De Harbinger (Texas) a La Habana, por carretera
"Si no se aprueba la ayuda a la contra tendremos un desastre estrat¨¦gico y se consolidar¨¢ en el continente americano una segunda Cuba, a s¨®lo dos d¨ªas de coche de Harbinger (Texas)". Con esta simplicidad de Gu¨ªa Michel¨ªn ha definido Ronald Reagan lo que ocurrir¨¢ si los rebeldes antisandinistas no obtienen los 100 millones de d¨®lares.Harbinger es una somnolienta ciudad fronteriza de 43.000 habitantes situada a 45 kil¨®metros de la frontera con M¨¦xico, que ha sido puesta en el mapa por el presidente. Su alcalde, del Partido Dem¨®crata, le ha dicho a Reagan que mejor har¨ªa en emplear esos millones en reforzar los servicios de inmigraci¨®n y la polic¨ªa fronteriza para impedir la llegada a este pa¨ªs de inmigrantes ilegales.
La an¨¦cdota de Harbinger refleja hasta qu¨¦ punto Reagan ha forzado el gui¨®n de la pel¨ªcula sobre Nicaragua que est¨¢ produciendo. De la misma cinta forma tambi¨¦n parte un dram¨¢tico anuncio televisivo pagado por organizaciones ultraconservadoras, que advierte a los norteamericanos que "t¨² puedes detener el terrorismo en el hemisferio apoyando la ayuda a la contra". Las im¨¢genes, narradas en un tono de NO-DO de la guerra mundial, muestran una flotilla de helic¨®pteros sovi¨¦ticos en Nicaragua, "a s¨®lo dos horas de donde vivirnos", a los que s¨®lo falta posarse en las salas de estar de los televidentes.
El secretario de Estado, Georges Shultz, poniendo en duda la inteligencia de los ciudadanos, afirma en el Congreso que se trata de una lucha entre los good guys and the bad guys (los buenos y los malos), "y nosotros", a?ade, "estamos con los buenos". El director de comunicaciones de la Casa Blanca, Pat Buchanan, escribe que con ayuda de los dem¨®cratas que apoyan a Ortega y el comunismo, al no votar por la ayuda, los marxistas cubanos y sovi¨¦ticos llegar¨¢n a San Diego.
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