corresponde, pues, dar consejos, y todav¨ªa menos inmiscuirnos en un debate cuya apuesta puede ser decisiva para el porvenir del Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez.
Ese debate es tambi¨¦n muy importante para la Alianza Atl¨¢ntica y para todos los que desean reforzar en ella el lugar de Europa. La Alianza Atl¨¢ntica re¨²ne a unas naciones democr¨¢ticas y soberanas, libres para determinar las modalidades, las formas y los l¨ªmites de su compromiso al lado de sus aliados. Francia, como se sabe, decidi¨® en 1966 retirarse de los mandos integrados de la OTAN, reencontrando as¨ª su plena soberan¨ªa, su plena independencia en relaci¨®n con su pol¨ªtica de defensa. Si resulta aprobado, el proyecto sometido a refer¨¦ndum colocar¨ªa a Espa?a en una situaci¨®n muy similar a la de Francia.
Otras naciones miembros de la Alianza, Noruega y Dinamarca, han rechazado siempre el estacionamiento o el almacenamiento de armas nucleares sobre su suelo. Tambi¨¦n en este aspecto, el proyecto sometido a refer¨¦ndum situar¨ªa a Espa?a en una situaci¨®n comparable. El proyecto prev¨¦, por ¨²ltimo, una reducci¨®n progresiva de la presencia militar estadounidense ¨¦n, Espa?a, y a este fin, a partir de noviembre pasado, se han entablado las correspondientes negociaciones. El mantenimiento de Espa?a en la Alianza constituye la mejor garant¨ªa de llegar a un resultado en ellas. En efecto, salir de la Alianza significar¨ªa la prolongaci¨®n del tradado hispano-estadounidense y, por consiguiente, la continuaci¨®n de un mano a mano Madrid-Washington, que muchos condenan por ser una ¨²ltima herencia de un per¨ªodo actualmente finiquitado. Aun cuando esto pueda parecer parad¨®jico, Espa?a mantendr¨¢ una mayor libertad de decisi¨®n y acci¨®n en el seno de la Alianza que fuera de ella. Y lo que es m¨¢s, el gran quehacer de la Alianza en los pr¨®ximos a?os es la afirmaci¨®n y la construcci¨®n de la identidad europea. Los tiempos en que la Alianza significaba el alineamiento sistem¨¢tico e incondicional de los europeos con Washington han dejado de existir. Los europeos pesan cada vez m¨¢s en las decisiones que se toman en Bruselas. La presencia de Espa?a reforzar¨¢ nuestra voz y nuestra influencia.
Es notable, en efecto, que desde el comienzo de los a?os ochenta la concertaci¨®n y el di¨¢logo entre los europeos se han intensificado y profundizado. Progresivamente vamos llegando a una formulaci¨®n semejante de nuestros intereses de seguridad y de defensa. En el dominio de la limitaci¨®n de los armamentos, de la cooperaci¨®n europea en materia de producci¨®n de los mismos y de investigaci¨®n sobre las tecnolog¨ªas del futuro han aparecido convergencias muy importantes. Espa?a posee una experiencia y una habilidad para resolver los problemas pr¨¢cticos que Francia, quiz¨¢ m¨¢s que ning¨²n otro pa¨ªs, ha podido apreciar con ocasi¨®n de los m¨²ltiples programas industriales llevados a cabo conjuntamente. Actualmente se realizan estudios en el campo de los materiales terrestres.
Todo lo que estreche los v¨ªnculos entre Espa?a y sus asociados europeos favorecer¨¢ la modernizaci¨®n industrial y tecnol¨®gica del pa¨ªs y la puesta en ejecuci¨®n de una pol¨ªtica de armamentos conforme a nuestros intereses, en tanto que europeos; frente a la competencia de los industriales estadounidenses, Europa no tiene otra soluci¨®n que unirse si quiere preservar la autonom¨ªa de su pol¨ªtica de equipamiento militar y garantizar el devenir de sus industrias de punta. La experiencia ha demostrado que esta indispensable cooperaci¨®n resulta a veces dif¨ªcil de plasmar; los intereses industriales son tan poderosos que ning¨²n Gobierno puede quedarse fuera de tal empresa. Espa?a, lo ha demostrado, puede desempe?ar un papel muy activo y muy fruct¨ªfero para hacer programas de cooperaci¨®n europea y contribuir a la afirmaci¨®n de nuestra identidad en el dominio de la seguridad y la defensa. El pueblo espa?ol decidir¨¢ el 12 de marzo si Espa?a tiene necesidad de la Alianza. Debe saber cuando haga su elecci¨®n que la Alianza, y muy particularmente Europa, tienen necesidad de Espa?a.
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