Ruedo Ib¨¦rico, un antecedente de la libertad
El tel¨¦fono me trae la terrible noticia de la muerte de un amigo cercano que su estado f¨ªsico no hac¨ªa prever. Hab¨ªa cenado en su casa de Madrid un par de meses atr¨¢s, en una paz de la que hab¨ªa disfrutado poco en su vida.Joven aguilucho, Jos¨¦ Mart¨ªnez se hab¨ªa alistado en el Ej¨¦rcito republicano y hab¨ªa peleado con las armas en la mano. La derrota le llev¨®, por su edad, a un reformatorio y no directamente a la c¨¢rcel. ?sta la probar¨ªa luego, altern¨¢ndola con el servicio militar. A?os muy duros los cuarenta. Una vez en la calle, no titube¨® y entr¨® en la clandestinidad. Lo conoc¨ª en Valencia, en septiembre de 1946. En sus manos dej¨¦ en la estaci¨®n los paquetes, fresca a¨²n la tinta, del primer n¨²mero del peri¨®dico de la reci¨¦n constituida alianza UGT-CNT. ?l tambi¨¦n se convirti¨® en nuestro enlace con los estudiantes de la universidad. Carmelo Soria -asesinado por Pinochet en Chile- y yo hab¨ªamos viajado para establecer contactos entre la Federaci¨®n Universitaria Escolar de Valencia y el Comit¨¦ Federal que operaba desde Madrid. Pepe Mart¨ªnez hizo desde entonces de puente. Semanas despu¨¦s de llegar yo a Par¨ªs, fugado de Cuelgamuros, desembarc¨® ¨¦l: se hab¨ªa salvado en Valencia de una redada del movimiento libertario, en el que tambi¨¦n militaba. En Par¨ªs anim¨® por un tiempo la peque?a delegaci¨®n de la FUE en el exilio, a la vez que se ganaba malamente la vida. Hizo, no obstante las dificultades, una licenciatura en la Sorbona y entr¨® a trabajar en una importante editorial especializada.
Un oc¨¦ano nos separ¨® por un tiempo; pero al volver por Par¨ªs en 1959 el azar hizo que nos encontr¨¢ramos pronto, en una boca de metro del Barrio Latino, donde ¨¦l siempre vivi¨®. Nuevo trato y largas charlas.
Pepe hab¨ªa recorrido en los ¨²ltimos a?os varias experiencias antifranquistas y se daba cuenta de la esterilidad de las acciones parciales que buscaban r¨¦ditos pol¨ªticos inmediatos. No quer¨ªa dar respiro, pero s¨ª construir a largo plazo y por encima de las facciones. El tiempo le dar¨ªa la raz¨®n.
As¨ª fue c¨®mo prendi¨® en ¨¦l la idea de una editorial, que ¨¦l bautiz¨® Ruedo Ib¨¦rico, palmaria evocaci¨®n de otra corte de los milagros, a la que cada vez se parec¨ªa m¨¢s el Madrid de Franco. La editorial naci¨® sobre ocho ruedas, como he dicho en broma en otro momento: las de los dos autos que ¨¦l y yo vendimos para constituir la empresa. Hubo, naturalmente, algunos aportes m¨¢s al capital fundacional, al que se sumaron luego otras cantidades, siempre peque?as. Ruedo Ib¨¦rico nunca tuvo el cuello fuera del agua, pero public¨® mucho y bueno.
Obra exclusiva
Ruedo Ib¨¦rico fue obra exclusiva de Pepe Mart¨ªnez. Los dem¨¢s le hemos acompa?ado, unos m¨¢s, otros menos, durante alguna etapa de la editorial. ?l centr¨® su vida en ella, le asegur¨® continuidad. El monopolio virtual que ejerci¨® fue a pesar suyo. ?l se quej¨®, a menudo, de su aislamiento. Nadie ten¨ªa su experiencia como editor, y estaba dispuesto a entregarse por entero a la tarea las m¨¢s veces tensa e ingrata. Ruedo Ib¨¦rico ha quedado por eso ¨ªntimamente asociado a Pepe.?Cu¨¢l es la obra cumplida por Ruedo Ib¨¦rico y que se le debe como animador? La editorial abri¨® las puertas a quienes quer¨ªan ejercer la cr¨ªtica pol¨ªtica. El espectro de g¨¦neros que incluy¨® abarca desde la poes¨ªa a la econom¨ªa, de Blas de Otero a Jos¨¦ Luis Leal. Quienes han llenado p¨¢ginas de Ruedo Ib¨¦rico van desde el novelista Armando L¨®pez Salinas, dirigente del PCE, hasta el editor Juan Tom¨¢s de Salas, quien apadrina abiertamente la f¨®rmula reformista. Di¨¢logo abierto, nada tiene, pues, de extra?o que antiguas plumas de Ruedo Ib¨¦rico se hallen hoy diseminadas a lo largo del nuevo establishment.
