El electorado nacionalista acapar¨® los votos negativos en el Pa¨ªs Vasco
En las ¨²ltimas elecciones celebradas en el Pa¨ªs Vasco (febrero de 1984), tres de cada cuatro electores (el 74,3%) dieron su apoyo a partidos favorables a la permanencia de Espa?a en la OTAN. M¨¢s de la mitad de esos votos, el 42%, correspondieron al PNV. Sin embargo, en el refer¨¦ndum del (d¨ªa 12, dos de cada tres electores vascos votaron no a dicha permanencia. Por otra parte, los cerca de 700.000 votos negativos del pasado mi¨¦rcoles en Euskadi coinciden casi exactamente con la suma de los obtenidos en 1984 por las tres principales fuerzas nacionalistas: PNV, Herri Batasuna (HB) y Euskadiko Ezkerra (EE).
Si, como parece razonable suponer, la pr¨¢ctica totalidad del electorado potencial de HB y EE ha respetado la consigna de voto negativo (lo que supondr¨ªa unos 250.000 votos), la diferencia entre esta ¨²ltima cifra y el n¨²mero total de votos no del pasado d¨ªa 12 en el Pa¨ªs Vasco s¨®lo puede explicarse sobre la base de un generalizado deslizamiento del electorado peneuvista hacia esa ¨²ltima posici¨®n.El 28,4% del censo de la comunidad aut¨®noma dio su voto hace dos a?os al PNV. Pero ese porcentaje se elev¨® hasta el 4.3% en las localidades con menos de 2.000 habitantes, y, fue del 40,32% en los municipios con entre 2.000 y 5.000 habitantes, del 33,83% en los municipios con m¨¢s de 5.000 y menos de 10.000 habitantes, del 31,5% en los de m¨¢s de 10.000 y menos de 40.000 habitantes, y del 24% en los que superan esa ¨²ltima cifra.
El 12 de marzo, los votos no han supuesto el 72,4% de los emitidos en las poblaciones con menos de 5.000 habitantes, el 70,25% en las de entre 5.000 y 20.000, el 66,59% en las de m¨¢s de 20.000 y menos de 50.000, y el 61,47% en los municipios con m¨¢s de 50.000 habitantes.
De la comparaci¨®n entre ambas series parece deducirse una evidente correlaci¨®n positiva entre voto PNV y voto negativo en el refer¨¦ndum. Si se toma en consideraci¨®n la relaci¨®n entre los resultados en las tres capitales y en el conjunto de las provincias respectivas, se aprecia, por otra parte, que en San Sebasti¨¢n los votos no se sit¨²an casi cuatro puntos por debajo de la media provincial; en Vitoria, 1,4 puntos, y en Bilbao, 3,4 puntos tambi¨¦n por debajo de las medias provinciales respectivas.
Este ¨²ltimo dato es tanto m¨¢s significativo si se tiene en cuenta que lo mismo ha ocurrido en Barcelona, mientras que en el resto de las provincias espa?olas esa relaci¨®n ha sido en general la inversa: para el conjunto de Espa?a, los votos negativos se han situado en las poblaciones con m¨¢s de 50.000 habitantes dos puntos por encima de la media general.
Una primera conclusi¨®n podr¨ªa ser la siguiente: que ¨²nicamente la ideolog¨ªa nacionalista -en las nacionalidades donde cuenta ¨¦sta con un arraigo constatable- ha tenido la fuerza suficiente como para resistir los acuciantes requerimientos en favor del voto s¨ª que en los ¨²ltimos d¨ªas de la campa?a han quebrado la tendencia que todas las encuestas anunciaban apenas una semana antes de la consulta. Sencillamente, que en Euskadi y Catalu?a se han verificado las predicciones, y en el resto de Espa?a, no.
Ideolog¨ªa resistencial
A su vez, de los contenidos concretos de esos requerimientos de ¨²ltima hora podr¨ªa deducirse la siguiente hip¨®tesis: que los mismos motivos que en el conjunto de Espa?a han acabado por inclinar del lado del s¨ª a los electores dubitativos han jugado en sentido inverso en Euskadi (y probablemente en Catalu?a). Al verse forzado el Gobierno a acentuar el tono patri¨®tico (o patriotero) de su llamamiento "en inter¨¦s de Espa?a", el electorado nacionalista moderado de las nacionalidades ha visto en el voto negativo la forma m¨¢s directa de reafirmar contra Madrid su ideolog¨ªa resistencial.Dada la falta de consignas netas (libertad de voto) y el car¨¢cter contradictorio de los pronunciamientos personales de los l¨ªderes m¨¢s significativos (Garaikoetxea, no; Ardanza, s¨ª; Arzallus, bai, "aunque me anulen el voto"), y planteada la opci¨®n en t¨¦rminos de nacionalismos contrapuestos, el electorado peneuvista ha encontrado en el voto negativo la f¨®rmula ¨®ptima para subrayar, mediante el rechazo diferenciador, su propia identidad ideol¨®gica. Entre dos nacionalismos, siempre tendr¨¢ las de ganar el m¨¢s genuino. Y el vasco, con casi 100 a?os de experiencia en la materia, resulta sin duda m¨¢s convincente que el reci¨¦n descubierto nacionalismo, g¨¦nero j¨®venes turcos, de los actuales del PSOE.
Defensa del 'euskera'
La experiencia de los ¨²ltimos a?os ha demostrado que, pese a su divisi¨®n actual en tres o cuatro corrientes, la comunidad nacionalista vasca es receptiva al conjunto de mensajes emitido por cualquiera de esas corrientes. La combinaci¨®n entre el nada ambiguo mensaje abertzale, que ligaba el rechazo a la OTAN con la "soberan¨ªa nacional de Euskadi", y, por otra parte, la calculada ambig¨¹edad del PNV, flotando entre el af¨¢n por singularizarse y el temor a hacerlo en exceso, ha producido una resultante en la que, por encima de los contenidos pol¨ªticos planteados en la consulta, ha dominado el deseo de recordar a Madrid cu¨¢n singulares son los habitantes de este territorio.Un contencioso que inicialmente pareci¨® menor y colateral, el de la prohibici¨®n de las papeletas en vascuence, ha vertido a aportar al votante nacionalista moderado el argumento capaz de actuar como catalizador de esos sentimientos Votar no (o ez) no s¨®lo permit¨ªa expresar netamente la singularidad vasca, sino hacerlo por el m¨¢s respetable y patri¨®tico de los motivos: la defensa del euskera.
La torpeza de quienes rechaza ron la razonable decisi¨®n inicial mente adoptada por las juntas electorales provinciales (rechazo sazonado adem¨¢s con argumentos como el de que la, precisi¨®n de la pregunta imped¨ªa su traducci¨®n a otras lenguas oficiales) s¨®lo tiene parang¨®n con la audacia del PNV a la hora de aprovechar la ocasi¨®n para transformar el refer¨¦ndum sobre la OTAN en un plebiscito sobre el euskera. El postrero bai de Arzallus llegaba tan tarde como la parcial rectificaci¨®n en el ¨²ltimo momento por parte de la Junta Electoral Central, porque para entonces la cuesti¨®n era ya otra, tal y como impl¨ªcitamente reconocer¨ªa el propio presidente del PNV al advertir que votar a en lengua vasca incluso al riesgo de que su voto fuera contabilizado como nulo.
En esas condiciones, el resultado era predecible. As¨ª como en el conjunto de Espa?a el voto de aluvi¨®n, el de los indecisos que a ¨²ltima hora suelen atender los requerimientos que le llegan del poder (v¨ªa televisi¨®n, principalmente), ha favorecido de manera probablemente decisiva la victoria del s¨ª, en Euskadi, el mecanismo ha funcionado al rev¨¦s: los excesos televisivos s¨®lo han servido para confirmar en su inclinaci¨®n espont¨¢nea a quienes buscaban razones respetables para subirse dignamente al carro vencedor y para hacer m¨¢s eficaz la presi¨®n ambiental, netamente favorable al no. Reconocer que se iba a votar s¨ª requer¨ªa en el Pa¨ªs Vasco, especialmente en medios nacionalistas, o simplemente vasquistas, una fuerte dosis de valor moral.
Paradojas
Ello no significa, naturalmente, que todos los votos negativos hayan sido en Euskadi expresi¨®n de una mentalidad acomodaticia. Al rev¨¦s: precisamente por la especial incidencia de la ideolog¨ªa militarista (al por mayor o al detalle) en amplios sectores de la sociedad vasca, el pacifismo radical de quienes rechazan tanto la l¨®gica de los bloques como la del tiro en la nuca es probablemente uno de los m¨¢s conscientes de Espa?a. Por ello, las fronteras que delimitan la actitud de los ciudadanos de Euskadi ante los principales problemas de la sociedad vasca (crisis econ¨®mica, aceptaci¨®n de las reglas del juego democr¨¢tico, violencia y crisis moral) no pasan por el mismo meridiano que ha trazado el refer¨¦ndum entre los que han votado s¨ª y los que han optado por el no.Entre esos problemas figura desde esta semana el hecho de que a la no aceptaci¨®n de la Constituci¨®n se haya a?adido el rechazo por amplia mayor¨ªa de lo que sin duda constituir¨¢ el eje de la pol¨ªtica exterior espa?ola en los pr¨®ximos decenios. La paradoja de que tales resultados hayan sido consecuencia de la actitud de un partido que comparte tanto los principios democr¨¢ticos consagrados en la Constituci¨®n de 1978 como los inspiradores de esa pol¨ªtica exterior, no hace sino poner de relieve la responsabilidad del nacionalismo vasco moderado en mucho de lo que ha acontecido y en bastante de lo que pueda acontecer. De momento, HB ha proclamado ya que desde el mi¨¦rcoles "Ardanza no pinta nada aqu¨ª", y que es el "marco jur¨ªdico-pol¨ªtico actual" -es decir, el definido por la Constituci¨®n y el estatuto- "el que ha sido definitivamente puesto en cuesti¨®n en Euskadi".
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