Apertura no quiere decir falta de l¨ªnea directriz. Todo lo opuesto al sistema de ideas del franquismo tuvo cabida, desde los dibujos provocativos de V¨¢zquez de Sol¨¢ y Bartol¨ª hasta el erotismo de Javier Domingo. Pero la producci¨®n principal estuvo naturalmente volcada hacia una reinterpretaci¨®n del pasado y del presente diametralmente opuesta a la difundida desde los medios oficiales. Las historias de Brenan, Thomas, Porkenau, Fouthbborth, Gipson y las de Peir¨¢s, C¨¦sar Lorenzo, Otamendi hicieron honda mella en su momento; no menos efecto tuvieron los ensayos sobre hechos contempor¨¢neos, como la biograf¨ªa de Franco, que llev¨® a Luciano Rinc¨®n a prisi¨®n, o el tab¨² disipado por Colodr¨®n sobre la ANCP o por Ynfante o Becarud (Artilles) con respecto al poder creciente del Opus Dei. Ruedo Ib¨¦rico coment¨® la actualidad candente en libros sobre el estado de excepci¨®n, Operaci¨®n Ogro, los consejos de guerra y el asunto del Correo de Andaluc¨ªa; rescat¨® memorias como las de Mera y Garc¨ªa Oliver e incursion¨® a veces fuera de las fronteras. La cr¨ªtica de Claud¨ª al movimiento comunista internacional y los libros sobre Cuba lo atestiguan.
Combate
El libro lleg¨® a parecer una herramienta de combate poco ¨¢gil. De ah¨ª aquellas puestas peri¨®dicas al d¨ªa de Horizonte Espa?ol y m¨¢s adelante la revista Cuadernos de Ruedo Ib¨¦rico. Autores sin aliento para redondear un libro, o temas cuya urgencia no aceptaba demora, tuvieron cabida de esta manera en paginas apretadas, donde de Leguina a Sempr¨²n y Tamames se expresaban, con seud¨®nimo, pero sin censura.El impacto de Ruedo Ib¨¦rico no se mide por los ejemplares vendidos, la mayor¨ªa en un pu?ado de librer¨ªas de Francia. Los libros pasaban la frontera bajo cuerda y eran manoseados por uno y otro ¨¢vido lector. El impacto m¨¢s bien se mide por la reacci¨®n que suscit¨® en el r¨¦gimen y en particular en el ministro de Informaci¨®n de aquella hora, hoy -cosas del destino- jefe de una oposici¨®n, no tan leal, por cierto. La c¨¢rcel, las bombas a la librer¨ªa de Par¨ªs o la presi¨®n sobre las autoridades policiales francesas, todo se ensay¨®. Ante la inutilidad de t¨¢cticas feroces, se pas¨® a las insidiosas. Los boletines informativos distribuidos por el Ministerio de Informaci¨®n advert¨ªan curialescamente de los errores de los libros prohibidos o se financiaban contratesis. De esta manera, a rega?adientes y con distorsiones, la propia Espa?a de Fraga ced¨ªa terreno. Guernica, termin¨® por reconocerse, hab¨ªa sido arrasada por la aviaci¨®n alemana. Este es un mero ejemplo de c¨®mo Ruedo Ib¨¦rico forz¨® las fronteras de lo permisible y abri¨® en las mentes una alternativa.
Por las oportunidades que cre¨®, por su pasi¨®n, tenacidad e imaginaci¨®n en el empe?o, Pepe Mart¨ªnez ha sido uno de los que m¨¢s ha contribuido a perfilar culturalmente la Espa?a libre de hoy. No todas sus aspiraciones pol¨ªticas se han cumplido, ni tampoco le ha llegado en vida un gesto de reconocimiento. Espa?a, devoradora de cad¨¢veres, espera hasta verlo muerto para recordarlo.
Babelia
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